Las mil y una garroteras del campeón Édgar Perea

Las mil y una garroteras del campeón Édgar Perea

El mejor locutor deportivo de Colombia murió en Bogotá a sus 79 años, por complicaciones pulmonares y renales. Perfil de su vida y obra.

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abril 11, 2016
Las mil y una garroteras del campeón Édgar Perea
Foto: archivo Elheraldo.com.co

El popular narrador deportivo murió en la Fundación Santa Fe, en Bogotá, donde estaba internado bajo cuidados intensivos desde hace una semana. Le aquejaba un complejo cuadro de complicaciones renales y respiratorias. Su familia y la Asociación de Periodistas Deportivos del Atlántico confirmaron su fallecimiento y explicaron que el cuerpo será velado en la capital del país para luego ser trasladado a Barranquilla donde será cremado tras los oficios litúrgicos.

 

Perfil publicado antes la noticia del deceso

Las mil y un garroteras del Campeón Édgar Perea

En sus 79 años Edgar Perea ha hecho lo que ha querido: narró seis mundiales de fútbol, tres juegos olímpicos, cuatro partidos de la NBA, finales de béisbol, treinta peleas por título mundial, un Tour de Francia, fue Senador de la República y el mejor pagado y famoso de los periodistas colombianos deportivos de la historia. Ahora, mientras está en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Santafé en Bogotá, lucha por lograr su último sueño: morir en Barranquilla, su casa, el lugar donde empezó a convertirse en El campeón.

La lucha con la muerte la viene teniendo este chocoano desde el 2012 cuando, después de una cirugía y desatendiendo los consejos médicos, salió de su apartamento en Bogotá en pleno aguacero. Para protegerse del agua se metió en un centro comercial y allí se quedó completamente ciego antes de desmayarse. Se despertó en una cama de la Fundación Santa Fe. Tenía meningitis. Su salud, desde esa fecha, desmejora paulatinamente.

Y a pesar de eso el Campeón sigue luchando. Retirado de la narración de partidos de fútbol desde la final del mundial de Francia 98, Perea volvió el año pasado a narrarles a los barranquilleros la victoria de Colombia sobre Perú, 2 goles por cero. Sin los reflejos y el poder de su voz de hace veinte años, Édgar Perea todavía mueve pasiones.

En la década del 80 las descomunales peleas que tuvo con sus amigos y rivales, Jaime Ortiz Alvear y Oscar Rentería en el popular programa La Polémica le valieron tres sanciones del ministerio de comunicaciones. En el Tour de Francia de 1986 se agarró a puño limpio con un especialista en ciclismo que cuestionó sus conocimientos.

Un año después, cuando muchos creían que su carrera había terminado, reapareció de manera espectacular aterrizando en un helicóptero en el centro de la cancha del estadio Metropolitano de Barranquilla, el mismo que él ayudo a construir, ante los aplausos y el fervor de los 60 mil espectadores que agolpaban sus gradas.

A partir de allí Perea fue el rey indiscutido de Barranquilla hasta que las pasiones que despertaba su voz hicieron que Caracol le ofreciera un contrato de 10 millones de pesos mensuales para ir a transmitir en Bogotá. “Perea traidor” decían las pancartas que entraron una tarde de enero del 92 al Metropolitano para despedirlo.

Lo amaban y el Junior quedaba huérfano sin el Campeón cubriendo los partidos.

En los noventa se convirtió en el mejor de los lucutores radiales del país. La narración de su voz cantando cada uno de los cinco goles que Colombia le hizo a la Argentina en el Monumental quedará para la historia. Era la voz oficial de la selección y dejó de ser un simple cantante de goles para entrelazarse en polémicas como la que le formuló a Francisco Maturana por la no inclusión en la titular de Adolfo “El tren” Valencia, goleador del Bayer Munchen que en esa época dirigía Franz Beckenbauer.

La política se le atravesó en 1998 cuando, después del Mundial de Francia, fue Senador de la República. Él, acostumbrado siempre a ganar, tuvo que ver como Andrés Pastrana ignoraba su propuesta de hacer un ministerio del Deporte, iniciativa que le había significado 75 mil votos, obteniendo la segunda votación más significativa del país.

Cuando, en el 2000, lo echaron del congreso por un escándalo, Perea quiso ser alcalde de Barranquilla pero no pudo con los caciques tradicionales. Se retiraría de la política, alternaría en algunos programas deportivos pero su imagen ya había sido relevada por los Marocco, Cazale y Rueda, periodistas a los que El campeón  tildó en su momento de Señores sin categoría ni prestigio, y sería, durante el último año del periodo de Uribe, Embajador en Surafrica.

Al regreso al país quería tomarse las cosas con calma, disfrutar de sus cuatro bisnietos y de su última esposa, Angelica Redondo, pero su salud le ha jugado una mala pasada. Ahora, mientras se disponía a regresar a su Barranquilla amada, una enfermedad, sobre la que los medios han especulado hasta el hartazgo, lo ha vuelto a recluir en la unidad de cuidados intensivos de la Fundación Santa Fé, en donde, la última vez que estuvo, perdió 13 kilos.

Con la fuerza que lo ha caracterizado el Campeón, Edgar Perea, espera ganar la pelea más dura: La que tendrá que dar por su vida.

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