Luis Vega, antes y después de Fuiste mala
Opinión

Luis Vega, antes y después de Fuiste mala

La historia que le cambió la vida a un carpintero de oficio y compositor por vocación.

Por:
junio 12, 2019
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A finales de los años 70, el tema Fuiste mala se convirtió en un éxito. Ganó seguidores en toda Colombia y en países como México, Perú y Ecuador. Sin embargo, el recuerdo para Luis Vega, su autor, sigue siendo de lamentos y decepciones. La historia que le cambió la vida a un carpintero de oficio y compositor por vocación.

 

 

En las noches cuando yo me acuerdo del mal que me hiciste

 

Luis Vega ha compuesto más de doscientos temas. Ninguno le ha dado tanto reconocimiento como Fuiste mala. Cuando se dialoga con él, llega hasta un punto en que, sin darse cuenta, expresa: “Esto fue antes de Fuiste mala”. Sigue… habla, cambia de asunto… y en otro instante sentencia: “Esto lo grabé después de Fuiste mala”.

Esas contantes menciones resultan paradójicas, porque al relatar la historia de ese paseo de tono alto y letra quejumbrosa, sus rabias y pesares afloran como si se tratara de una repentina mutación en su personalidad.

Fuiste mala fue éxito a finales de los 70. Un clásico de la música de acordeón, que siempre escuchamos con una deliciosa añoranza.

Luis Vega vive en San Estanislao de Kostka, un pueblo con nombre de monje polaco, ubicado en cercanías del Canal del Dique, en el departamento de Bolívar, más conocido como Arenal, nombre no oficial, que describe los montículos de arena que se formaban en sus cercanías por efecto de las inundaciones o las torrenciales lluvias.

Fuiste mala fue grabada en 1977, bajo el sello de discos Tropical, pero su historia viaja años atrás en Arenal, cuando Luis Vega tenía 23 años, se ganaba la vida como carpintero, con grandes deseos de cantar, y con un talento natural para la composición.

La historia que narra Fuiste mala es la versión libre de un suceso que uno de los integrantes del conjunto vallenato de Los hermanos Ramos le contó a Luis Vega en medio de las parrandas y ensayos, con las reservas propias de un hombre enamorado.

“Ese era un noviazgo de años —precisa Luis Vega—, de esos que pelean, pero después siguen. Me contó que se iban a separar porque ya no resistía tanta pelea, que todo se iba a acabar, pero la verdad, nunca se acabó”. Aclara que en la relación no hubo infidelidad ni traición. Fue solo el relato de la pelea de novios, que lo inspiró a escribir los primeros versos: “En las noches cuando yo me acuerdo del mal que me hiciste/ Yo no lloro, pero sí por dentro llevo una tristeza”.// Cuenta que dejó de escribir, tomo aire, y se puso a pensar en el relato de su compañero, colega de oficio, y nuevos versos brotaron con generosidad: “Fuiste mala/ con mi corazón, / tú cometiste la traición/ que de ti no esperaba”.//

Ahora, sentado en la amplia terraza de su casa, Luis Vega rueda su silla para esquivar el sol que cae sobre su frente. Mira al horizonte. Me pide, con su mano, unos segundos de espera. Saluda a unos vecinos que pasan frente a su casa y pide algo de tomar para él y la visita.

 

Luis Vega. Foto: David Lara Ramos

 

Respira hondo. Su rostro va de la afabilidad que ha mostrado desde un comienzo, a una rigidez en su frente que solo comprendo después de estas palabras: “¡Joda! —Golpea su puño derecho en la palma de su mano izquierda— se me da por mostrarle la letra al que me había contado la historia. Entonces, él dice una frasecita: ‘Es cierto que en el mundo existen mujeres que dan amor a los hombres por capricho’. Así. Yo, de buena gente, se las he puesto al tema. Claro, a mí me tocó organizar esa frase para ajustarla a la melodía, que también es mía”.

Tiempo después, Luis Vega se la cantó al acordeonero Víctor Ramos, líder de la agrupación de Los hermanos Ramos, quien le hizo los arreglos musicales necesarios para tener una pieza compacta, original. Con la voz de Luis Vega, el tema comenzó a sonar, como algo exclusivo del grupo, en casetas de carnaval, parrandas familiares y fiestas de cumpleaños. A la gente de Arenal le encantó.

 

Antes de Fuiste mala

 

Cuando Luis Vega era un niño cogía las tapas metálicas de las bebidas gaseosas y con un martillo, las aplanaba hasta dejarlas tan lisas con un disco de vinilo. Luego, con las esencias de un dios creador, juntaba barro fino, moldeaba con sus manos tocadiscos y radiolas, bafles en varios tamaños y se dio cuenta que hacer eso le gustaba. Con sus discos de vinilo en una mano, y en la otra su tocadiscos, se paseaba por las calles del barrio como un picotero. Iba de esquina en esquina, poniendo la música que a él le gustaba: la de Alejo Durán, Emiliano Zuleta, Abel Antonio Villa, que cantaba con su fina voz, el público se sorprendía.

