La traición de Marlon Marin, el sobrino de Iván Márquez que lo mandó de regreso a las armas

La traición de Marlon Marin, el sobrino de Iván Márquez que lo mandó de regreso a las armas

Con todo listo para ser Senador, el excomandante se aterrorizo por la información que su sobrino entregarle a la DEA sobre las Farc y el narcotráfico y huyó

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septiembre 20, 2022
La traición de Marlon Marin, el sobrino de Iván Márquez que lo mandó de regreso a las armas

Marlon Marin era bien conocido en entre los comandantes de las Farc. Su tarjeta de presentación era la de ser sobrino del entonces empoderado Iván Márquez, el negociador del Acuerdo de paz por parte de la guerrilla. Incluso, por esa misma condición había sido delegado por la guerrilla desmovilizada para acordar proyectos productivos en la recién creada consejería para el post-conflicto en cabeza de Rafael Pardo. El 8 de febrero del 2019 se presentó a la casa de Jesús Santrich, el más cercano de los comandantes a Iván Márquez, en el barrio.  Ese día, en la casa que el estado le había entregado para su uso a Jesús Santrich en Modelia,  un barrio de clase media en cerca al aereopuerto El Dorado de Bogotá. La reunión tenía un propósito: cerrar la  venta de diez toneladas de cocaína con el Cartel de Sinaloa.

Lo que no sabía Marín es que estaba siendo seguido por la  Fiscalía quien lo había interceptado y había descubierto que detrás de sus constantes viajes a Venezuela, estaba el interés de quedarse con la plata de la salud de los reinsertados de las FARC. Aunque iban detrás de otro negocio ilícito, el seguimiento permitió establecer que el sobrino de Iván Márquez actuaba como intermediario en una organización narco. La palabra clave para referirse a la droga er el de televisores.

La investigación de la Fiscalía coincidía con la de la DEA que llevaba meses siguiendo a Marlon Marin en sus constantes viajes entre La Habana y Bogotá. Fue tal la celada que cuando lo capturaron el sobrino fue cogido con las manos en la mesa. No se supo de él por algunos días hasta que, presionado, decidió colaborar con la justicia norteamericana, sin importarle los lazos de sangre con el comandante ivan Marquez de quien tanto se habia nutrido. Lo  delató o a él, a Jesus Santrich  y a muchos otros de la organización guerrillera y aportar pruebas de sus negocios con el narcotráfico.

La captura de Marin, le prendió las alarmas a  Iván Marquez quien debía conocerlo bien. Entendió que estaba en alto riesgo y según el Acuerdo de paz firmado cualquier negocio con coca lo colocaba en manos de la justicia ordinaria, sujeto a ser extraditado, como cualquier colombiano. No dudo en cambiar de un golpe los planes. Echó  por la borda su futuro como Senador de la Republicase como aparte de la bancada de diez congresistas del partido Farc en cumplimiento del Acuerdo de paz, y  desapareció. El 19 de abril apareció su primera foto junto a El Paisa, el comandante de la columna Teófilo Forero, uno de sus aliados en la guerra, en el Pato, Caquetá. Con esta decisión quemó las naves. Dos años después de firmada la paz, volvía a la selva, a la clandestinidad y la guerra.

La relación de Marlon Marín con Jesus Santrich se había estrechado después de la desmovilización y entrega de armas de las Farc. Se tenían confianza para los negocios, atravesados en muchos casos por la coca y los dólares. En medio de los dos están el reconocido narco mexicano Rafael Caro Quintero, fundador del cartel de Guadalajara junto con Miguel Angel Felix Gallardo. Eran los años 80 y los colombianos mandaban la parada en el mundo de la droga. Caro Quintero, recientemente capturado, abrió las rutas del negocio con Colombia.

Su sobrino Marlon, hijo de su hermana Edna Maritza, se habia propuesto localizar al tio guerrillero.  A finales de 2009 llegó al campamento con una mano adelante y otra atrás y un costal de deudas adquiridas en Neiva, Huila, a donde se había trasladado la familia desde Florencia, donde Marlon trabajaba como profesor de un colegio técnico. La búsqueda de su tío tenía un propósito desesperado: conseguir recursos y de paso huirle a su mala racha que había dejado al menos veinte deudores que lo acosaban en todas las esquinas de Neiva. Pasó la prueba guerrillera y después de un veloz acomodo empezó la transformación de Marlon Marín como el contacto obligado para acceder al tío comandante. Su gusto por el confort, buena ropa y carros se convirtieron en su sello, unido a un carácter dicharachero que abría puertas a una guerrilla aislada en la clandestinidad. Se ganó la confianza del tío, pero también de su compañero de todas las horas: Jesús Santrich.

La familia Marín Arango se reencontró en julio de 2016 en el funeral de doña Carmen Cecilia Arango en Neiva. Después de veinte años reapareció el hijo pródigo Iván Márquez quien viajó desde La Habana en un avión dela Cruz Roja Internacional y con autorización oficial del Comisionado Sergio Jaramillo. Sorprendió a los asistentes vestido de lino, con la lectura en tono recitativo de un poema de Pablo Neruda, frente al féretro en el funeral que se llevó a cabo en la iglesia Nuestra Señora de Fátima en el barrio Las Palmas, que fue trasladado luego a Jardines del Paraíso en la capital de Neiva.

Iván Marquez en el entierro de su mamá

La metamorfosis del anónimo pariente mal vestido que llegó a Conejo, en La Guajira, en un personaje con ínfulas de negociante fue evidente. Vivió algún tiempo a Maracaibo, la ciudad fronteriza de Venezuela donde se instaló en una cómoda casa y montó un negocio de compra-venta de carros donde recibía guerrilleros para apoyarlo sobre todo en la atención de salud. Uno de quienes pasaron por su casa fue la holandesa Tanja Niemayer quien debía ser sometida a un tratamiento médico; recibía también   correos humanos que mantenían contactos con Venezuela. Eran los últimos años de Hugo Chávez llevando la batuta de la Revolución Bolivariana para quien Colombia era una aliado estratégico y la guerrilla de las Farc no era vista como amenazante. Venezuela aún no sentía con todo el rigor la crisis.

El gusto de Marlon Marin por el dinero y la buena vida lo llevaron a traicionar al tio y a varios comandantes de las Farc con tal de salvar su pellejo. Vive con otras identidades en Estados Unidos

 

En cinco años la vida le dio una nueva oportunidad. Marlon Marín se convirtió en una de las primeras personas externas al equipo negociador en tomar el avión rumbo a La Habana donde su tío fungía como poderoso jefe negociador de las Farc. Compartía la vivienda con Márquez y Santrich en una de las casas diplomáticas cedidas para los comandantes negociadores de la guerrilla y el gobierno Santos en el barrio El Laguito de la capital cubana. La confianza era total y los favores de Marlon Marín, que se trasladaba con fluidez entre Cuba y Colombia, no se redujeron a estos dos comandantes: llevaba desde Bogotá televisores, equipos de sonido, celulares y cuanto antojo le requirieran los acomodados negociadores. Aunque no puede afirmarse con certeza, es posible que ya en el último año de la negociación, en el 2016, estuviera infiltrado por la DEA, que le tenía la pita cogida por narcotráfico. Se estaba tejiendo la red.

Al final Marín negoció con los Estados Unidos en donde vive, protegido por la DEA, donde ya no disimula en sus pretensiones y su gusto del dinero mientras su tio, el excomandante de las Farc y fundador de la Segunda Marquetalia busca, solo desde una clínica en Caracas, alternativas para dejar las armas y reinventarse en el marco de la propuesta de Paz total de Gustavo Petro.

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