Las huellas del tigre Alonso Ojeda Awad

Las huellas del tigre Alonso Ojeda Awad

Relato de una intensa vida con el ritmo de la historia de Colombia: los años 70, Camilo Torres, el ELN, Alternativa, Bateman, los caminos de la paz

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junio 01, 2020
Las huellas del tigre Alonso Ojeda Awad

Contar la vida con sus ires y venires, requiere valor y profunda honestidad, ambas condiciones las tiene Alonso Ojeda Awad, quien ha publicado un libro, de memorias, remembranzas y reconocimiento a muchos generacionales, un libro para aprender de las búsquedas y compromisos de una generación, que fue proyectada a la vida de la acción política por dos grandes procesos, uno nacional: el pacto del Frente Nacional y otro de repercusión en todo el continente: el triunfo de Fidel Castro y sus barbudos, ambos marcaron la vida de Alonso Ojeda Awad.

Alonso, nació en Ocaña en 1944, su infancia transcurre en medio de una cruda violencia, donde su padre pierde dos hermanos, es la dura violencia entre liberales y conservadores, la provincia de Ocaña fue de las regiones duramente golpeadas por barbaries –hasta el día de hoy- en esa dura infancia, se nutre desde la familia de un deseo de cambio, su padre, Pedro Julio Ojeda Barbosa, es liberal Gaitanista, su Madre –quien falleció recientemente- María Susana Awad, va ser la primera mujer Alcaldesa del país, en ese ambiente de preocupación por el transcurrir de la sociedad, se va a forjar en Alonso, una pasión por el cambio, por la política, por la acción transformadora.

Su tío José Elías Awad, estudiaba en Bogotá, en los años de la dictadura del General Rojas Pinilla, se salvó, en los hechos del 9 de junio de 1954, cuando 14 estudiantes fueron asesinados en pleno centro de Bogotá, por unidades del Batallón Colombia, a su regreso a Ocaña, buscando protección, José Elias compartía estas historias y el niño Alonso, escuchaba de marchas, protestas y muertos, todo esto lo fue involucrando en la convulsionada Colombia de la que hacia parte.

Por su padre, se enteró de la llegada a La Habana el 1 de enero de 1959, de Fidel Castro, su padre era asiduo escucha de la Radio y desde La Habana llegó esta noticia y Fidel Castro y Cuba, se volvieron referente para Alonso. Desde el Colegio, se apasionó por la lectura y por el activismo social y político, por su tío José Elías, se aplicó a la lectura del Marxismo y a la promoción de círculos de obreros, en una ciudad en extremo religiosa y conservadora, eran sus primeros pinos de una vida volcada a la idea de transformar a Colombia, idea en la que se mantiene hasta el día de hoy.

Cuando llego el momento de elegir una carrera, optó por la medicina, sentía que desde allí podría contribuirle a la sociedad, se presentó a la Universidad Nacional en Bogotá, su padre lo acompañó a su examen de admisión, en el cual logra un cupo, su madre, al momento de partir a instalarse en Bogotá, le recomienda buscar orientación espiritual en Bogotá, obediente y creyente, Alonso busca al capellán de la Universidad Nacional, se encuentra con el padre Camilo Torres Restrepo, quien le pregunta que si es cristiano, por supuesto responde Alonso y Camilo le dice: el deber de todo cristiano es ser revolucionario y el deber de todo cristiano es hacer la revolución, este encuentro es en los primeros  meses de 1963 y va a marcar de manera definitiva la vida de Alonso.