Comenzó a componer a los 20 años. “Fue algo que se me prendió de pronto”, Asegura. Un hecho que agradece a su paisano y amigo Joaquín Torres Caballero, fallecido el 11 de marzo de 2015 y autor del éxito Zamba en Palenque. “Éramos amigos —dice Luis Vega para evocarlo—, andábamos juntos en fiestas y parrandas. En aquel entonces, yo tenía una novia, se llamaba Judith. Un día, él llegó con unas letras para que yo se las dedicara. Le puso melodías de temas de Alejo Durán. Cuando yo escuché eso, dije, yo puedo hacer también mis propias canciones, y ahí arranqué”.

Sus primeras composiciones eran al estilo de Pastor López, las que pudo grabar después de Fuiste mala, que fue el primer tema que se hizo vinilo, no como las tapas aplanadas de su infancia, sino como parte de una industria musical que comenzó a florecer en el Caribe colombiano de los años 80.

El caso de Luis Vega es sui géneris. No tiene en su familia antecedentes de músicos o compositores, lo único que recuerda son unos tíos parranderos que eran grande bailadores. María Roca y “El Nene Vega”. “A esos dos nadie se los ganaba tirando pase —recuerda Luis Vega—se iban para sus parrandas, en fiesta de toros, corralejas o carnavales y regresaban borrachos al amanecer”.

Cierra los ojos como intentando escudriñar en sus memoria y cuenta: “Bueno, mi padre, es quizá lo más cercano a lo que soy ahora, se llamaba Francisco Vega, él era arreador de ganado, corralero, lo buscaban para poner hierro, y él cantaba vaquería, eso son cantos improvisados, de trabajo, cuando van llevando el gana’o de un lugar a otro, todo antes se hacía a pie, y a él le tocaba mover cien, doscientas cabezas de una finca a otra, para que el ganado pastara. De niño, a veces lo escuchaba, eran unos cantos bonitos, Arree… vacaa, apúrate morena, jaaaaa, jaaa, jaccaaa, pa’lla no cojas morena, jacca, jaacccaaa…  Eran gritaitos, pero con una melodía cadenciosa, bien sentida, con letras improvisadas, que tenían también su chispa, su picante, se contaba lo que estaba pasando. Ese era mi papá, él murió, pero su recuerdo no se me borra, porque yo lo veía fuerte, laborioso, grande”. Dice Luis Vega como cayendo en su propia melancolía.

A sus 16 años, Luis Vega comenzó a cantar, sin mayores pretensiones, en bandas de vientos que animaban las corridas de toros en las corralejas de la región. Aprendió a tocar el güiro y las maracas, a hacer segunda voz y coros, guiado por el más común de los sentidos: imitar a los cantantes de música tropical y de acordeón, que sonaban en las fiestas de Arenal. Aún no sabía si cantaba bien o era un novato sin talento.

Llegar al conjunto de Los hermanos Ramos fue producto de su obstinación. Un grupo cuyo reconocimiento se extendía por todo el Canal del Dique hasta Cartagena, ciudad a la que viajaban para tocar en casas de familias adineradas o durante las Fiestas de Noviembre.

“Una vez —cuenta Luis Vega— llegué a un cumpleaños en el que estaban Los hermanos Ramos. Me paré en la puerta de la casa, eso fue en la calle de la Maretira. Cuando se acabó la canción, grité que yo quería cantar, ni me prestaron atención, y en la siguiente canción volví a decir que me dejaran cantar… Y otra vez, y nada. Hasta que alguien del grupo dijo: ‘Vamos a darle la oportunidad al pela’o (muchacho). Comencé a cantar una de Lisandro Meza que decía: Cuando la luz divina de tus ojos, penetraron al fondo de mi alma…  ¡Errrda! la canción se me olvidó, me crucé con el acordeonero, pasó de todo, pero entré en el tono, bien afinado, hasta me aplaudieron, y un poco avergonzado, me fui de esa parranda”.

Aquella interpretación informal le sirvió a Luis Vega para entrar al conjunto de Los hermanos Ramos, pero se dio cuenta que debía prepararse mejor... Lo hizo. Fue el comienzo de su vida artística. Tenía 18 años.

En corto tiempo, llegó a ser el primer cantante del grupo, liderado por el acordeonero Víctor Ramos, reconocido por su potente voz y una digitación hábil y precisa.

Desde entonces, se dedicó a cantar y guardó las composiciones de música tropical que había escrito, las que dio a conocer después de Fuiste mala, su primera grabación.

 

La grabación de Fuiste mala

 

La grabación de Fuiste mala está marcada por detalles que entrega el acordeonero Víctor Ramos en la sala de su casa en el barrio Almirante Colón de Cartagena. Elvira, su mujer, me anuncia desde el segundo piso, que en un momento bajarán.

