Meloserías y símbolos populachos: ¿con eso le basta a Petro para lograr la Paz total?

Meloserías y símbolos populachos: ¿con eso le basta a Petro para lograr la Paz total?

El presidente viene proponiendo una estrategia de Paz total en la que se cumplirían los Acuerdos de Paz con las extintas FARC y busca el diálogo con el ELN

Por: OCTAVIO TORO CHICA
septiembre 14, 2022
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Meloserías y símbolos populachos: ¿con eso le basta a Petro para lograr la Paz total?
Foto: Leonel Cordero

Otra vez la paz, no sólo como concepto sino como vivencia y experiencia humana, es aprovechada, utilizada, manipulada y vilipendiada por las élites políticas de nuestro país.

Todos los colombianos somos conscientes de que se viene hablando de paz en el país, desde hace muchos años y los esfuerzos que se han hecho desde tiempos, casi inmemoriales, han sido infructuosos y del concepto como tal se han aprovechado politiqueros de todos los pelambres, para lograr sus objetivos personales e insaciables de poder, a costa de lo que sea, mientras se prostituye, no sólo el concepto sino la paz misma.

Fundiéndose en la desesperanza de un pueblo que confía en los nuevos redentores, sin que a estos en el fondo les preocupe en lo más mínimo si ésta se logra o no, pero alrededor de sus promesas de lograrla tenemos entretenido al pueblo, para poder manipular otras esferas del poder en busca de lo que todos sabemos, pero que pocos nos atrevemos a denunciar.

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En el año 1982, fuimos sorprendidos con las palomas de la paz revoloteando por todo el país. Aparecían pintadas en muros, en el pavimento, en árboles, en solapas, en afiches y en todo lugar donde pudiese estar la efigie de la maltratada paloma de la paz.

Luego vivimos los nefastos años de gobierno del pseudo Nobel de Paz, quien advirtiendo con todo el cinismo que siempre le ha caracterizado, que los colombianos nos tendríamos que tragar muchos sapos alrededor de su embeleco de paz, que sólo ha servido para que el contubernio entre asesinos, terroristas, narcotraficantes y gobierno se fortaleciera a tal punto, que en Colombia, uno ya no sabe quien es quien. ¡Vaya sapos!

No podemos olvidar el gesto politiquero y mentiroso, por cierto, del deshonroso presidente del honorable Congreso de la República Roy Barreras, colocando en la solapa del nuevo presidente Petro, la efigie ya maltrecha de la paz, tratando con ello de convencernos de que ahora sí, la hora de la paz total ha llegado.

Simples sensiblerías y simbologías populacheras, de las cuales nos está llenando este gobierno, que sólo ellos entienden y mantienen, como es su propósito, distraído al pueblo en la melosería de gestos y palabras que fácilmente llevan a exclamar “¡pero qué bonito!”, cumpliendo a cabalidad con su pérfida tarea del encanto, mientras la trama del pensamiento, la palabra y la acción van dando fe de su completa incapacidad e incoherencia.

Y ahora se nos viene la paz total, como nuevo cuento gubernamental, incluso, rescatando la gorda y enfermiza de sobrepeso paz de Botero y hasta con fotos “posudas”, dignas de las mejores revistas faranduleras.

Pero es que ese discursito captura, anima y arrebata incautos, pero al mismo tiempo hace frotar las manos de asesinos y criminales porque con esa paz del nuevo gobierno, viene el combo completo de perdón y olvido y nuevas amnistías sinvergüenzas y por ende más impunidad.

Ah, no faltarán los hurras y pompones al aire de parte de la JEP, pues el plato para sus acciones corruptas está servido y con excelentes postres para su maquiavélica degustación.

No es ningún romanticismo pendejo, reiterar que la paz social nace de la paz en el corazón de quienes integramos un conglomerado social. De esa paz interior que nos permite pensar y actuar con claridad. Aquella paz interior que nos permite mirar a los demás a los ojos a través de la transparencia de nuestras miradas.

De esa paz interior que llena nuestros corazones y sabemos construir dentro de los parámetros de honestidad, fidelidad y lealtad. De esa paz que se nos instala en el alma, al saber que al menos, aquello que se nos hace básico para subsistir lo tenemos resuelto.

Esa paz que sentimos, cuando sabemos que entre todos somos capaces de cuidarnos y velar por el bienestar del otro.

Es esa tranquilidad que nos daría poder recorrer calles y caminos de nuestras ciudades y pueblos con plena seguridad.

Esa paz con la que nos regalamos y somos capaces de regalar a otros cuando existe pan en la mesa y posibilidades de conseguirlo a través del empleo digno y formal.

Paz es saber que tenemos un techo y abrigo, para que nuestros hijos sepan nacer y crecer en un verdadero calor de hogar. Paz es poder contar con la seguridad alimentaria que todos nosotros nos merecemos y necesitamos.

Paz es que todos podamos contar con servicios de salud y bienestar adecuados y oportunos. Paz es que podamos estar donde queramos estar, sin los miedos y temores que hoy acompañan cualquiera de nuestros movimientos.

La paz comporta en sí misma la justicia y no es justicia lo que se pretende hacer con criminales de todas las pelambres y el anunciado pacto social y los modelos de justicia, dizque restaurativa, que privilegian la impunidad y que se refuerce el concepto que ya hace carrera en Colombia desde hace muchos años, que en Colombia ser pillo paga, haciendo de nuestro país, desafortunadamente, un país criminal.

En fín, la verdadera paz, la paz total que se preconiza hoy desde el alto gobierno, y desde mi humilde punto de vista, no dejará de ser otro embeleco que beneficiará a unos cuántos y por ello no podrá ser total.

La paz total, debe cubrir a todos los colombianos y es imposible esa paz total, cuando los mejores y más beneficiados son quienes más daño le han hecho al país y lo seguirán haciendo con total impunidad.

No habrá paz total, mientras la inseguridad en las grandes ciudades y pueblos y campos crece y crece todos los días. No habrá paz total, mientras en Colombia se nos sigan muriendo personas de física hambre o por mala atención en salud.

No podrá haber paz, cuando millones de colombianos no tienen cómo poner un pan en su mesa y una cobija sobre su cama; no podrá haber paz si no hay empleo y justicia en la remuneración.

No habrá paz total, sin que nuestros niños y jóvenes reciban una educación con calidad y cobertura. De cuál paz total hablamos cuando los índices de miseria crecen cada día en Colombia, datos que todos miramos de soslayo mientras nos reclaman justicia social.

Definitivamente, nos tenemos que olvidar de seguir utilizando la paz como trampolín político y discurso vacío, mientras no afrontemos la realidad que vive nuestro país, donde las necesidades básicas de la mayoría de la población no están satisfechas y por ende las brechas se hacen cada día más amplias.

No podemos dejar pasar otro gobierno, que nos hipnotice a todos en su fatuo discurso de paz, acciones y mesas por todos lados, pero que descuida aquello que todos identificamos como fundamental.

Hay que dedicarnos con juicio a resolver lo que verdaderamente hay que resolver, así mediáticamente no produzca los mismos dividendos, pero que en el fondo si son caminos ciertos y duraderos de paz.

La Paz total nunca llegará, mientras exista un solo colombiano que por cualquier circunstancia de su vida personal o familiar no la sienta resuelta.

Necesitamos más acciones contundentes y reales y menos discursos de plaza pública. Por eso es que la paz total de Petro: quizás, quizás, quizás…

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