Lokillo, ¿una genialidad sin límites?

Lokillo, ¿una genialidad sin límites?

Ha demostrando que se ha ganado con trabajo el aprecio y la admiración de sus compatriotas. A sus 30 años ha logrado una nombradía incluso internacional

Por: Jesús Ignacio Rivera Cano
febrero 12, 2018
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Lokillo, ¿una genialidad sin límites?
Foto: Instagram @lokilloflorez

Lokillo, la personalidad artística de Yedinson Ned Flórez, es actualmente uno de los humoristas colombianos de mayor reconocimiento en los medios masivos de información en nuestro país, ubicándose prácticamente en el top of mind de los comediantes (la cima de la recordación en esa categoría), de acuerdo con los usuarios de sitios web como YouTube y las redes sociales virtuales.

Lokillo ha sido reconocido como un extraordinario repentista, un muy buen imitador y un cuentachistes en construcción, con un talento cuyo margen de perfeccionamiento es incalculable.

Uno de los rasgos del sobresaliente talento de Yedinson se encuentra en su consciencia de la naturaleza del lenguaje, que se expresa admirablemente —entre otras cosas— en sus ingeniosos juegos de palabras; evidenciables en la construcción de los nombres de sus personajes, en la titulación de las secciones de sus rutinas, en la capacidad de asociación y rapidez mental. En suma: en sus recursos de invención, esas múltiples formas de la inteligencia.

Lo anterior se ha ido haciendo visible de forma dramáticamente creciente a partir de la creación de su personaje Rastacuando, que lo hizo especialmente famoso, desde enero de 2017, por su participación en el canal nacional de televisión RCN —que podía ser visto en el exterior por su señal internacional— y por la masiva reexposición en YouTube de sus presentaciones, con millones de reproducciones, que propiciaron la formación de clubs de fans en México, Perú, y toda Latinoamérica.

A lo anterior se sumó su incorporación a la emisora La Kalle, a partir de abril de 2017, y de su integración al programa Voz Populi, de la emisora Blu Radio, en mayo del mismo año; escenarios en donde multiplicó su imagen con la genialidad de los personajes que fue dando a conocer. Su imitación de Nairo Quintana, James Rodríguez, Maluma, Pipe Peláez, Popeye (Jhon Jairo Velásquez Vásquez) y el alcalde Fico Gutiérrez. La recreación de personajes ficticios con base en figuras de la música popular colombiana: Jimmy Putiérrez, Jhon Tales, y Jhonny Bebiera. Y otras creaciones varias: el Muro de México, Franciscoach, Kalletano, Doctórtolo, el habitante de la Kalle, Bochinche, el llanerito, el “Empresario” de artistas.

Caricaturizaciones que son susceptibles de ser risibles y asimilables, para el público, porque retoman imágenes de la realidad que revisten interés por su actualidad (personajes de la agenda noticiosa del día), o por el carácter estereotipado de aquello que recrean, también por un desarrollo creativo de elementos de la cultura nacional, además por la expresión de emociones que el humor puede permitir. Porque Yedinson entiende que su humor no sólo es inteligente, sino que además es sensible: puede conmover al integrar la ternura.

Y por supuesto que en la búsqueda de la comicidad, nuestro artista hace uso de elementos clásicos como el absurdo y el equívoco; que articula con una adaptación de la tradición folclórica del país, en una técnica empleada en algunas de las canciones de diciembre en Antioquia y en Colombia, en las que se juega con el equívoco de las palabras y el discurso, produciendo el efecto de evocación de expresiones del campo censurado de la sexualidad. Y Lokillo se permite (haciendo uso de la licencia artística) develar —en parte— el tabú.

Además, en su estilo humorístico, propone una vía para que el horror tenga una elaboración psíquica por parte de sus oyentes.

De ese modo, Lokillo ha avanzado en nombradía; al tiempo que en los canales de YouTube de La Kalle y de Blu Radio ha ganado millones de reproducciones.

Y la notoriedad de Yedinson se ha acrecentado demostrando una impresionante capacidad de trabajo; que se ha hecho visible ya en todo en el mundo, en el último año, gracias a su integración al elenco del histórico programa de televisión Sábados Felices (de Caracol),  en junio de 2017. Para no hablar de sus giras con el show “Todo un Lokillo”.