Víctor Ramos. Foto: David Lara Ramos

 

Minutos más tarde, se sienten unos pasos fuertes en la escalera y aparece Víctor Ramos con unas gafas grandes de espejuelos negros. Elvira saluda con sus ojos, y en voz baja me dice: “Él es invidente”.

Víctor Ramos saluda con un vozarrón diáfano. Una dicción limpia, parece que degustara cada palabra antes de emitirla. Tiene 79 años, cumplirá 80 el próximo 25 de diciembre. Es alto, de movimientos mesurados, percibe el espacio antes de recorrerlo.

Cuando Víctor Ramos tenía 10, comenzó a advertir sus deficiencias visuales, se tropezaba con la gente, pero guardó silencio: “Yo creía que todo el mundo veía borroso, y que se tropezarse con el otro era algo natural de la humanidad”, dice con inocencia.  Cuando su visión se redujo casi al borde de la ceguera, ya era tarde para corregir un anómalo desarrollo en sus corneas y pupilas. A los 28 años, dejó de ir a la finca de su padre, porque mientras galopaba, se tropezaba con las ramas de los árboles y llegaba a casa con heridas en su cara y sus brazos. A los 29, estaba ciego y se dedicó, tiempo completo, a su acordeón.

Aprendió de oído, comenzó cuanto tenía 15 años. “En el monte”, precisa. Con un instrumento que su padre, Luis Manuel Ramos, le regaló. Era de dos hileras, marca Rigoletto. A los veinte, era el acordeonero más reconocido del pueblo y sus virtudes exaltadas en toda la región de El Dique.

Al preguntarle con qué música aprendió, responde con un vozarrón que escuchamos cantar: “Oye lo que dice Alejo, con su nota pesarada/ quien como el cucarachero/ con su cachucha bacana”.// Timbre de juglar, muy parecido al de Alejo Durán, y agrega: “Es que Alejo fue el gran músico, al igual que Abel Antonio Villa, esos dos, fueron mis maestros, pero yo aprendí solo, oyendo y practicando todo el día, en la finca de mi papá, que criaba vacas y toretes, era su ayudante, su mano derecha, hasta que perdí la vista”.

Cuenta Víctor Ramos que luego de afincar un repertorio y organizar las tandas de música, se dio a la tarea de armar un grupo. “Teníamos hambre de tocar”, asegura.

Sonaban todos los días, hasta los domingos, donde los llamaran, donde no los llamaran.

El conjunto fue bautizado como Juventud de Arenal, pero al entrar otros hermanos de Víctor Ramos, la agrupación cambió de nombre. Ese fue el conjunto que grabó Fuiste mala con la voz de Luis Vega. El conjunto nació en 1975, dos años antes de grabar Fuiste mala. Un tema que sonaba en vivo en las fiestas del pueblo y era orgullo de sus habitantes más parranderos.

Como director del grupo, Víctor Ramos era el más interesado en grabar Fuiste mala, eso representaba elevar el nivel del grupo y llevarlo a un status de profesional. Así que viajó a Cartagena y se entrevistó con Toño Fuentes, dueño de Discos Fuentes, para ver la posibilidad de grabar.

“Era un tema que estaba bien pega’o (sonaba mucho) en Arenal —cuenta Víctor Ramos—, eso no había pasado antes, le teníamos confianza, pero Toño Fuentes ni nos paró bolas, como éramos unos pelaos (muy jóvenes), y nos dijo que ahora no estaba grabando, que las ventas estaban pésimas, que volviera. Así nos tuvo por varios meses. Un cuento parecido nos echaron en Discos Tropical de Barranquilla, la misma vaciladera (excusas) que esperemos, que si no tienen más temas. Les decía que el tema era éxito en Arenal, y eso les parecía poca cosa”,

Decidido, Víctor Ramos habló con su papá, sobre la posibilidad de que le prestara la plata para grabar. Él había averiguado el valor de quinientos discos sencillos de 45 revoluciones.

Luis Manuel, papá de Víctor, para esos días había vendido unos toros y le dio la plata a su hijo para que hiciera la grabación. “Me dio ocho mil pesos —recuerda Víctor Ramos— y le dije que se los íbamos a devolver con los toques que hiciéramos y le cumplimos, le iba abonando con los días y le respondí como director y dueño del grupo, porque yo siempre he sido hombre de palabra, eso vale oro”.

Víctor Ramos habló entonces con Luis Vega para que se preparara. Se organizó el viaje a Barranquilla sede de la empresa Discos Tropical. Viajaron Mariano Guete, Ado Jiménez, Luis Vega, Griselio Vega, Roger Rodríguez, Luis Alfonso Ramos, Donaldo Vega, Víctor Ramos, Indelson Ramos y Rodolfo Ramos.

