Cuando Jorge Iván Ospina realizó su primer consejo de gobierno, a pocos días de posesionarse como alcalde, les expuso a sus secretarios de despacho que por muchos años fueron las corridas de toros de la Feria de Cali, que encarnaban la cultura de la dirigencia caleña, las que constituían su principal atracción. Aunque después, con el auge de la mafia, la cabalgata personificaría en las ferias su estatus y poder, y en adelante un nuevo arquetipo simbolizaría el ímpetu y el vigor de la cultura de la barriada de la ciudad: el Salsódromo.
Así, de tajo, se bajó del pedestal la arrogante y violenta cultura traqueta, que amenazaba con perpetuarse; lo mismo que la violencia atávica de las corridas de toros. En su lugar, Ospina entronizó la esencia, la enjundia, el perfume de Santiago de Cali.
Aunque aquí, en la orgullosa Capital Mundial de la Salsa, todavía se les descompone el semblante a algunos emperifollados dirigentes y empresarios cuando oyen hablar de la salsa o, peor, de la cadena de la salsa caleña. La niegan con irritación, casi con asco, pues siguen considerando que las únicas cadenas productivas que se deben promover, desde el poder público local, son las que nacieron de sus factorías.
Pero la realidad es tozuda: la salsa no es solo alegría y cultura, es además emprendimiento, empleo y desarrollo. Es parte esencial de la industria del entretenimiento y eso lo tenía muy claro Ospina cuando en su primera administración creó el Salsódromo.
Son múltiples los talentos que poseemos los caleños, como en la medicina estética, en el deporte del patinaje, en la industrialización de los derivados de la caña, en las artes escénicas y en muchas otras labores. Pero solo en la salsa, un joven o una adolescente de la barriada puede adquirir la maestría necesaria para deslumbrar al mundo, sin siquiera conocer o hacerse conocer en el centro de la ciudad.
Porque las escuelas de salsa caleña, algunas de zapatico remendado, son el diamante donde se vive una pasión frenética en la búsqueda de la perfección, instruida por la magia de los maestros pioneros, que han dedicado sus vidas a pulir el talento, que viene aferrado a los genes de nuestros mulatos y negros.
No puede, entonces, estar más equivocada la dirigencia empresarial local (afortunadamente no toda) cuando mira con soberbia a nuestros bailadores y sigue creyendo que el destino de los jóvenes de los barrios populares (Distrito de Aguablanca v.gr.) seguirá siendo “la guisa” o “la rusa”.
El poder económico de la salsa lo expone Solanlly Ortega Cubillos en su trabajo Caracterización de los Actores de la Cadena de la Salsa en Cali, en el que disecciona el complejo universo atado a la salsa, conformado por escuelas de baile de salsa, bailadores, coreógrafos de escuelas de salsa, diseñadores de vestuario, modistas, vestuaristas, diseñadores de calzado, zapateros, maquilladores, agrupaciones y orquestas, músicos independientes, compositores musicales, arreglistas musicales, estudios de grabación, prensado de discos, cedés, casas disqueras, managers, medios de comunicación especializados, vendedores de música, establecimientos, investigadores y estudiosos, eventos de ciudad, promotores turísticos, transportadores, escenógrafos, luminotécnicos, sonidistas, empresas de producción de eventos y logística, coleccionistas, melómanos, gremios, asociaciones de escuelas de salsa, asociaciones de orquestas, asociaciones de coleccionistas, entre otros.
Todo un formidable ejército, enorme y completo, que se acunó al calor de los golpes de baldosa, que nuestros abuelos urdieron desde la década de los cuarenta, hasta el vibrante presente, que permite pronosticar que esta verdadera economía naranja, se abrirá paso con ímpetu incontenible.
Pero para que la flor abra sus pétalos y no se malogre su esencia, es imprescindible todo el apoyo de la próxima alcaldía y que se construya una política pública para todos sus contenidos, que le permita a la ciudad, en un futuro próximo, obtener doble beneficio: por un lado, fortalecer la más enorme oportunidad que tenemos para el mercado del turismo; y por el otro, consolidar desde la capital del cielo, la más pujante apuesta para la industria mundial del entretenimiento.
Más ahora, que pasaremos de ser un municipio a constituirnos en distrito, deportivo y cultural, turístico, empresarial y de servicios. Por eso, todos: ¡Uno, dos, tres!, ¡cinco, seis, siete!
