Hasta hace poco La Negra Dominga era solo un fantasma. Un nombre que sabía deslizarse y esconderse de la justicia. Su nombre de pila es Álvaro Luis Ospino, pero en las entrañas del crimen en la costa caribeña lo conocen con el alias de la Negra Dominga, un apodo con el que nunca quiso cargar. Decía que Dominga era el nombre de su abuela y que él no debía llevarlo encima.
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Nacido en Valencia, Venezuela, pero con raíces bolivarenses, La Negra Dominga aprendió temprano que el poder se escribe con balas. Lo entendieron bien sus enemigos cuando, en la narcofiesta de Puerto Colombia, su sobrino Jonatan Ospino Illera cayó muerto por una disputa que mezclaba celos y liderazgo criminal. El asesino fue Roberto Vega, un hombre con la sangre espesa de rencores viejos que tiempo después también cayó muerto en medio de la misma guerra.
La venganza fue contra todos los Vega, tan bandidos como él. La Negra Dominga se unió a alias Castor, otro veterano de la guerra del microtráfico. Juntos armaron la cacería de los Vega Daza. El plan fue astuto y casi perfecto: infiltrarlos, debilitarlos, hacerlos caer bajo su propio peso. Cuando encontraron a los Vega en una casa de Villa Campestre, los fusiles hicieron el resto. Más de cincuenta disparos. Fue un mensaje claro, escrito en plomo y ceniza. Todos, excepto Roberto Vega, fueron asesinados. El objetivo principal de aquella cacería sangrienta logró huir y estiró su destino hasta Valencia, España, donde le alcanzó la sombra de lo inevitable.
Capturado Álvaro Luis Ospino, alias La Negra Dominga. Abro hilo 🧵 para contarles la historia de este narco que aterrorizaba Barranquilla y que el año anterior me puso dos demandas por injuria y calumnia, cuando fui el primero en denunciarlo públicamente por sus movimientos en la… pic.twitter.com/h561m0Pf2j
— Jacobo Solano Cerchiaro (@JACOBOSOLANOC) March 8, 2025
Las investigaciones contra este venezolano de 38 años y la justicia esperaron su momento. Desde aquella fiesta sangrienta, le estaban siguiendo los pasos a La Negra Dominga. Lo vieron caer y levantarse. Lo vieron moverse como pez en aguas turbias. Se les escapó un par de veces. Una de ellas hace una semana en la vía entre Cartagena y Barranquilla. Pero el turno para cogerlo llegó a las cinco de la tarde del pasado jueves.
Lo cogieron en un lujoso edificio de Barranquilla: El Golf. Un comando de uniformados bien armados punto final a su capítulo. Fue encontrado con armas, con escoltas que no tuvieron tiempo ni de reaccionar. Le imputarán cargos por narcotráfico, extorsión, porte ilegal de armas y, sobre todo, por haber sido el financiador de Los Costeños, una de las estructuras criminales más peligrosas que tiene a Barranquilla en una pesadilla constante, con las que el alcalde Alejandro Char no ha podido.
Su captura es una victoria para la policía y un gigantesco golpe a la mafia, pero la ciudad sigue acorralada por los bandidos liderados por La Negra Dominga y otras bandolas más que sellan alianzas para matar y traficar. La Negra Dominga cayó, pero su sombra sigue deambulando en la Arenosa.