La televisión y su pésimo ejemplo de educación ambiental

La televisión y su pésimo ejemplo de educación ambiental

"La filmación del 'show' y su posible papel como herramienta de divulgación y educación no justifican la perturbación de los animales y el estrés generado por su persecución"

Por: Gilbert Salas
julio 08, 2017
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La televisión y su pésimo ejemplo de educación ambiental

Es importante prestar atención a lo que los niños ven y escuchan en la televisión, en particular porque es frecuente que quieran imitar a los actores y presentadores. En este sentido, si los niños aprenden en la televisión la conducta que deben tener frente a la fauna silvestre, entonces programas como “Wild Frank”, “Criaturas de miedo con Dominic Monaghan”, y “Mundo Salvaje con Richard Rasmussen”, los dos primeros transmitidos por Animal Planet y el último por Nat Geo, ejercen una influencia altamente negativa, ya que sus presentadores dan un mal ejemplo del comportamiento que una persona debe tener cuando entra en contacto con los animales silvestres. De hecho, contrario a su objetivo, estos programas muestran a los animales como objetos cuyo fin último es el entretenimiento. Además, la persecución, captura y manipulación que los presentadores hacen de ellos no solo ha generado críticas, sino también se considera ilegal en varios países. Por consiguiente, estos programas no solo son un pésimo ejemplo de cómo debe comportarse un buen ciudadano frente a su entorno natural, sino también entorpecen aún más la difícil tarea educativa sobre el respeto, el cuidado y el amor por los animales.

Para entender de qué manera los programas de televisión como “Wild Frank”, “Criaturas de miedo con Dominic Monaghan” y “Mundo Salvaje con Richard Rasmussen” pueden tener un efecto nocivo, es importante considerar el papel que juegan los medios masivos de comunicación como fuente de información, divulgación y educación en múltiples escenarios. En efecto, niños y adultos han aprendido sobre la flora y la fauna gracias a los documentales de naturaleza televisados, y por décadas estos fueron el medio dominante para la sensibilización, divulgación y educación sobre temas de biodiversidad. Por desgracia, contrario a lo que debería esperarse, los documentales han cedido su espacio y cada vez son más frecuentes los shows donde lo que el presentador hace con los animales es más importante que los animales en sí, una tendencia circense que evidencia la transición de una visión biocentrista a una antropocentrista, es decir que el interés cambió de mostrar la vida de los animales y sus interacciones con el medio a mostrar los animales como objetos al servicio de los humanos, donde el presentador quiere demostrar “cuán amante es de los animales” al acosarlos, perseguirlos, manipularlos, y algunas veces hasta maltratarlos.

En cuanto a los aspectos éticos y legales de estos programas, saltan a la vista múltiples problemas. Es más, la filmación del “show” y su posible papel como herramienta de divulgación y educación no justifican la perturbación de los animales y el estrés generado por su persecución y captura, aunque sea momentánea. Asimismo, el manejo de los animales por parte de los presentadores ha generado numerosas críticas en Brasil y España, ya que varias de las escenas muestran conductas que son ilegales o que se encuentran en el limbo ético y jurídico – en nuestro contexto, basta con imaginarse qué pasaría si un visitante de un Parque Nacional Natural o de un Santuario de Flora y Fauna en Colombia es sorprendido por un funcionario de Parques Nacionales molestando o capturando animales.

Por último, los programas mencionados representan la antítesis de la actitud y la conducta que un buen ciudadano debe mostrar en relación con la fauna, y aunque puede argumentarse que los presentadores solo muestran que los animales no son peligrosos y que podemos coexistir pacíficamente, no debe olvidarse que la educación ambiental sobre la diversidad biológica es un tema complejo y altamente especializado, ya que es posible dar el mensaje equivocado con la mejor intención. Por consiguiente, si se considera el papel educativo de fondo que tienen estos programas de naturaleza, entonces no sería extraño que los adultos del mañana al encontrarse casualmente con un animal silvestre lo persigan, capturen, alcen en frente del celular para tomar una foto, y finalmente lo liberen como señal de su respeto y amor por los animales. Con esto en mente, no puede pasarse por alto el pésimo ejemplo de estos programas respecto al modo en que los niños y el público general deben entender las interacciones con la fauna silvestre, y su efecto nocivo puede tener una alta relevancia en Colombia, en particular por tratarse de un país megadiverso que además de sufrir una pérdida acelerada de su biodiversidad, también enfrenta una enorme problemática relacionada con el comercio y tenencia ilegal de especies silvestres.

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