Al llegar a Barranquilla, los recibió Jaime Cabrera, que Víctor Ramos había conocido en algunas parrandas en Arenal.

Aquel encuentro, lo narra Luis Vega con su frente rígida y rostro impertérrito: “A ese Jaime Cabrera yo le tenía cierta desconfianza, porque él venía aquí, ponía a tocar al conjunto, con el cuento que nos iba a grabar, pero él no nos regaló nada, tuvimos que pagarle cada peso. Ese tipo me preguntó por el autor del tema y cometo el error de poner de coautor al que me había contado la historia y dado la frasecita. El disco salió, tenía por una lado Fuiste mala y por el otro, Amor imposible, también de mi autoría. Otra vaina, que aún me da piedra (rabia), fue que ese tal Jaime Cabrera nos puso a firmar un papel en el que le dejábamos la cinta para que él la pudiera negociar y grabar cuantas veces quisiera. Te vas dando cuenta, una grabación hasta mal hecha, fíjate una cosa, eso lo hicimos como en tres horas, apenas el tipo ese nos puso dos micrófonos, ahí los brillos no suenan bien, bueno, con todo eso conseguimos grabar y, viene otra: en el pueblo se arma la algarabía, ‘¡salió Fuiste mala, salió Fuiste mala, el tema de Julio Reales, el tema de Julio Reales!’, mucha gente decía lo mismo. Me dije: ¡Mierda! ¿Aquí qué pasó? Ese man, (hombre) se puso a regar la bola (noticia), que el tema era de él, algo que venían haciendo desde que Fuiste mala sonaba en las casetas en Arenal. Pa’ rematar, el tal Jaime Cabrera, cuando salen los créditos del disco, pone primero a Julio Reales y después vengo yo… Menos mal que Dios es grande, y con el tiempo se reveló que él no era compositor, porque un compositor tiene muchas canciones y él no tiene ni una, yo en cambio he grabado más de 150 canciones y tengo otras sin grabar, hasta en el estudio, regalo estrofas completas para completar una canción o componer un verso, así soy yo, pero con la gente viva (deshonesta) yo no quiero nada”.

 

El éxito de Fuiste mala

 

 

Fuiste mala es una canción en tonos altos. Fraseos largos, de cadencias serenas y diversas. Vocalmente exigente, con arreglos equilibrados y una impronta contagiosa, impulsada por pitos cortos digitados con precisión por Víctor Ramos y la voz afinada de Luis Vega.

Víctor Ramos, con los miembros del grupo, comenzó una sencilla estrategia de promoción, que era, esencialmente, dejar los discos en las emisoras de Cartagena, ciudad en la que fue un éxito desde 1977. Mucha gente, ansiosa de tener el disco en su casa, y ante la escasa distribución de la época, viajaba hasta Arenal para conseguir el disco. Igualmente, seguidores de las poblaciones de Villa Nueva, Santa Rosa, Soplaviento, Arjona y Turbaco. “Lo que sucedió fue esto —explica Víctor Ramos— nosotros nos dividimos los quinientos discos entre los integrantes del grupo y en cada casa había un puesto de venta. Costaba diez pesos y eso se vendió rápido, lo primero que hice fue terminar de pagarle a mi papá”.

Luego de que el disco pegó en Cartagena, se buscó, con la misma estrategia, conquistar Barranquilla. Un año después, durante el precarnaval de 1978, Fuiste mala comenzó a sonar. En los días oficiales de carnaval el tema era un exitazo. Ese mismo año, fueron invitados a tocar en La Arenosa. La primera caseta en la que sonó Fuiste mala fue en La Saporrita, de “El capi” Visbal, luego en Adeco. Allí alternaron con Pastor López, Nelson Enríquez y la orquesta La monumental. Fuiste mala siguió propagándose, al año siguiente el grupo volvió como el grupo de músicos de Arenal que había conquistado a los barranquilleros.

Volver a Barranquilla lleno de éxitos, fue para Luis Vega regresar a la ciudad que lo acogió cuando niño y en la que vivió cuando tenía escasos 10 años. “Resulta —narra Luis Vega— cuando yo aún no era músico, viví un tiempo en Barranquilla, en el barrio El Prado. Resulta que una señora de plata de Arenal, de apellido Rodríguez, le dijo a mi padrastro que ella me quería llevar para que le ayudara en las cosas de la casa, eso antes se acostumbraba, en especial cuando la familia no tenía recursos, mi padrastro era corralero de ganado y las cosas en la casas no estaban bien, no hacía falta nada, pero se sentía la necesidad. Me fui para esa casa en Barranquilla, allí arreglaba los jardines, hacía los manda’os, arreglaba la casa, barría la terraza en las mañanas y así”.  Luis Vega estuvo hasta los 12 años en esa casa.

