Las economías sí pueden resucitar, los hombres no

Las economías sí pueden resucitar, los hombres no

El presidente enfrenta una nueva disyuntiva: decretar una medida que ponga en peligro la vida u otra que ponga en riesgo la economía nacional

Por: Roberto Rafael Cervantes Barraza
abril 20, 2020
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Las economías sí pueden resucitar, los hombres no
Foto: Leonel Cordero

Mediante decreto No. 457 del 22 de marzo de 2020 el gobierno nacional, en cabeza del presidente Iván Duque, declara el aislamiento preventivo de todos los colombianos desde la 11:59 p.m. del martes 24 de marzo hasta la misma hora del 13 de abril.

Para adoptar esa medida el Estado colombiano tuvo como fundamentos que: el reciente 7 de enero la Organización Mundial de la Salud identificó el nuevo coronavirus y declaró este brote como emergencia de salud pública de importancia internacional; que el 6 de marzo de 2020 el Ministerio de Salud y de la Protección Social dio a conocer el primer caso por coronavirus en Colombia; que el 9 de marzo de 2020 la OMS solicitó a los países la adopción de medidas prematuras con el objetivo de detener la transmisión y prevenir la propagación del virus; , que el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró el brote del coronavirus como una pandemia.

Para esa fecha, marzo 24 de 2020, Colombia tenía únicamente 306 casos confirmados de coronavirus sin víctimas mortales. Sin embargo, en ese momento, para el gobierno, esa cifra era lo suficientemente alta para decretar el confinamiento obligatorio.

Hoy Colombia registra más de 3.792 contagios reportados y 179 víctimas mortales, 12 veces más el valor de la cifra que sirvió para decretar el confinamiento obligatorio. No obstante, de manera opuesta a la lógica, no se arrecia el aislamiento, pese a que durante su transcurso se han dado 3.400 contagios más a la cifra que dio su origen, sino que contrariamente, se piensa tomar una decisión adversa y los 3.792 casos de contagio, son fundamento esta vez, pero para que se avizore el levantamiento parcial de la cuarentena.

Claro, ahora algunos defensores de la medida dirán que el periodo de cuarentena fue aprovechado para dotar y ampliar el número de camas en los hospitales y, cuantitativamente, pueden tener razón. Colombia antes del COVID-19 contaba con apenas 1,7 camas hospitalarias por cada mil habitantes y, a la fecha, por efectos de atender a los enfermos de la pandemia, en algo se ha debido superar tan deprimente cifra.

De acuerdo con el último dato del Registro Especial de Prestadores de Servicios de Salud (REPS), Colombia cuenta en total con 84.556 camas hospitalarias para aproximadamente 49 millones de habitantes. De ellas, 39.961 están destinadas para la atención de adultos; 10.057, para pediatría; 7.543, para obstetricia y 5.384, para cuidados intensivos, pero solo 10-15% de esas camas operan como aislados (no más de 750) y no más del 2 % con cuartos con presión negativa.

Las proyecciones del decreto No. 417 del 17 de marzo de 2020 estiman que, por la vertiginosa transmisibilidad del nuevo coronavirus, las personas contagiadas podrían ser un 34.2% del total de la población. De ese porcentaje, estarían en estado severo 13.8% (550.600) y en estado crítico 4.7% (187.523). Bajo tal cálculo, previó la necesidad de incrementar la oferta de las unidades de cuidado intensivo de adultos en cerca del 10% de la capacidad actual; la inversión de esas nuevas camas UCI, llegaría a los $200.000.000.000. Pero aun así serían insuficientes. Muy insuficientes, porque la ocupación de las camas UCI existentes actualmente es cercana al 80%.

Hay que admitir que las cifras de contagiados e intrahospitalizados están muy por debajo de las pronosticadas. Un análisis en contrario nos diría que, a pesar del confinamiento, que presupone el contacto casi nulo entre sí de los colombianos, el virus tuvo la capacidad de crecer 12 veces. Pasó de 306 a 3.792 contagios. Repito, aun estando cada uno de nosotros en casa. Del escalamiento o del potencial de contagio del virus en escenarios de aislamientos inteligentes y de cuarentenas flexibles, nos tocaría aprender de lo que está pasando en España, en Italia y en los Estados Unidos, países que implementaron las medidas de prevención de contagio, como hasta ahora, se están proyectando ser implementadas en Colombia.

Algunos dirán falazmente que ya hay capacidad hospitalaria para atender a los que se pudieran contagiar, abriendo así la más grande disyuntiva que pudiera enfrentar un presidente en la historia de Colombia: imponer una medida que obedezca al más cruel capitalismo salvaje, poniendo en peligro las vidas de los ciudadanos, o confinar a las personas poniendo en peligro la vida de la economía nacional. Sobra advertir que la historia ha contado que las economías sí pueden resucitar, ¡los hombres no!

Lo que nunca debe contar la historia es que bajo el pretexto de haberle construido hospital al coliseo, los que están en las gradas más altas, protegidos de la fiera, le ordenen al verdugo, refiriéndose al pueblo, en un grito que diga: abra el portón y suéltelos al tigre.

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