Alonso, se vincula al Movimiento Revolucionario Liberal, en el momento en que su líder Alfonso López Michelsen es amigo de la Revolución Cubana y exhorta: “Pasajeros de la Revolución, subir a bordo”, se desencanta del MRL y se vincula al MOEC, acompaña junto a muchos líderes estudiantiles al Padre Camilo Torres Restrepo, en su iniciativa de juntar a todos “los no alineados” en el Frente Unido, vende de manera entusiasta su periódico, forma parte de los jóvenes que se vuelcan a los barrios populares a compenetrarse con la gente más humilde, es seleccionado por Camilo Torres para ir a conocer de primera mano la experiencia de la Revolución Cubana, -nada de armas y escuelas guerrillera- estando allí, se enteran de la vinculación del sacerdote a las filas del ELN, ese anunció es el 7 de enero y el 15 de febrero se enteran de su muerte en una emboscada, eso será un enorme golpe para Alonso, pero igualmente le reafirma en la acción política con armas.

Regresa a Colombia, sigue sus estudios de medicina, ve como en las universidades hay efervescencia por la acción armada, muchos de sus contemporáneos toman el camino de la acción guerrillera en las montañas, buena parte de ellos al ELN, él quiere tomar ese camino, su amigo Francisco Mosquera, le dice que ese no es el camino, que la prioridad es organizar a la clase obrera, Alonso no cree que esa sea la prioridad, Francisco Mosquera será el fundador del MOIR, que se nutre de una parte del MOEC y Alonso se graduara de medicina, ira a su rural en Aguachica y se integrará al ELN.

Transcurre el año de 1970 y Alonso es médico en Aguachica, contactos del ELN lo buscan, es urgente, Fabio Vásquez Castaño el máximo dirigente del ELN se ha disparado de manera accidental y tiene una grave herida en el abdomen, Alonso acude a su auxilio, lo llevan a Ocaña y allí cuadra todo para que un cirujano de experiencia y confianza lo opere, eso le salvo la vida a Fabio, quien murió hace pocos meses en La Habana.

En el año 72, Fabio Vásquez, pierde su mochila, el Ejercito recoge allí valiosa información de militantes del ELN, Alonso es capturado junto a cerca de 250 personas en varias ciudades: Bogotá, Bucaramanga, Barrancabermeja, Cali, entre otras, no pocos intelectuales, obreros, maestros, todos son juzgados en el Concejo de Guerra del Siglo, como se lo conoció en la ciudad de El Socorro, por temas de trámites legales ante la terminación de uno de los tantos “Estados de sitio”, el juicio pasa de los militares a jueces civiles, el caso es  llevado por el jurista Jaime Pardo Leal, quien los absuelve y retorna a la libertad.

Se incorpora a la guerrilla rural, luego del duro golpe de Anorí, donde un destacamento del ELN es detectado, luego de un cerco de más de cuatro meses el saldo son cerca de treinta muertos, entre ellos los hermanos Antonio y Manuel Vásquez Castaño, es un duro golpe para la guerrilla y para su máximo comandante, son sus hermanos los que han muerto, eso desencadena un nuevo ciclo de criminalidad interna, donde son fusilados destacados miembros de la red urbana, a quienes se les acusa de no haber hecho lo suficiente para aprovisionar a la guerrilla cercada de la logística necesaria para vadear los crecidos ríos que completaron el cerco, Alonso vive estos dramáticos momentos de “juicios” llenos de arbitrariedad y paranoia, eso lo marcará para toda su vida.

Hace parte de una guerrilla enmontada, alejada de las intensas luchas sociales que se dan en las jóvenes ciudades colombianas, le toca la dura vida de una guerrilla donde prima la fuerza y el esfuerzo físico, la discriminación a los urbanos, una cultura asfixiante de poner énfasis en la acción de las armas, todo ello lo vive con intensidad y junto a otros compañeros, de manera especial Medardo Correa, inicia un “Replanteamiento”, quieren darle otro lugar a las armas, que sea una lucha social acompañada por las armas y no las armas alejadas de las luchas sociales, así inicia el “Replanteamiento”.