Esa época de popularidad en el carnaval de Barranquilla fue, a juicio de Víctor Ramos y Luis Vega, corta y gloriosa todo por Fuiste mala. Ese éxito desmedido en todo el Caribe colombiano y parte del interior del país generó disputas y malestares en la agrupación.

Los problemas comenzaron cuando llegaron las primeras regalías. Sumaban 29 mil 900 pesos con setenta centavos. “Decían —precisa Luis Vega— que a mí me tocaba repartir las regalías con todo el grupo. ¿Cuándo se ha visto que el autor reparte sus regalías con los intérpretes? Además, eso sí que me da piedra (rabia), me tocó darle la mitad a ese que había metido las frasesitas. Todo eso me molestó y decidí salirme del grupo. Volví a ganarme la vida como lo hice siempre, en mi taller de carpintería, y me dediqué a organizar mis composiciones. A ofrecerlas a otros orquestas, componer en otros ritmos, melodías más tropicales, dándome a conocer como compositor, pero ese reconocimiento se lo debo a Fuiste mala”.

 

Después de Fuiste mala

 

Las disputas con la agrupación de Los hermanos Ramos fueron irreconciliables.  Luis Vega integró al poco tiempo la agrupación de Ramón Vargas, luego la de Elías Rosado. Estuvo como corista con Sergio Moya Molina, hizo parte del grupo Güiro, El Nene y sus traviesos, y por último, llegó a los Soneros de Gamero, con el liderazgo de la cantadora Irene Martínez, a comienzos de los años ochenta, hasta hoy.

Luis Vega arrancó su carrera con los Soneros de Gamero en 1983, con la grabación de Mambaco, que hace parte del larga duración titulado Raspa canilla. Los Soneros de Gamero conquistaron al público de Barranquilla, ganaron cuatro Congo de Oro en el festival de Orquestas, y en otras ocasiones fue declarado fuera de concurso. El público de Barranquilla se enloquecía cada vez que Irene Martínez cantaba Rosa, El lobo, Mambaco, A pilá el arró o El ron está sabroso, todo bajo la dirección de Luis Vega.

“Son buenos recuerdos —dice— buena armonía, la gente aporta y hace por el grupo, entre todo queremos dar un buen espectáculo siempre, así fue desde que estaba la vieja Irene Martínez, una mujer fuera de serie”.

Irene Martínez solo grabó un tema de Luis Vega: El Chicle: “Si se acuesta boca abajo, / yo, yo/ me le acuesto boca arriba/  yo, yo/ para el lao que se voltee, / yo también me le volteo, / pegao, / como el chicle, / pegao, / como el chicle.

Para Luis Vega es un honor haber compartido con Irene por más de 10 años, y haber puesto los coros en más de siete LP que grabó con ella. Reconoce la riqueza de la interpretación de Irene Martínez y la grandeza de esa mujer para el folclor del Caribe colombiano. Irene murió el 22 de agosto de 1993, tenía 77 años.

“Quién la iba a reemplazar —se pregunta Luis Vega— eso sí que estaba difícil, nos quedamos pensando en el grupo, en aquel entonces. Como en la zona y en la región había buenas cantadoras, se probaron varias del mismo Gamero. A veces el problema no es el talento sino el carácter, la forma cómo piensan. Irene era una mujer tranquila, que se dejaba guiar, era una mujer que no sabía leer ni escribir pero tenía una inteligencia grande, se acomodaba a los tonos, uno le escogía el repertorio y ella ahí, pa’ delante. Igual en los ensayos, uno le indicaba y ella atendía. En las presentaciones, era excelente, concentrada y atenta a lo que uno le decía. La primera que trajimos fue a Nelda Piña, muy buena, excelente, ella tenía otras actividades familiares y no pudo continuar. Luego vino Lourdes Acosta, con la que tuvimos un éxito grande como lo fue El cacharrero, del compositor Pedro Pablo Peña, que fue más conocido como ‘Julio abre el ojo’, decía: Julio abre el ojo, un cachaco se conoce a tu mujer/ Los lunes de mañanita/ siempre llega un cacharrero/ ella le sale en batica/ adelante caballero/ y dice que con el cuero/ es que le abona la cuentica// Eso fue grande. Luego vino Isolina León, que es hoy nuestra cantante, con ella hemos tenido varios éxitos, como La tranca y El tum tum.

Luis Vega ha vivido de su carpintería, de sus oficios como corista y compositor al lado de grandes de la música del Caribe como Ramón Vargas, Sergio Moya Molina, Elías Rosado, Nando Pérez, Juan Carlos Coronel o la mencionada Irene Martínez.

Su genialidad ha sido reconocida por grandes músicos como el maestro Juan Álvarez, el pianista Cristian del Real, el guitarrista y productor Rey Arturo González, el acordeonista, Lisandro Meza o el arreglista y bajista Stevenson Arnedo.

