La reforma laboral demostró que los del MIRA se olvidaron de la lucha por la gente

La reforma laboral demostró que los del MIRA se olvidaron de la lucha por la gente

La postura del MIRA frente a la reforma laboral generó malestar entre sus seguidores, que esperaban mayor compromiso con los trabajadores informales

Por: Henry Cano
mayo 22, 2025
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La reforma laboral demostró que los del MIRA se olvidaron de la lucha por la gente
Foto: Leonel Cordero/Las2orillas

He sido seguidor del Partido MIRA desde hace años. He creído en su visión de una política limpia, centrada en el servicio, alejada de los escándalos. Me he sentido representado por sus propuestas sociales, por su defensa de la niñez, de los vendedores informales, de las personas con discapacidad, de los migrantes. Todo eso, lo valoro profundamente.

Pero hoy, como seguidor, siento la necesidad de hacer una crítica con el corazón en la mano. Porque a veces, incluso quienes seguimos un proyecto, debemos levantar la voz cuando algo nos duele. Y lo que pasó con la reforma laboral duele mucho.

La reforma no era perfecta, pero proponía cambios estructurales en favor de millones de trabajadores que hoy viven sin contrato, sin estabilidad, sin prestaciones. Era un momento clave, simbólicamente cargado, donde el país necesitaba saber de qué lado estaba cada fuerza política. Y ahí, el MIRA, no estuvo donde más se le necesitaba.

Votar en contra en Comisión, o no tener una postura clara y contundente en la apelación, fue un error político y social. El argumento de que la reforma destruía empleos suena desconectado de la realidad. Si eso fuera tan evidente, ¿por qué partidos claramente pro empresa votaron por revivirla? ¿No será que, esta vez, el cálculo superó al compromiso?

Como simpatizante, sentí que se tiraron a la basura muchos de los avances logrados en estos 25 años. Y para explicarlo, me viene una metáfora sencilla:

Es como si, después de pelar el mango, licuarlo con esmero, cuidando cada paso… al final, por descuido o por confiarse, en lugar de azúcar, le echaran sal. Se dañó el jugo. Y no por falta de buenas intenciones, sino por un error en el momento decisivo.

Así siento yo lo que pasó con la reforma laboral. Un trago amargo, inesperado, que dejó sin sabor todo lo demás.

Esta crítica no nace del desprecio, sino de la esperanza de que el MIRA retome el camino. Que escuche al pueblo, que mire al país más allá de las bancadas, que vuelva a conectar con el trabajador raso, con el que madruga sin contrato, con la mujer que aguanta explotación por miedo a perder el empleo.

Porque si no se escucha la realidad social, si no se está donde el pueblo lo necesita, la coherencia —y la credibilidad— se pierden. Y en política, como en la cocina, una pizca mal puesta puede arruinarlo todo.

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