Por temas de salud, sale junto a Nicolás Rodríguez Bautista y Medardo Correa a tratamiento de salud a Bogotá, corre el año de 1976, allí los tres se relacionan con el equipo de la Revista Alternativa, dirigida por Enrique Santos Calderón, este le presenta Jaime Bateman Cayón, el máximo líder del naciente M-19, que aun se mueve con soltura, a diferencia de Alonso, quien es buscado por las fuerzas de seguridad, para ese momento ya Fabio Vásquez, está en Cuba y se inicia una estrecha amistad y solidaridad entre Alonso y Jaime Bateman.

Jaime lo protege y le provee de sitios para que viva, de recursos para que se mueva en una dura clandestinidad, allí se habla de la posibilidad de una fusión entre el ELN y el M-19, pero el ELN es una organización en crisis y sobre todo  Alonso y Medardo, andan buscando insertarse en una dinámica social y Jaime anda buscando intensificar la lucha armada, allí hay un desencuentro, porque Alonso viene recorriendo una crítica a las armas, es diciembre de 1978, Jaime le dice a Alonso que van a realizar una acción grande, que eso va a generar una reacción que es mejor que salga de la ciudad, ese será su último encuentro y lo que se viene es el robo de las armas del cantón norte, que va a marcar este conflicto.

Del 78 al 80, Alonso vive una fuerte búsqueda interna y de activismo por adelantar el “Replanteamiento” que él y otros consideraban debía darse al interior del ELN, de esas cavilaciones y búsquedas, concluye de manera rotunda y firme que la acción armada no tiene ya sentido, que no va a producir ninguna revolución, que siguen plenamente vigentes la causa de trasformar a Colombia, de superar tantas injusticias y antidemocracia, pero que estas transformaciones no vendrán por las armas.

Tantas rupturas internas y con el proyecto armado al que lo vinculo el sacerdote Camilo Torres Restrepo, fue un proceso doloroso, lento y meditado, tomada la decisión, siendo un hombre que vive en la clandestinidad, asume que dar el paso a la legalidad, en un contexto muy adverso, campea la tortura, son cientos los líderes sociales y políticos detenidos de manera injusta, junto a cientos de guerrilleros, son los tiempos del nefasto “Estatuto de seguridad”, en el gobierno del Presidente Julio Cesar Turbay Ayala, en ese clima tan enrarecido decide su legalización.

Para decirle a Colombia que ya no cree en la lucha armada, que no hace parte del ELN, se propone la publicación de una Revista, busca al dirigente Liberal, Álvaro Uribe Rueda, a quien conoció en el MRL y era un destacado parlamentario y paisano Santandereano, para que lo acompañe en la presentación de esta revista, cursa invitaciones a muchos líderes sociales y políticos que le conocen desde su época de líder estudiantil en la Universidad Nacional. El mismo día en que está programada su aparición pública y la presentación de su proyecto editorial para iniciar una nueva etapa de su vida, en la madrugada es allanada por el Ejército Nacional, su casa materna, donde vive con su compañera Gloria Amparo y sus dos pequeños hijos, que le han acompañado en las correrías de los últimos años.

Alonso es llevado a las caballerizas del Cantón Norte, siendo ya canchero en esas lides se viste con su mejor pinta y se lleva un voluminoso libro de medicina, en las caballerizas le preguntan por los líderes del ELN, por sus pasos, por sus proyectos armados, Alonso responde que ya no sabe de ellos y que no anda en ningún proyecto armado, que ese mismo día el Dr. Álvaro Uribe Rueda lo va acompañar, junto con muchas otras personalidades a la presentación de una revista, que el ya no tiene nada que ver con el ELN, que es un hombre de paz. Los militares le responden: “vamos a creerle, pero vamos a estar muy pendiente de sus pasos”, así se mantuvo Alonso durante varios años, con los ojos de una vigilancia que no le creía su apuesta civilista.

Luego de su fervor por la lucha armada, vino su trabajo paciente y tesonero por los mismos principios que lo han animado: justicia social y democracia.

Las Huellas del Tigre, es un libro que narra en voz de su protagonista, una vida de búsquedas y compromisos.

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