“Ellos me preguntan  —expresa Luis Vega con sencillez— que cómo lo hago, pero a mí me sale natural, no sé tocar ningún instrumento ni melódico ni armónico pero a mí me brota la música y la letra al mismo tiempo. Ellos se sorprenden porque yo cambio de tono. Si tengo una melodía la puedo bajar o subir de tono sin problemas, hago los arreglos con los instrumentos que tengo adentro y los sé usar bien”.

Luis Vega cumplirá 72 años en noviembre 24, pero como el mismo dice, “Si me ves, te engañas, porque no soy calvo, no estoy gordo, no se me ha caído el cabello, no tengo barriga”.  Además tiene una contextura atlética producto de su ejercicio constate. Trasnocha y toma lo menos posible y vive rodeado de su familia. Manejar bicicleta por las vías que conducen a Villanueva y Santa Rosa, pueblos vecinos, en la ruta que va hacia Cartagena. En esos recorridos solitarios, se le vienen las letras y las melodías, entonces se detiene, escribe o las graba en el celular. “Los años pasan y la memoria va perdiendo su habilidad, antes yo no usaba nada, me acordaba de todas las melodías y las letras, pero ya no se tiene la misma fortaleza mental. Lo más efímero es la melodía, en casa escucho lo que he grabado, y completo mi canción, hasta que la voy moldeando, así como hice con Fuiste mala”, agrega.

 

Después, vino mucho más

 

Hace unos meses, Luis Vega comenzó a tomar clases de guitarra alentado por sus nietos, que han sido una nueva motivación para aprender a tocar un instrumento armónico. Desde las primeras clases, ha comprendido la teoría de esas armonías que él usa en sus canciones de manera natural, con esos pitos y tambores que hace con su garganta como si amplificara una orquesta que lleva dentro de su cuerpo.

Es un compositor versátil, ha compuesto desde cantos y músicas tradicionales, como chandé y puya, hasta música tropical y salsa. Me dice que tiene ahora un buen número de música de despecho, pero también quiere incursionar en la champeta. “Estoy buscando la forma de hacerle llegar mis temas a unos intérpretes de esos géneros, en especial los de despecho, porque sé que lo que tengo puede gustar para que lleguen a ser éxitos, tan igual o más grande que Fuiste mala”.

Aunque asegura que no mira para atrás, tiene suficiente historia con la que ha aprendido a vivir y de la cual se lamenta con regularidad: “Por ejemplo —me increpa cuando le digo que habla siempre de antes o después de Fuiste mala— he sido un tipo de bajo perfil, no me gusta que me nombren ni nada de eso, pero te voy a contar una de las tantas que me han pasado, dejando a un lado la de Fuiste mala (se ríe). Un día estoy aquí en la casa, me llama Rafael Ricardo, eso después de que se separó de Otto Serge. Me dijo que si me le medía a cantar con él, y le dije, claro. Grabamos ocho canciones, cuatro, eran mías. Metimos un tema del difunto Pedro Pablo Peña, se titula No quiero envejecer, todo eso con discos Fuentes. Grabamos en Medellín, y el disco salió. De la canción No quiero envejecer se hizo un video que se grabó en Cartagena… https://www.youtube.com/watch?v=TX4O2_b-yOk Bueno mi hermano, ahora viene lo bueno, ese video caminó, cuando ya el disco tenía como tres años de estar pega’o, el mismo día que liberaron a Ingrid Betancourt (2 de julio de 2008) me llama un tipo de Cúcuta. Que me andaban buscando. Que si yo cantaba esa canción, y la suelta al teléfono: “Me preocupa que me estoy poniendo viejo,/ y ahora es cuando veo las cosas más bonitas,/ quisiera parar el tiempo compadre/ para que no se envejezca mi vida// Me preocupa que me voy a envejecer/ y no voy a tener las cosas que quiero/ Ay ombe, como las caricias de una mujer/ solo por amor y no por dinero// Que se pare el tiempo,/ que deje de correr,/ que se pare el minutero/ que no quiero envejecer//… Le dije, ¡claro ese soy yo! Me mandaron los pasajes, me fui para Cúcuta, me dieron una plata de anticipo, iba y venía cada rato, solo por esa canción. Fíjate, en ese trabajo yo ni aparezco ni aparece mi contacto. Estuve allá todo el resto de 2008, viajé varias veces en 2009. El tema ya estaba bajando de popularidad, pero me decían que en 2005, eso fue un furor. No solo en Cúcuta sino también en varias ciudades de Venezuela. Si en la carátula están mis datos… ¡Ombe! yo hubiera ganado más plata. Ves por qué te digo que he sido de malas”.

El video de No quiero envejecer tiene 16 millones de reproducciones en youtube y 560 comentarios de seguidores de Ecuador, Venezuela, Colombia, Argentina y México, lleno de elogios y felicitaciones.

