Los colombianos que adoran a quienes los oprimen

Los colombianos que adoran a quienes los oprimen

Es increíble la admiración que muchos profesan por sus propios verdugos

Por: German Peña Cordoba
diciembre 11, 2019
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Los colombianos que adoran a quienes los oprimen

Sucede con regularidad y por condición humana, también ocurre por egoísmo e individualismo, mas no por la satanización de la palabra socialismo. Cuando un inmigrante se establece en el país que inicialmente lo rechazó y logra cierta estabilidad laboral, adquiere documentos y un trabajo digno, odia al recién llegado, lo considera de otra manada y se aparta del natural instinto gregario.

Estos inmigrantes se consideran de otra clase y desconocen a sus congéneres. Odian a todo aquel que llega en las mismas condiciones de pobreza en las que ellos llegaron y con el correr de los días sienten el mismo desprecio por el recién llegado que los nacionales sintieron por ellos. Es una actitud rara. Es el egoísmo en su máxima expresión. Es la insolidaridad, la insensibilidad e indolencia con los de su propia clase, que sufren la marginalidad la segregación y el rechazo de parte una sociedad que les produce urticaria.

Igual fenómeno sucede con el paro general que se lleva a cabo en Colombia y con quienes protestamos en contra de la inequidad de este decrépito y fatídico gobierno del subpresidente Iván Duque. Personas pobres y de clase media critican a aquellos que protestamos en la búsqueda de reivindicaciones que potencialmente los beneficiarán. Las conquistas que podemos lograr los vagos que protestamos ante la reforma pensional y tributaria, la precariedad en la salud y la educación, etcétera, podrían ayudar a todos aquellos de clase media y pobres que no marchan y que a su vez critican a los que marchamos. ¡¡Increíble!! Es el mismo síndrome del inmigrante establecido. Juan Pueblo, el indiferente, que se cree cacao, que no tiene nada y que critica a sus iguales, silenciosamente se verá favorecido con los logros producto de las luchas.

Las elites no estarán dispuestas a cambiar nada. Ellas juegan al cansancio de los marchantes. “Se terminan cansando”, seguro dirán. El desgobierno es evidente. Cada día las cosas empeoran, por lo que la salida está en la renuncia del monigote. Además, en un acto de infinita provocación, este fatídico gobierno y el indolente Congreso aprobaron en las narices del paro la lesiva reforma tributaria, que elimina los subsidios a los pobres, baja impuestos a los superricos y sube impuestos a la clase media. En las propias narices del paro, aprobaron en primera instancia una ley con nombre propio " Andrés Felipe Arias", algo absolutamente vergonzoso. En las narices del paro, aprobaron la reforma laboral de Uribe, donde se pagará por horas. Y pensar que mucha gente pobre y los cacaos de clase media, en vez de apoyar el paro, son los primeros en criticar a quienes buscan frenar los abusos que se cometen contra ellos. Es increíble la admiración que se profesa por su propio verdugo. Adoran a quien los oprime.

Sin embargo, la corrupta clase política sigue sin hacerle una lectura acertada a los hechos que hablan por sí solos. Pretenden las elites políticas matar el mensajero y no interpretar ni escuchar el mensaje. Pretenden buscar el muerto aguas arriba y no aguas abajo. Pretenden desconocer la primavera latinoamericana que se inició en Chile en contra el neoliberalismo arrasador y empobrecedor que padecemos. Pretenden regresarnos a un pasado de guerra y desolación... Pero en Colombia ya es tarde: la paz les cogió la delantera, la paz a través de los acuerdos llegó para quedarse y la única opción es implementarlos, o si no se les viene el mundo encima. La atención de la comunidad internacional sigue latente y no nos quita los ojos de encima

Los enemigos de la protesta buscan culpables por todos los lados, aplican la doctrina del enemigo interno, en lugar de asumir la actitud coherente del presidente chileno Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique, quien reconoció la deficiencia del sistema neoliberal. Mientras tanto, aquí por el contrario dicen: "Gustavo Petro es el culpable de todo". Denota desesperación este rebuscado artilugio. Francamente yo no sabía que Petro tenía tanto poder para movilizar tanta inconformidad. Siendo así, le están atribuyendo un poder gigantesco. Igual sucedió con el pánico inducido del 21 de noviembre, engañar incautos se les convirtió en un vicio irremediable y no enfrentar es para ellos una adicción. Pasan de prefabricar el pánico colectivo a buscar el ahogado aguas arriba. Poco importa las armas que se usen, el objetivo es deslegitimar.

El subpresidente Duque habla de las pérdidas que deja el paro, ¿pero eso es culpa de quién?, ¿quién ha inducido la situación a la que se ha llegado?, ¿cuándo será que este gobierno asume sus propias responsabilidades y deje de achacarle a otros sus propias deficiencias e ineptitud?

Y con este panorama, el América de Cali llegó a oxigenar la caótica situación. El fútbol siempre ha servido para eso. El alto poder de la noche a la mañana se convirtió en hincha de la América de Cali y el partido de la final de campeonato sirvió para amainar la situación del paro. La derrota del Junior no solo significó una pérdida deportiva, sino que tiene un trasfondo adicional: es una derrota política para la Casa Char. Los Char usan el equipo Junior, que es de su propiedad, como un arma política muy efectiva. Esa pasión por el Junior va de la mano de la manipulación de emociones y de intereses políticos electorales. El equipo Junior es la joya de la corona que apasiona a sus votantes. Si el Junior gana y campeona, su electorado se fortalece. El manejo de esta pasión se ve reflejada en las urnas. Para infortunio de la manipulación de emociones, la inconformidad sigue y seguirá manifestándose en las calles con una mayor fuerza.

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