Minúsculos: una metáfora sobre las tiranías

Minúsculos: una metáfora sobre las tiranías

Vayan a verla, películas así no llegan todos los días. Un placer visual auditivo.

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julio 18, 2014
Minúsculos: una metáfora sobre las tiranías

Eso que ves arriba, en el descampado árido que hay antes del abismo, no es un inmenso hormiguero sino un poderoso castillo construido con paciencia y ahínco por el infatigable ejército de hormigas negras.  Su única y perpetua labor es alimentar y darle cobijo a su reina, un insecto desproporcionadamente obeso que se pasa sus días tragando sobras y excretando bolitas verdes.

La esclavitud ciega, sorda y leal de las hormigas no se cuestiona. Su naturaleza es la de servir y obedecer. Por eso han llegado hasta el castillo con un botín que no se consigue todos los días: una sucesión de terroncitos de azúcar que la reina comerá con gusto. No hubieran podido hacer esa proeza sin la ayuda de una diminuta mariquita que, extraviada y confundida, buscaba con desesperación a su familia. En el largo camino a la fortaleza se han encontrado con una tropa de feroces hormiguitas rojas. Las negras, pacíficas y conciliadoras, les ofrecen parte de su tesoro con tal de no entrar en innecesarias disputas pero las rojas lo quieren todo y es allí cuando empieza una intensa persecución por montañas, ríos y acantilados.

Después de sortear todos los peligros han llegado a casa y se disponen a presenciar como la complacida reina defeca su felicidad cuando sienten el piso moverse. Van a lo alto de la fortaleza y ven un espectáculo que les hará poner frías sus antenas: el castillo de la Reina negra está rodeado por el vasto ejército de hormigas rojas. Sin perder su calma de insecto, las acorraladas hormigas negras tendrán en la minúscula mariquita la última posibilidad para salvar el castillo y la vida de su adorada y enorme reina.

Claro que entré a la sala escéptico creyendo que me iba a aburrir una vez más en una animada, pero que va, Minuscule no se parece a nada de lo que ha llegado a nuestra pobre cartelera  en los últimos años. Este festín visual de sosegado y tranquilo ritmo, es un remanso para nuestro espíritu aporreado por el exasperante embate de la cotidianidad. La sala de cine se convierte entonces en un oasis en donde la dulce música de Hervé Lavandier nos ayuda a meter aún más en el diminuto universo de los insectos.

Con un exiguo presupuesto de 10 millones de dólares, los cineastas Thomas Szabo y Helene Giraud, han puesto en la pantalla grande un proyecto que empezó hace más de una década cuando se estrenó el primer capítulo de la serie televisiva Minuscule. Sus episodios de apenas cinco minutos lograron encandilar a una masiva audiencia que veía como, semanalmente, los insectos cobraban vida y personalidad, enseñándoles de paso a los niños, sin llegar nunca a aleccionar, lo importante que es conservar el medio ambiente.

Muchos dudaban de que pudiera crearse un largometraje con Minuscule teniendo en cuenta los tiempos que estaban manejando los realizadores en televisión. Pero la cantidad de problemas que tiene que sufrir la mariquita protagonista y su grupo de hormigas hacen que al espectador se le pasen muy rápido los noventa minutos que dura la película.

Filmada en el Parque Natural de Mercantour en Niza y bebiendo de las fuentes de  El señor de los anillos, Sicosis, La guerra de las galaxias y hasta Ciudadano Kane, Szabó y Giraud hicieron no sólo una hermosa película para niños, sino que crearon una metáfora sobre las tiranías, sobre como por el bienestar personal se puede llegar a explotar inmisericordemente a una población entera.

Los niños tienen que ir a verla para que entiendan desde ahora lo peligroso que puede llegar a ser darle el poder a un solo individuo. Por supuesto que comprenderán aún más lo maravillosa que es la naturaleza y lo mucho que hay que cuidarla, incluso dejarán de pisar las filas de hormigas que vean en el jardín de su casa, pero además sabrán desde ya que los dictadores y las reinas son seres solitarios que lo único que hacen en sus días es esperar que otros trabajen para ellos, comer hasta hartarse y defecar, hasta que el sol se ponga, cientos de bolitas verdes.

Minuscule es un placer visual auditivo, cine en estado puro que no necesita de diálogos sino de imágenes y sonidos para deleitar nuestros sentidos. Vayan a verla, películas así no llegan todos los días.

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