La vida del padre Bergoglio, sacerdote argentino, quien fuera el primer ´papa Latinoamericano de la Iglesia católica, después de su deceso el día 21 de abril, será sembrada el sábado 26 de abril en la tierra, para florecer en la espiritualidad de una humanidad agitada y confundida en sus propios fantasmas, contradicciones y acciones.
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Los gestos vitales del pontífice católico de este tiempo, dejan señales y signos que convocan a reflexiones y rectificaciones trascendentales; por ejemplo es muy importante su invitación a una mirada espiritual ecuménica e interreligiosa que abrace las expresiones de vida diversas y su apertura a reconocer nuevas realidades planetarias y nuevos retos ético-morales, fundamentales para abordar la continuidad de la vida. Quizás una expresión especial del legado de Francisco está en sus escritos, porque además tenía grandes virtudes para la escritura; son tres las encíclicas papales, que han sido más ampliamente leídas, aunque no necesariamente comprendidas y apropiadas; en ese sentido, quizás la mejor forma de valorar este excepcional testimonio de reflexividad y espiritualidad humana, sea releer a Francisco en sus tres mensajes claves.
En la alegría del Evangelio o Evangelii Gaudium nos ha recordado que en asuntos de la vida es más importante el hacer que el decir inactivo, o dicho de otra forma, que la mejor forma de decir es hacer. En esta encíclica papal Francisco denuncia el cinismo y el utilitarismo humano que cuestiona como la cultura del descarte y nos presenta a un Dios amoroso y alegre que invita a la acción de comunidad, al compromiso con el buen vivir y al sentir, pensar, actuar, con un sentido de sacralización de la vida desde los actos cotidianos.
En la carta sobre el cuidado de la casa común o Laudato Si, el padre latinoamericano inspirado en otro Francisco, el de Asís, reconoce la inminente situación de colapso climático y de pérdida de la biodiversidad planetaria y propone una ecología humana que va a lo fundamental en relación con la superación de la mirada instrumental sobre la naturaleza, llamándonos la atención respecto a la necesidad de vernos como hermanos de los otros seres y materialidades del planeta antes que sus dueños, invitándonos a asumir la dignidad de la vida más allá de los antropocentrismos que reinan hoy en nuestro medio.
Francisco reconoce la inminente situación de colapso climático y de pérdida de la biodiversidad planetaria y propone una ecología humana
Finalmente, en su mensaje a la fraternidad y amistad que está presente en la encíclica Fratelli Tutti nos insiste en pistas para superar la antropología egoísta y la condena de las relaciones sociales solo vistas de forma arraigada en el enfrentamiento, la pugnacidad y las guerras, para proponernos una mirada esperanzada de coexistencia con otros y con lo trascendental que está siempre presente en otras formas de existencia con las cuales tenemos hermandad. Nos propone así la necesidad de abrazar el mundo con un sentido de discernimiento ético que implica ampliar la conversación social, mediada por un sentido profundo de amor y justicia para devolver la dignidad a un mundo roto y sangrante.
Si la lectura es un buen camino para orientarnos en la existencia, leer estas tres encíclicas de Francisco con un sentido reflexivo, es clave para relacionarnos con nuestros tejidos vivos desde la amistad creativa, con un horizonte de esperanza.
Del mismo autor: El Pacífico y sus exuberantes dones