Pero la historia de Lokillo no empieza allí, él ya era reconocido a nivel regional en Colombia por su desempeño en los concursos y festivales de trova más renombrados, cuyas distinciones se ganó en numerosas ocasiones, incluyendo varios títulos nacionales. Estos son sus trofeos de mayor renombre: Rey Nacional Infantil de la Trova en 2003, Campeón Juvenil Nacional de la Trova en 2005, Rey Nacional de la Feria de las Flores en 2008 y 2010, Rey Nacional del Festival de Astrocol en 2011 y 2012, y ganador del Festival de la Trova Orquídea de Oro en 2011, 2014 y 2016.

De ese modo, la historia de su popularidad orientó el curso de su trabajo, al adquirir, con la trova, un prestigio en la cultura popular, que terminaría por llevarlo a la radio (como integrante del grupo Revolcón) en donde improvisaba, hacía libretos de parodias, imitaba a figuras de la vida nacional y creó personajes como Twiterpam, El Oyente o Lentuardo; en la emisora Caracol para el programa La Luciérnaga.

En ese indiscutible despliegue de talento, no obstante, actualmente se manifiesta un rasgo que está caracterizando en parte su personalidad como humorista (la de Lokillo en tanto personaje de Yedinson Flórez), y se refiere a un estilo que los espectadores y oyentes (de YouTube en los canales de La Kalle y Blu Radio) nombran como bullying.

Los “youtubevidentes” observan que ni los compañeros de Lokillo se salvan de su impulso caricaturizador, en ocasiones con expresiones que son interpretadas —por esos espectadores— como crueles u ofensivas hacia aquellos colegas.

Bien es cierto que el campo del humor tiene figuras estilísticas como la mordacidad y el sarcasmo y que la tradición da cuenta de destacados artistas que hicieron uso de sus técnicas para ridiculizar figuras que no les resultaban amables, deformándolas, exagerando sus defectos, como si fueran los rasgos que las definieran.

Ahora bien, la mordacidad se define como una expresión de crítica con malignidad no carente de ingenio; pero no se observa en Lokillo la otra parte de la definición: la propensión a expresarse con aspereza y con una intencionalidad de corroer.

Por su parte, el sarcasmo se comprende como una burla sangrienta, cruel, con que se ofende o maltrata a alguien.

El caso es que, en el despliegue de su personalidad artística o en algunos de sus personajes, Lokillo a veces es percibido por los espectadores como inmisericorde con sus compañeros de trabajo, en su empuje a hacer chistes, incluso reiterando la mención de los “defectos” de aquellos. Eso ha sido comentado por la audiencia en los escenarios laborales referidos arriba.

Nada sabemos de los acuerdos hechos entre Lokillo y sus compañeros con la finalidad de responder a un objetivo privilegiado de su labor: hacer reír a los oyentes, en un contexto que puede ser informativo. Lo cierto es que algunas expresiones de Lokillo hacen pensar en el alcance sobre los sentimientos —las emociones— de sus compañeros. Y  llevan a analizar el grado de consciencia que pueda tener sobre los efectos de objetivación —o instrumentalización— y de desprecio del otro; que eso psicológicamente puede comprender.

Lokillo se ha ganado el corazón de los colombianos, pero en las expresiones referidas muchos entienden, más que una manifestación de un ejercicio humorístico, un irrespeto.

Uno podría barruntar que ese rasgo quizá provenga de su formación en el ambiente de la trova de su época, en las confrontaciones entre los competidores en los concursos de antaño; en donde la atmósfera de caracterizaba por una dinámica en que se buscaba eliminar al otro con el peso de la palabra y del ingenio, asestado golpes a su imagen; poniendo en evidencia los rasgos menos queribles del “rival”, destacando sus errores y sus "defectos".

Desde luego que lo que llama la atención en el rasgo —que en este punto se comenta— no es el uso de la ironía (burla fina y disimulada), que en ocasiones también puede emplear Lokillo, sino la puesta en escena de una caricaturización no amable del otro.

Y eso llama la atención porque, en el contexto laboral que se indicó, la agresión no se dirigiría a un contendor sino a unos colegas.

