Max Seidel: la historia de la pedagogía alemana en Tumaco

Max Seidel: la historia de la pedagogía alemana en Tumaco

En enero de 2024 se cumplieron 142 años del nacimiento de Max Seidel, quien llegó en 1911 a Tumaco para fundar el Liceo, institución que generó muchas expectativas

Por: Oscar Seidel Morales
enero 11, 2024
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Max Seidel: la historia de la pedagogía alemana en Tumaco

El 07 de enero del 2024 se cumplieron 142 años del nacimiento de Max Seidel en la ciudad de Leobschüetz. Alemania.

El 02 de noviembre de 1911, mediante convenio binacional entre Colombia y Alemania, llegó a Tumaco para fundar el Liceo, institución educativa de secundaria que generó las expectativas de un nuevo modelo de educación en el puerto nariñense.

El señor Seidel fue un educador de primer orden: sistemático, imaginativo y soñador como el alma del Pacífico y de un carácter y fisonomía admirables. En su nueva patria fusionó la herencia alemana con la realidad del nuevo hombre del Pacífico, al que dio coherencia y expansión cultural.

Mediante la educación buscaba el mejoramiento moral y material de los ciudadanos sin ninguna clase de discriminación. En su plantel cabían todas las razas. Enseñaba el saber y el altruismo para alcanzar la virtud humana.

No utilizaba el conocimiento para obtener poder. Para él era más importante el pensamiento que la utilidad. En esto difería del concepto educacional anglosajón de imposición utilitaria y pragmática. Exponía una filosofía como saber universal y una sabiduría humanista, estética, ética y religiosa, que no le impedía adelantar los estudios de la cultura Tumaco. Los objetos de arte de esta cultura arcaica de los indígenas “Tumac”, provenientes de las excavaciones de Montealto en el rio Mira y la Costa Pacífica, fueron seleccionados, clasificados, valorados y dados a conocer de científicos europeos por el señor Seidel, a quien llenos de admiración visitaban para que los ilustrara acerca de su antigüedad, calidad e importancia.

Escribió textos de estudios sobre física elemental, ciencias naturales e historia que fueron modelos de enseñanza, desgraciadamente quemados en el incendio del 10 de octubre de 1947. Demostró su espíritu cívico como miembro de juntas de beneficencia, de sociedad de mejoras y bienestar social.

Ni el estado de ánimo de Europa que perdía la ilusión de la racionalidad; ni el triste escepticismo de la juventud europea que caía en el abandono de sí mismo; ni el cataclismo de las dos guerras mundiales que exterminaron a más de cien millones de vidas humanas; ni la caducidad del mundo materialista y de los regímenes totalitarios; ni el desaforado individualismo, decepcionaron al gran educador.

Por el contrario, el excelente pedagogo sostuvo, sobre esas defecciones humanas, la permanencia del amor cultural que inculcó en la conciencia moral de los inteligentes habitantes de las comarcas marinas del Pacífico, pues comprendió que podía moldear el comportamiento espontáneo y desinteresado de la juventud costeña. Los muchos años de actividad pedagógica y de observación lo hicieron el sabio generoso, conocedor de las ciencias de la vida y de las gentes del litoral Pacífico.

El fuerte impacto de las ideas socialistas y del concepto de la decadencia de occidente, que hacían estragos en la Europa de postguerra, no debilitaron el impulso educativo del señor Seidel por el arraigo de su fe católica, que veía en el hombre una unidad de cuerpo y espíritu transcendente. Su misión pedagógica fue cumplida satisfactoriamente, apropiada para las soluciones que necesitaban los asuntos sociales, económicos y políticos de la región.

Los estudiantes egresaban con los conocimientos suficientes para las labores que la sociedad requería y pletóricos de ideales que despertaban el sentido intelectual de la vida humana.

Max Seidel se caracterizó por la dimensión de su obra y la vivacidad de su enseñanza. Fue un hombre misionero de alta cultura. Su dedicación era completa; su aspiración formidable, su fe admirable y su cultura extraordinaria.

Fue un formador de la cultura del Pacífico, de temple moral y psicológico, en medio de las dos tremendas guerras mundiales, de incendios destructores, y de carencias económicas de los que se libró por su amor pedagógico y su espíritu altruista. El señor Seidel era una totalidad humana que se entregaba en servicio generoso y desvelado.

Vivió su época entre dos mundos opuestos: la contrariedad materialista que atosigaba a occidente y la espiritualidad que buscaba el infinito divino para salvarse de las tristezas de la vida con la alegría del deber cumplido, que limpia el alma de toda superficialidad.

Educaba para el porvenir de unos pueblos juveniles, alejados de Europa. Así desarrolló un ideal intuitivo del porvenir. Su jornada de trabajo era desde el amanecer hasta el anochecer, cuando se distraía con la musicalidad armoniosa de su piano de cola.

El señor Seidel culminó su obra después de cuarenta años de labor continua. Cuando muere deja todo un proceso de constante creatividad y unas motivaciones espirituales en el alma del hombre del Pacífico colombiano. Su obra actualmente adquiere validez para la comprensión de lo que es ésta gran región y su ámbito cultural. De ella se sigue extrayendo la sabiduría de los principios y el quehacer del fecundo pensamiento. La vida de la sociedad del Pacífico sur colombiano con él se elevó intelectualmente, haciendo del hombre una nueva realidad humana.

Hay en la costa Pacífica colombiana una nostalgia cultural, que lleva el ser humano en el sentimiento de admiración de lo clásico y en la aspiración a lo universal, como una premonición de lo eterno y perdurable. Se sienten ciertas armonías espirituales de gloriosos reflejos metafísicos, provenientes de la perenne creatividad del gran pedagogo Max Seidel Kraustwurst.

Al señor Seidel en vida no se le otorgó el reconocimiento por su gran labor educativa. Cuando el profesorado tumaqueño le hizo un sentido homenaje, atinó a decir:

“Yo he cumplido simplemente con mi deber. Y un hombre que cumple con su deber no merece mayor homenaje que el reconocimiento de su labor realizada.”

Alemania y Colombia le deben el homenaje al gran educador, cuya memoria merece estar en el pedestal de los hombres insignes.”

Referencia:

Libro “Max Seidel el pedagogo alemán”

Autor-Compilador: Oscar Seidel

Coautor: José María Obando G

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