Lugares comunes
Opinión

Lugares comunes

Ya en las últimas líneas, me pregunto para qué carambas vi ’Lugares comunes’, una película que nos recuerda que todos somos: monotemáticos y tercos en nuestra posición

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junio 16, 2017
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Hay momentos específicos en la vida en donde no es recomendable  haber leído previamente algo en concreto o visto determinada película.

Nunca es bueno haber visto con la pareja aquella película de las cincuenta sombras de Grey ya que lo normal indica que jamás se llegará a aquellas sublimes alturas. Mejor resulta no hacer imaginarios con la película y vaya uno a saber si alguien queda decepcionado. De igual forma, si piensas fundar un banco, no mires antes El lobo de Wall Street y tampoco leas a Brecht quien humildemente se preguntaba quién roba más: ¿el que roba un banco o aquel que lo funda?

Si tienes que acudir a la carnicería para comprar unas jugosas y tiernas costillas más vale no haber visto en las tres horas previas la inquietante película de Schindel llamada El patrón, radiografía de un crimen y en donde todo gira alrededor de una cadena de carnicerías en la misma capital de la carne (Argentina) que ante el dilema de qué hacer con la carne que ya está oliendo feo y que tiene un color verduzco, pues la solución comercial siempre prima.

Algo parecido me ocurrió en los momentos previos de redactar este escrito, cuando la noche anterior había visto la película de Aristaraín llamada igual a como se ha titulado este artículo y en donde, a pesar de haber transcurrido los años  y haber dado el mundo bastante más de ochenta vueltas, el protagonista (Federico Luppi) seguía aferrado y anclado en los años sesentas y toda referencia al buen hacer político está necesariamente ligada al Che y la revolución cubana.

Y en gran medida el mundo de los articulistas en Colombia (imagino que igual ocurre en todas partes) siempre gira en la “verdad” matemática que llevan propagando.

Y habrá trescientos articulistas, algo más, algo menos, y todos ellos repetimos sin cansancio semana tras semana la verdad salomónica que nos acompaña y repetiremos hasta el cansancio los diez temas permanentes de la actualidad nacional y repetimos sin tregua que el baboso de Juanpa ha hecho una paz de mentiras centrada en pocos actos no determinantes frente a la droga que nos inunda y la violencia e inequidad que la acompaña, mientras medio país anda en paro y el otro está olvidado desde siempre, cuando el otro, en aquella esquina, afirma sin titubeos que los avances hacia la paz son innegables (las Farc han entregado gran parte de las armas y el país ya no conoce la violencia que ejercía ese grupo) y que se ha sembrado un árbol que apenas comienza a sacar sus frutos, cuando en la tercera esquina se da cuenta de cómo con cada día que pasa el país se acerca cada vez más a la vecina Venezuela y que ya veremos qué contentos estaremos cuando esos delincuentes tengan mayoría en las cámaras.

Y la cantaleta se repite permanentemente, sin tregua, casi siempre con tonos agresivos, repitiendo cada cual hasta el cansancio su “objetiva” opinión.

Por ello, y ya en las últimas líneas de este escrito, me pregunto para qué carambas vi Lugares comunes, una película que nos recuerda que todos somos una cosa: Monotemáticos y tercos en nuestra posición.

 

De no haber visto la cinta, hubiera escrito
sobre un personaje que infla con helio un diploma de tercer ciclo,
y noto que sobre eso ya había escrito varias veces

 

De no haber visto la cinta, con seguridad este artículo hubiera tratado sobre un personaje público que infla con helio un simple diploma de tercer ciclo para convertirlo en un florido doctorado, y a buena hora caigo en cuenta que sobre eso ya he escrito en varias oportunidades. Lugares comunes.

 

Y hablando de…

Y hablando de personajes públicos, interesante resulta la guía espiritual del ahora candidato Alejandro Ordoñez quien dice que hará una campaña políticamente incorrecta.

¿Será que salió del closet?

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