Mario Fernández, el primo de Verónica Alcocer el nuevo poder en la Casa de Nariño

Mario Fernández, el primo de Verónica Alcocer el nuevo poder en la Casa de Nariño

Sin afinidad con el presidente, los lazos familiares, la salida de Eva Ferrer del círculo de la primera dama y su habilidad lo volvieron un duro en la Presidencia

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marzo 12, 2023
Mario Fernández, el primo de Verónica Alcocer el nuevo poder en la Casa de Nariño

Desde que estudió en el colegio Gimnasio Los Robles era conocido por ser flojo y hacer copialina. En la universidad no fue diferente, el diploma de abogado llegó tarde para Mario Alberto Fernández Alcocer, quien tenía 30 años cuando se graduó de la Corporación Educativa del Caribe y todos sus condiscípulos ya eran profesionales. Pero la sombrilla política de su tío Jairo Fernández Quessep lo protegió desde siempre y en enero de 2008, ya tenía asiento en el Concejo de Sincelejo donde aterrizó sin experiencia ni haber litigado en los juzgados, con la votación más alta de los últimos ocho años en la ciudad. Ese mismo año conquistó a la más bella de las sucreñas del momento, Ana María Castañeda, la reina departamental, con quien se casó pronto.

Aunque Mario Fernández pasó sin pena ni gloria por el Concejo de la ciudad donde intentó liderar proyectos de cobertura de servicios públicos a precios justo, su ambición era superior y sabía que la clave estaba en el poder ejecutivo.  El trampolín sería de nuevo el tío Jairo Fernández Quessep, quien en el 2011 había sido llegado a la alcaldía de Sincelejo y empezaba a cimentar su grupo político. Mario Fernández se convirtió, como ahora con su prima Verónica Alcocer, en su sombra hasta en los los pasillos de la alcaldía. Como una esponja lo acompañaba a todas las reuniones políticas. Era tal su cercanía que su esposa, la bella Ana María Castañeda, ejerció como primera dama, relacionista pública y jefe de protocolo de su tio alcalde, quien estaba divorciado. Además de reina, Ana María Castañeda ni disimuló su ambición y decidió liderar el Banco de alimentos con un mega presupuesto.

Mario Fernández tomó distancia de su tío mentor, e intentó no dejarse salpicar la de la alcaldía de o Fernández Quessep que terminó plagada de escándalos de corrupción e irregularidades en contratación. La gota que rebasó la copa fue un contrato de $662 millones que entregó a dedo, por el que terminó inhabilitado por la Procuraduría por 12 años.

Pero los votos estaban allí y Mario Fernández, tan buen relacionista como su esposa Ana María Castañeda y un buen operador político decidió canalizarlos.  Se lanzó al Senado en el 2014 con el respaldo liberal que logró gracias a la insistencia de su amigo, el senador barranquillero Mauricio Gómez Amín uno de las estrellas en ascenso apoyado por expresidente César Gaviria. Contó también con la habilidad de su tío Jairo Fernández para aprovechar la maquinaria que había construido y no dudó en instruirlos: cada uno debía aportar con 25 votos al candidato. Se unieron también otros pesos pesados como Gabriel ‘El Bayo’ Espinosa, dirigente de Sincé y el papá de Héctor Olimpo Espinosa, el actual gobernador de Sucre; también se hizo sentir su viejo amigo Alejandro Char. La cereza del pastel a su campaña fue la de Yahir Acuña, uno de los grandes electores de Sucre conocido por sus monumentales campañas con tarimas atestadas con cantantes vallenato, whisky y fajos de billete, financiadas con sus habilidosas contrataciones.

Mario Fernández en campaña

Mario Fernández en campaña

El 22 de febrero de 2014 Mario Fernández celebró su cierre de campaña en la Carbonera Parrilla ubicada en la zona rosa de Sincelejo. Entre su lista de invitados VIP estaba Simón Gaviria que para ese entonces presidente del partido Liberal y Héctor Olimpo Espinosa Oliver, el secretario general de la colectividad. A quien no se le vio fue a su tío Jairo Fernández Quessep de quien tomó distancia cuando a su alcaldía llegaron los escándalos de corrupción e irregularidades en contratación después de ceder un contrato a dedo por $662 millones. Jairo Fernández Quessep terminó inhabilitado por la Procuraduría para ocupar cargos públicos por doce años.

Ser mala paga también le aguaría la fiesta a Mario Fernández que se anotó 51.537 votos para llegar al Senado. En la recta final de su campaña el empresario Álvaro Duran Monterrosa, le prestó $700 millones que nunca le devolvió. Álvaro Durán había confiado en Mario quien era el hijo de sus amigos de toda la vida: don Antonio Fernández Quessep y doña Mercedes Alcocer Rosa y solo dejó como garantía una letra firmada. La Fiscalía terminó embargándole el salario de senador a Mario Fernández. No sería su único lío con la justicia.

Aquel que tuvo por el tema paramilitar fue aún más complicado. La Fiscalía lo buscó para que rindiera versión libre peligrosas con Rodrigo Mercado alias ‘Cadena’, jefe del Bloque Montes de María y tener una cuestionada cercanía con el médico sincelejano Carlos Mario García Ávila, alias ‘Gonzalo’, quien era un invitado frecuente de la cabaña en Coveñas de la familia Fernández Alcocer y se demostró que era aliado de Carlos Castaño y el jefe político de Jorge 40.

En el Congreso Mario Fernández Alcocer es recordado por su silencio y pocas intervenciones, la única pelea que dio fue en la Comisión VI cuando le pidió a la entonces ministra de Cultura Mariana Garcés declarar el centro de Sincelejo como patrimonio histórico, por tener algunas calles con arquitectura republicana. Además de pedirle presupuesto para la creación de las casas musicales y bibliotecas en pueblos olvidados de Sucre.