Luis me invita a seguir a su casa, y me lleva hasta el centro de la sala. Me dice que espere y llega cargado de LPs, carátulas de discos y CDs en los que ha participado como cantante, corista o compositor.

Los coloca sobre una mesa pequeña y antes de comenzar a mostrarme el material, advierte que hay canciones de las que ya no se acuerda, que se le han ido olvidando, que su memoria ya no es la misma de sus veinte. Comenta que a veces, saca a la terraza su equipo de sonido, dotado de un toca discos de vinilo, los limpia, se compra unas cinco cervezas, y se pone a escuchar los temas que ha grabado durante estos 53 años de vida artística, que para él comenzaron a los 18, el día que le pidió a los integrantes del conjunto de Los hermanos Ramos, que lo dejaran cantar una canción.

Con tal advertencia, guardo silencio, lo veo entrar a otra de las habitaciones de la casa y volver con más discos. Comienza a hablarme de un disco y de otro como si pasara las fotos de un viejo álbum familiar.

“A mí me han grabado artistas importantes. Comencemos con Adolfo Pacheco y Ramón Vargas, ellos me hicieron la primera versión de Fuiste mala, que ya tiene seis versiones, que yo conozca, claro. El Checo Acosta, también me hizo una versión. En esas sí aparezco yo solo como compositor, eso se arregló y ya no tengo que repartir regalías con nadie. Bueno, pero vamos a hablar de otros asuntos, porque ya hemos hablado bastante de lo que pasó antes y después de Fuiste mala.

“Este tema se llama Te quiero Barranquilla, que me grabó Juan Carlos Coronel, que es de los cantantes que más me ha grabado. Él también me grabó Huecos en el pantalón; Cora cora, que pegó duro. Aquí está Pacho Galán con Pocho Pérez y el éxito Ña tambó: “El parrandeaba con Pacho, Ña tambó, con Estercita Forero, Ña tambó, en la parranda era un chacho, Ña tambó, era un teso e’ cumbiambero, Ña Tambó, / Se murió, Ña tambó ¿lo recuerdas?

“Esto se hizo en México, con La sonora Dinamita, aquí hay temas míos: Te quería, te quería y Cariñito. Esta es la orquesta La Heroika, era el cantante, ahí grabé Promesas piadosas. El grupo Son de Ovejas, me grabó Qué humanidad, Se soltó la perra.

“Mira, este es el último CDs del Joe Arroyo, tengo un tema que se titula Quiero felicidad, una salsa. Este se llama Por el suelo, un cumbión, grabado también por Joe Arroyo.

“Este es Hugo Alandete y el grupo Melao, un tema que se titula Se acabó el amor.  Fíjate acá, con Lisandro Meza, me grabó Hijos na’ má: “Oye negro qué haces tú, / yo soy quien cuida la casa, / la que trabaja es mi hija, / y mi mujer que es Nicolasa, / y yo, hago hijos na má, y yo, hago hijos na má”.

Se ríe de manera pícara para festejar la letra que acaba de cantar. Me va a comenzar a hablar de Fuiste mala y le pido que más bien siga con los otros álbumes, que faltan muchos.

“Vale —asienta, y continúa—, este es un tema que yo quiero mucho, se llama El viajero, lo grabó el Joe Arroyo, hace poco la grabo Jerau, es la última versión que se ha hecho: “Soy el viajero que camina/que hace escala en las esquinas/ que duerme en los campamentos/ que no se cansa de ambular// Soy como el mar que es incesante/ tengo la fe del caminante/ que su paso no da atrás// Soy, el que en la noche te llama/ el que toca la ventana… ¿Ya te acordaste? Ese es un tema que se escuchó bastante.

“Esto es con el Nene del Real, me grabó en este álbum Vida sabrosa y un homenaje que le hice a su hijo, que es un genio, se llama Toca Cristian. Mira, El destino, con el grupo Son de Ovejas, tremendo: “Quien nace pa’ policía/ del cielo le cae el bolillo,/ quien nace pa’ zapatero/ del cielo le cae el martillo// Ataja la vaca Pello, atájala la vaca, Pello.// La mujer cuando es maluca,/ se la ingenia en el amor,/ se vuelve como la yuca,/ que no aburre su sabor/ Quien nace para gerente/ desde chiquitico es malo,/ tiene que ser mala gente/ y nacer con cara e’ palo//”.

