Los skaters que se la ganaron a la droga

Los skaters que se la ganaron a la droga

Con la Fundación Pasto Extremo, Nathalia Rodríguez logra el cambio de muchos jóvenes

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septiembre 21, 2015
Los skaters que se la ganaron a la droga

No era Narnia pero en Ipiales Natalia Rodríguez, cuando era niña, hablaba con los animales. La cañada y el bosque eran su mundo, allí se internaban durante varios días, viviendo en una casita abandonada, jugando a la expedición Robinson. Los Rodríguez le enseñaron a sus hijos a aprender a disfrutar de la vida así no tuvieran monedas en el bolsillo, así los pantalones de marcas elegantes quedaran para siempre en las vidrieras de las boutiques. Ambicionaron ser felices y lo lograron.

Su juventud la vivió libre, como quiso. Fue una niña feliz. Esa felicidad, en vez de volverla egoísta, la convenció de que el camino era convencer a otros de que siguieran con ella el gran cambio. Y lo logró. La vida de Natalia es servir. A sus 21 años se enfrenta al reto más importante de su vida: ser elegida concejal en Pasto. La mayoría de los que votarán por ella son los skater nariñenses, acorralados, ninguneados, estigmatizados por una sociedad cerrada que no acepta el cambio. Ella tenía 16 años y formaba parte del consejo municipal de juventud. Allí conoció a un grupo de jóvenes cuya pasión eran los deportes extremos. Sin saber mucho sobre patinetas o bicicletas, Natalia acompañó una noche a un grupo de ellos y descubrió que ellos no eran los delincuentes que creía la gente sino que eran pelados empeñados en sacar adelante sus carreras, que tenían aspiraciones de llegar muy lejos, que se enamoraban y creían en un futuro. Eran guerreros en patineta.

La ciudad les dio la espalda. No sólo los miraban por encima del hombro sino que les negaba un espacio para desarrollar sus actividades. Natalia abanderó la causa de ellos, creó Pasto extremo una fundación que busca ayudar a los skaters a encontrar un entorno. Gracias a Pasto extremo se construyeron en la ciudad parques para los patinetos y pistas para todos los que quieren practicar BMX. La labor social de Natalia fue tan importante que en las elecciones de octubre luchará por ser elegida como concejal de la ciudad.

La voluntad de cambio que ha desplegado esta niña pastusa ayudó a que en Pasto los jóvenes dejen a un lado las drogas, la depresión, los embarazos prematuros, para volcar la energía en la ejecución de deportes extremos. Encima de una patineta también se construye ciudad. Además gracias a Pasto extremo, los ciudadanos de a pie no cruzan la acera cuando se encuentran con los pantalones anchos, la gorra volteada, los calzoncillos al aire, se acostumbraron a convivir con esa cultura urbana, los reintegraron y ahora todos viven felices.

A los 21 años Natalia no sueña con ser la primera presidenta mujer de Colombia: ella a lo único que aspira es a seguir creciendo como persona porque sabe que, si se prepara concienzudamente, podrá servir mejor a los demás. Y ese es su sino, la vocación que le cabalga por las venas: la del servicio público.

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