Vale agregar que parece que Yedinson ha buscado moderar ese rasgo, al introducir una expresión de reconocimiento positivo hacia sus compañeros; aunque sea en el contexto en que Lokillo la usa como contraste o contrapunto con la burla, o el “bullying” sobre sus “debilidades”. Y ese reconocimiento positivo es evidente en la incorporación a sus rutinas, aunque se presente bajo una forma de negación. Así puede entenderse por ejemplo en el programa Voz Populi, en la nominación como "mostros" (hábiles, talentosos, admirados) con que puede adjetivar a sus colegas.

Y eso último es cierto, los comentaristas de los programas en los que participa Lokillo, además de interpretar como bullying el comportamiento que este tiene en ocasiones con sus compañeros, con frecuencia se refieren a la genialidad del humorista agregando inmediatamente lo que ella le debe a las cualidades, habilidades y capacidades dignas de mención de sus compañeros.

En ese sentido, los espectadores destacan que es el trabajo de equipo que Lokillo realiza con sus compañeros el que hace efectiva la expresión de su talento; como resultado de una sinergia de factores propiciados por todos y cada uno de aquellos, en un equilibrio que fácilmente se rompería sin la presencia y colaboración de alguno.

En La Kalle, por ejemplo, ha encontrado un equipo que se armonizó para producir efectivamente una experiencia de satisfacción con el programa: Sara Uribe, Diana Medina, el Pirata Morgan, entre otros, han logrando una construcción desternillante, al lograr transmitir una atmosfera de verosimilitud sobre las dinámicas propuestas a los oyentes y espectadores; alcanzando a generar una conexión emocional con ellos; aspecto difícilmente conseguible sin la participación de todos.

En líneas generales, el carácter auténtico del talento de Yedinson es uno de los factores eficientes en su éxito, que consiste en haber llegado al corazón de la gente. Otro factor es la naturaleza afortunada de la elección de sus escenarios laborales; en tanto contextos de desarrollo profesional que han conducido a un exponencial ascenso de su carrera.

Y el otro factor es la acertada articulación en un equipo de profesionales también especialmente competentes, que aportan el sustento en el que nuestro humorista puede brillar, destacarse.

Y es por este último punto que llama la atención el rasgo antes descrito: a veces pareciera que Yedinson no logra diferenciarse de su personaje (Lokillo), de la “hiperactividad” de este, de ese deseo incontenible de manifestarse y exponer su genialidad. Y esta conducta ha sido promotora —en algunos momentos— de expresiones de Lokillo que son consideradas como mala educación, especialmente cuando no se inhibe de decirle al otro “en la cara” sus “defectos”, en algunos casos de forma repetitiva, hasta un punto en que la reiteración diluye el efecto de la gracia, y el supuesto chiste se transforma en incomodidad, en seriedad, en indiferencia por parte de alguno de sus compañeros; pudiendo esto ser interpretado por el espectador como maltrato.

En ocasiones Lokillo logra trasmitir esa no deseable sensación de llegar al límite y sobrepasarse, de un exceso no tolerable, y en una época en la que la última trinchera del bullying puede ser el humor, vale la pena hacer una reflexión: estar atento al servicio de qué se pone la inteligencia; ser consciente de los destinos que puede tomar un talento sobre la vida de los otros. Cuidar.

Para numerosos espectadores, Lokillo tiene la figura para trascender como el mejor humorista de Colombia. Y puede ser tomado por muchos niños, adolescentes y jóvenes como un modelo, al conocer la historia y el admirable proyecto de vida que ha logrado construir Yedinson.

Innumerables niños y adolescentes ven como un ídolo a Lokillo, y pueden darle el lugar de referente en la estructuración de su personalidad, en la conducta que repiten en su día a día en el escenario escolar y en las relaciones con sus compañeros, al identificarse con los rasgos que reconocen en su humor, y que asimilan, al entenderlos como factores efectivos de su éxito social.

Y allí, especialmente, en el bullying como característica que define un estilo, por los espectadores, supone una gran responsabilidad.

La inteligencia de Yedinson le permite identificar los fines que puede alcanzar el humor: la conciencia, la reflexión, la transformación social.

El horizonte de evolución de su personalidad artística es impredecible, su creatividad está en plena ebullición y el campo de desarrollo es prácticamente ilimitado, el despliegue de recursos para la construcción de los personajes en  los que se desdoblará resulta especialmente interesante.

En síntesis, Yedinson ha demostrando que se ha ganado con trabajo el aprecio y la admiración de sus compatriotas. A sus 30 años, "rápidamente", ha logrado una nombradía incluso internacional. “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

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