Le pregunto por su versatilidad para componer en diversos ritmos, desde música de acordeón, cumbias, bullerengue, boleros, salsa y música tropical. Dice que desde niño escuchó música de todo tipo, que eso le viene del mismo ambiente del Caribe en el que se ha levantado. Vuelve entonces a hablar de Barranquilla y me dice: “Yo tuve dos etapas en Barranquilla, cuando niño en el barrio El Prado, ya he hablado de eso y la segunda, como a los 16, me fui de ayudante de hacer baldosas en un taller en el barrio San José, por la carrera 14, vivía en el barrio El Bosque, entonces, cuando volvía a la casa, me quedaba en unas cantinas y bares que quedaban en la carrera 8. Tenían unos traganiques, eso me gustaba, metía las monedas y listo. Ahí escuché a Rolando la Serie, las charangas, La sonora matancera, Roberto Ledesma, Daniel Santos, de todo, música buena de Cuba, de Puerto Rico, del Caribe, en esos bares de la carrera 8 aprendí a cogerle amor a la buena música y aprendí a escuchar de todo”.

Revisa nuevos álbumes y se detiene en uno del grupo Barbacoa, dirigido por el maestro Juan Álvarez. Pasa sus dedos por la lista de las canciones y expresa: “Aquí está, porque yo he compuesto mucha música tropical. Barbacoa sabía cómo tocar. Me grabó un tema que se llama El Bastón. Un tema picante, con su doble sentido, pero elegante: Mi abuelito ya no quiere/ casi salir de un rincón, / él dice que las mujeres/ se burlan de su bastón// ay mujeres, mujeres, / se burlan de su bastón// Mi abuelito ya está viejo, y sin un diente ha queda’o, y le dice a mi abuelita/ que el pan se lo dé moja’o/ Ay mujeres, mujeres, / se burlan de su bastón”.

Interrumpo. Le recuerdo que me dijo que no se acordaba de muchos temas, ni de letra ni melodía y resulta que canta y comenta casi todos. Le digo que debemos hacer un próximo encuentro para que me hable solo de sus composiciones después de Fuiste mala, su primera grabación y me dice que le deje hablar de otro tema, cuyo LP tiene entre manos, para que me dé cuenta de las situaciones que le han tocado vivir con su música: “Ponle cuida’o (atento), fíjate, grabé un tema hace 16 años, es un tema de Miguel Adolfo Pacheco, el hijo de Adolfo, una salsa bien sentida: “Parece que me quieres olvidar, fuiste mala conmigo, de mis garras supiste escapar tanto que te he querido…ohhh ohhh… nos seas mala conmigo”. Y ahora con todo eso del internet, mandan unas vainas del Facebook, donde muestran que fue cipote de éxito en México, en todas partes. Ahí no hubo carátula ni nada, mejor dicho, sin contactos, aquí ni nos enteramos, hubiéramos podidos hacer unos conciertos allá, y ganar plata con esa canción, por eso te digo yo he sido de malas”.

Pone nuevamente ese rostro duro, como si el malgenio fuera una constante en su vida. “No, mi hermano, yo soy un hombre que vivo contento, lo que pasa es que me gustan las vainas bien hechas, correctas, sin manoseos y esas vainas, tú sabes cómo es este medio de jodido, mucho vivo que quiere ganar a costillas de tu talento, eso no va conmigo”.

Guarda el grupo de álbumes y los  CD que ha sacado y los devuelve a los cuartos, con la promesa de volver a hablar de otros asuntos, menos de Fuiste mala, me invita a recorrer el resto de la casa y me lleva hasta un patio elevado, lleno de árboles frutales y matas ornamentales. Se sienta en un banquito de madera a contarme sobre sus nuevos proyectos musicales de champeta y despecho. Me habla de sus hijos músicos: Luigi Jesús Vega, más conocido como El Vega, quien en compañía de Liz Silvio, ha conformado un dúo muy aclamado. Y de Marlon Vega, bajista y cantante, que es ingeniero de sistemas. Tiene un grupo que se llama Los príncipes del Vallenato, en Pasto. Por ambos se siente más que orgulloso, porque para él, es el comienzo de una generación de músicos que encontraron en el canal del Dique las experiencias para seguir creando.

A finales del 2018, Luis Vega ganó el concurso de la canción inédita que se organiza como parte de los festejos de Navidad y Año Nuevo, en su natal Arenal. El tema lo compuso, un día que salió con su bicicleta a hacer ejercicio bien temprano. Se titula Te pido perdón, un paseo que narra la conversación de un hijo con su madre, al enterarse que ella lo iba a abortar. Un tema que gustó tanto al público que ahora busca la manera de grabarlo. Esta vez, eso sí, cuidará cada detalle: hacerse una buena foto para la carátula, escribir sus datos, sus créditos, contactos, por si acaso la canción se pega, y pueda disfrutar plenamente de los beneficios de sus éxitos, algo que ha repetido, le hace falta. Se despide. Promete que la próxima vez solo hablaremos de sus otras creaciones, menos de Fuiste mala. “Es que yo ahí quedé curado —habla sereno, sin exaltarse— yo me prometí, que de ahí en adelante, nadie, óigame bien, nadie, iba a meter una frasecita en un tema mío, es que no acepto ni una palabra, nada. Eso lo decidí desde esa vez y vea, lo he cumplido, y lo voy a seguir cumpliendo”.

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