Metro elevado, muchos anuncios y nada de estudios

Metro elevado, muchos anuncios y nada de estudios

El concejal Hollman Morris manifiesta que de construirse, la falta de estudios serios expone al proyecto metro elevado a sobrecostos que serían perjudiciales

Por: Hollman Morris
enero 09, 2018
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Metro elevado, muchos anuncios y nada de estudios

Así como no conocemos los títulos de doctorado y maestría que el alcalde Enrique Peñalosa dice tener, después de dos años no conocemos los estudios de infraestructura de la obra más importante del país y de Bogotá, el metro elevado modelo Peñalosa. En mi ejercicio de control político le he hecho, recurrentemente, una pregunta a la administración de Enrique Peñalosa: muéstrenos los estudios del metro elevado. No han escatimado argucias para evitar presentarlos. Sin embargo, a buena hora la Procuraduría General de la Nación hizo caso a los múltiples llamados que hemos hecho advirtiendo que el país no puede afrontar la obra de infraestructura más importante en toda su historia sin que conozcamos el rigor y la calidad de los estudios del metro elevado y la validación académica que dé cuenta, insisto, del rigor de dichos estudios.

Con fecha 7 de diciembre del presente año, el procurador delegado, Leandro Ramos, le hace un llamado de atención al Gerente de la Empresa Metro de Bogotá, doctor Andrés Escobar, donde le pide, nuevamente, palabras más palabras menos, que le muestre los estudios de la primera línea de metro de Bogotá, la estructuración jurídica, técnica y financiera y le recuerda que desde el mes de septiembre están esperando dichos documentos. Al momento de escribir esta columna los estudios no han sido presentados a la Procuraduría General de la Nación, confirmando lo que hemos venido denunciando, que tanto el gobierno nacional como la administración de Peñalosa y la bancada peñalosista del Concejo de Bogotá aprobaron recursos para un metro elevado sin estudio de factibilidad.

¿Qué implicaciones tiene esto? La administración de Juan Manuel Santos, en su afán de apoyar a Peñalosa, ante el hundimiento de una administración insensible, improvisadora, que destruye lo construido decidió apoyarlo, inclusive violando la ley. Santos lleva al país, en ese apoyo ciego, a cometer un nuevo Reficar ya que como el mismo lo señalaba, obras de infraestructura que no cuenten con estudios de factibilidad son obras condenadas a los sobre costos a la improvisación y la corrupción. En segundo lugar, el Concejo de Bogotá, las mayorías peñalosistas al aprobar vigencias futuras ordinarias sin estudios abrieron un boquete en el país para que las grandes obras de infraestructura vuelvan a hacerse como les gusta a los carruseles de la contratación, sin estudios y sin diseños.

La academia, las organizaciones de la sociedad civil y los medios que se dicen velar por el desarrollo de la ciudad también salen mal librados. ¿Qué tiene que decir la Sociedad Colombiana de Ingenieros, y su presidente Argelino Durán Ariza, cuando es la Procuraduría la que está diciendo que desconocen los estudios del metro? ¿Qué tiene que decir la Cámara Colombiana de Infraestructura, y su presidente, Juan Martín Caicedo Ferrer, quien giró un cheque en blanco desconociendo totalmente que es una obra sin estudios? Si se hace una rápida revisión de los comunicados y pronunciamientos de la Sociedad Colombiana de Ingenieros sobre el metro subterráneo de la administración de Gustavo Petro, es evidente el cambio de actitud frente al proyecto de la administración Peñalosa. Para ese metro, el subterráneo, sí pidieron, como debe ser, todos los estudios.

El periodismo sale igualmente mal librado, con contadas excepciones, al no ser los ojos y oídos de una sociedad frente a la administración de Enrique Peñalosa. Le ha costado al periodismo nacional exigir y preguntar qué pasa con los estudios del metro elevado. Su complacencia con la administración Peñalosa, riñe con el control social que ejercieron a fondo los cuatro años de administración de Gustavo Petro.

A estas alturas, Bogotá ya habría iniciado la primera línea del metro subterráneo. Aquí no perdió Gustavo Petro, ni los que hicimos parte de su proyecto político de la Bogotá humana. Acá perdió Bogotá y perdió el país. De construirse, la falta de estudios serios expone al proyecto metro elevado a unos sobrecostos que acabarán con las finanzas de la ciudad o se puede estar repitiendo el escenario de 1998 en el que Peñalosa engañó al país diciendo que iba a hacer el metro y no lo terminó haciendo porque direccionó todos los recursos del proyecto a TransMilenio. Podríamos estar próximos a convertir a Bogotá en la capital mundial del bus, llevándola a un colapso en movilidad y un colapso ambiental. A partir del 10 de enero del 2018 se retomarán los debates del tema metro. Nosotros realizaremos, con mayor fuerza, nuestra misión de control político y de denuncia porque, insisto, acá no está perdiendo la oposición sino Bogotá y quienes ciegamente, contra la técnica, mantienen su respaldo ciego a Enrique Peñalosa.

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