La soledad del alcalde de Jamundí

La soledad del alcalde de Jamundí

Además de persistir en el diálogo en medio de una violencia feroz, Andrés Felipe Ramírez quiere evitar el glifosato en las lomas que rodean el municipio vallecaucano

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mayo 27, 2021
La soledad del alcalde de Jamundí

El  joven alcalde de Jamundí Andrés Felipe Martínez y su mano derecha, Duvalier Sánchez, rompieron en llanto frente a la alcaldía destruida en la noche del 14 de mayo. Todo lo contaron en su cuenta de Twitter y lograron poner al municipio en la lupa nacional.

Hace una semana un pequeño grupo encapuchados quemó el edificio, entraron a la Alcaldía y sabían dónde tenían que hacer el daño. Martínez asegura que fue algo planificado, buscando dañar las discusiones pacíficas que se estaban realizando entre el alcalde y los jóvenes manifestantes que bloquearon por varios días la vía Panamericana pidiendo mejores condiciones sociales y económicas. La tristeza era evidente.

 

A pesar de estos hechos, el alcalde ha intentado desligarse del resto de mandatarios en cuanto al manejo de la protesta. Al otro día de la quema, no se amedrentó y madrugó a buscar apoyo entre la gente para levantarse. Instaló su escritorio en la calle y convocó a decenas de personas de la comunidad, y artistas del sector textil, para reconstruir una bandera de retazos como símbolo de unidad en el municipio de Jamundí. Su twitter se convirtió en un espacio de conexión e información con su comunidad.

 

Su estrategia durante las manifestaciones ha sido acompañar a la ciudadanía y plantear diálogos con ellos; tenían catorce vías bloqueadas y de manera voluntaria y pacífica logró desbloquear trece. Ahora solo queda la barricada de Terranova, un lugar especialmente difícil. Anoche en ese sector se presentó un duro enfrentamiento que según cifras oficiales dejó 26 civiles heridos y dos policías lesionados. El alcalde sigue pidiendo una tregua para que cesen los enfrentamientos entre la fuerza pública y los manifestantes que pretenden seguir bloqueando esa zona de la vía Panamericana. 

Ante los hechos empezó a tomar decisiones: aseguró que para frenar el paro priorizaría una inversión de recursos para para programas con énfasis en educación, empleabilidad, deporte, cultura y seguridad alimentaria y abrirá 60 oportunidades de empleo con proyectos de la Alcaldía y va a instalar comedores comunitarios de La Aurora, Terranova y Popular, donde se habían presentado los bloqueos.

 

El joven mandatario se augura la derrota de la clase política de Jamundí y asegura que por eso desde el primer día ha tenido ataques sistemáticos. Acusan del caos a “los corruptos que siempre han tenido el control de las arcas del municipio” y sobre la quema de la alcaldía se atreven a decir que fue obra de la oposición. A esto se le suma los conflictos que acarrea ser uno de los territorios caracterizados por los movimientos de droga.

Jamundí tiene la mayor cantidad de cultivos ilícitos en el Valle y grandes cifras de desigualdad social que han llevado a la ciudad a un caos exacerbado que el alcalde y su asesor Duvalier Sánchez, quien tuvo que huir del municipio por amenazas, han tenido que frentear.

Por su ubicación estratégica, Jamundí históricamente ha ofrecido a los grupos armados ilegales el transporte fácil de insumos y una autopista fluvial para el traslado de la droga hacía el Pacífico a través del corredor del Naya. En medio de esa situación y de extensas hectáreas de cultivo de coca, el alcalde Andrés Felipe Ramírez, lucha contra la apuesta del gobierno para la erradicación de cultivos ilícitos: el glifosato.

Solamente en el año pasado, según cifras de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, las 5500 toneladas de cocaína que podían procesarse de la hoja cultivada en los corregimientos de Jamundí equivalían a dos veces el Presupuesto General de la Nación, fijado para el año 2020 en $271 billones. El contexto es extenso.

A pesar de esta lucha, Ramírez ha sido uno de los abanderados de la lucha contra el glifosato. Considera que la aspersión aérea es una “salida fácil” que afectará a campesinos, niños, mujeres en embarazo, biodiversidad y ríos. “No estoy de acuerdo con la aspersión, nunca lo he estado. El glifosato es por definición un veneno, insistir en su uso como método para atacar los cultivos de coca es irresponsable, criminal e ineficiente” publicó en su Twitter con un video que da cuenta clara de su posición.

En Jamundí, 1 kilo de la hoja de coca que cosechan los campesinos tiene un valor de $2250. Por esto, el alcalde, economista de profesión, le apuesta a la sustitución de cultivos y desarrollo rural.

 

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