Aunque Mario Fernández Alcocer alcanzó a anunciar que repetiría curul en el 2018, desistió su candidatura a última hora dejando como heredera a nadie menos que su esposa Ana María Castañeda. Su estrategia era fortalecerse políticamente por punta y punta sin perder el camino ganado en Bogotá a través de la presencia legislativa y desde allí apoyar su aspiración a la gobernación de Sucre.

Ana María Castañeda Mario Fernández

Ana María Castañeda, esposa de Mario Fernández y senadora por Cambio Radical

Ana María Castañeda arrancó la campaña electoral con el capital de su esposo, quien, a pesar de ser del Partido Liberal, empezó a tener acercamientos con   Germán Vargas Lleras gracias a su amistad vieja data Alex Char. En Sucre empezó la disputa electoral entre los candidatos de Cambio Radical al Congreso que querían conquistar el apoyo del ex vicepresidente.

En el último minuto Ana María Castañeda le arrebató la curul al veterano Antonio Guerra, de su mismo partido. Fue un verdadero palo electoral que se definió en el escrutinio porque se dio por sentado que los dos hermanos Guerra de la Espriella, aunque desde orillas distintas, mantendrían sus curules: María del Rosario por el Centro Democrático y Antonio porque Cambio Radical. Pretendía repetir por quinta vez y perdió con la recién llegada al mundo legislativo por 501 votos.

Fernández calculó que tendría entonces una nueva oportunidad y puso sus ojos en la alcaldía de Sincelejo. Allí donde su tío había iniciado el tejido electoral, con las bases en los barrios de la ciudad. No corrió con suerte cuando su empeño se vio nublado por una denuncia tres días antes de las elecciones que lo señalaban de una presunta compra de votos en el pueblo Chochó de Sucre donde lo acusaban haber entregado un transformador de energía y arcos de canchas de fútbol para conseguir votos.  Tener que defenderse lo desconcentró, mientras por el otro lado su contrincante Andrés Gómez buscaba sellar todo tipo de alianzas desde el cuestionado Yahir Acuña hasta el cacique conservador Carlos Andrés Trujillo que con una jugosa chequera cazaba votos por toda Colombia. No alcanzó los 40 mil votos y lo derrotó Gómez, quien en este momento tiene su cargo pendiendo de un hilo por más de 10 mil sufragios.

Fue una amarga derrota, acentuada por la pandemia que paralizó la política y la interlocución personal quedó suspendida, reemplazada por el Zoom. Fernández entró en pausa y se dedicó a los negocios. Sin embargo, todo cambiaría cuando arrancó la campaña electoral presidencial y el Pacto Histórico empezó desde el 2021 a tomar forma. Sin ninguna afinidad política, y casi que contradictores desde orillas opuestas, especialmente en los tiempos de los duros debates del entonces representante a la Cámara contra el paramilitarismo en Sucre y Córdoba, conocía a Gustavo Petro por las escasas encuentros familiares alrededor de su prima, muy querida desde la infancia, Verónica Alcocer.

Fernández, igual que Verónica, sin ninguna afinidad con la izquierda ni los propósitos políticos del Pacto Histórico, hizo de anfitrión en alguna que otra reunión en que acercó otros sectores políticos y sociales a Gustavo Petro cuya popularidad, pero sobre todo en las bases populares eran indudable. Todo indicaba que sería un caballo ganador.

Mario Fernández con el presidente y la primera dama

Mario Fernández con el presidente y la primera dama

La candidatura de coaliciones que montó Petro, sobre todo para la segunda vuelta presidencial fueron una ventana de oportunidad para Fernández, quien encontró uno que otro vaso comunicante con la campaña del Pacto en la Costa Caribe. Pero no mostró mucho la cabeza, entre otras razones porque su esposa Ana María Casteñada actuaba desde Cambio Radical, sin señales de acercamiento con Petro.

El acercamiento con Petro nunca fue político sino por los lazos familiares. En calidad de pariente político, fue invitado, igual que sucreños que entraron por la lista que había armado cuidadosamente Verónica Alcocer, asistió a la posesión del 7 de agosto en la Plaza de Bolívar y luego en la recepción en la Casa de Nariño.

Hasta entonces nada estaba claro de cuál sería su futuro y que oportunidades podrían aparecer con una pariente tan cercana en la cúpula del poder. Pero las cosas se fueron dando. Quien era hasta entonces, la persona más cercana a la primera dama, la española Eva Ferrer fue perdiendo puntos y salió del círculo inmediato de influencia de Verónica Alcocer, espacio que empezó a copar Mario, el primo querido con la complicidad de una vida compartida en los paseos, las fiestas de Corozal, y la vecindad familiar en Sincelejo. La confianza se impuso. Se conocen de toda una vida, la sabe tratar, le entiende su carácter temperamental, sus salidas de casilla y sus carcajadas sonoras.

Fernández entró por esa ruta a la Casa de Nariño: como sombra de Verónica. Pero su cancha de treinta años en los vericuetos de la política local en Sucre, su habilidad y su simpatía y frescura rompieron el hielo presidencial. Su influencia ha ido creciendo en estos siete meses y cada día hace más tareas:  acompaña y aconseja a la Primera Dama en nombramientos en los sectores donde su esposo, el presidente, le ha dado juego y participación, con Bienestar Familiar en la primera línea, influye en el diseño de la agenda, pero ha ido escalando hasta lograr lo que nadie le esperaba: que Petro también le copie.

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