“La política es la continuación de la guerra por otros medios”

“La política es la continuación de la guerra por otros medios”

La elección presidencial que se aproxima con dos rivales tan opuestos puso al exrector de la Nacional a reflexionar sobre las tácticas y estrategias de la contienda

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junio 16, 2022
“La política es la continuación de la guerra por otros medios”
Fotos: Archivo/ Canva

Este principio, planteado por Karl Von Clausewitz, uno de los teóricos clásicos de la guerra, señala que la política supone deponer las armas para que la táctica, es decir, el sistema que se utiliza para ejecutar un plan en busca de un objetivo, el triunfo, utiliza la confrontación, los debates y hasta el choque en el terreno argumentativo y verbal, para “ganar la batalla” en las elecciones, frente a un contradictor (no enemigo), para realizar un programa o una plataforma de gobierno.

Este último resultado debe corresponder a la estrategia, es decir, el plan mediante el cual se busca la meta de alcanzar el poder.  Ahora bien, ya que la vía armada no es la respuesta para buscar el cambio que Colombia necesita (más del 70 % lo quiere), ¿cuál es el arma legítima para “aventajar” al otro y ganar la “batalla”?

Quizás, la táctica y estrategia deportiva nos ayude a entender lo que ocurre en la política, donde encontramos muchas coincidencias. El apoyo del público cuando un equipo se enfrenta a otro para llegar a una final, que, bajo diferentes tácticas y estrategias de ambos bandos buscan ser los ganadores de la contienda, con unas reglas de juegos trasparentes y unos jueces imparciales, que amonestan con tarjetas amarillas y hasta rojas, si no hay juego limpio. En estos equipos hay unas figuras que pueden definir el resultado de un partido (Messi, Ronaldo, Neymar), y que el equipo rival buscará neutralizar con tácticas previamente convenidas en entrenamientos privados (sin prensa-sin público).

En política también existen figuras que pueden decidir una campaña: son los estrategas, asesores y publicistas, que ponderarán las virtudes de su líder, minimizan sus debilidades y buscan neutralizar al adversario. En todos los casos, la táctica y estrategia son privadas, y por ende la infiltración y las chuzadas no son lícitas.

En el reciente caso de los llamados Petrovideos, es claro que hay juego sucio por parte de alguien que quiere enlodar la campaña, filtrando tácticas privadas, que no comprometen al candidato. Un caso similar ocurrió en USA, con el entonces presidente Richard Nixon y el famoso “watergate”, donde se investigó a los que infiltraron la campaña, lo que le costó su segunda presidencia. Mientras tanto, en Colombia se investiga lo dicho en privado pretendiendo convertirlo en escándalo nacional, y absolviendo la conducta delictiva de la infiltración.

La coyuntura de la segunda vuelta por la presidencia de Colombia, despierta pasiones y curiosidades morbosas, no comprendidas en un escenario racional que supone un nivel de cultura política, formación académica, para comprender cuál es el mejor candidato, su equipo de apoyo y evaluar el programa propuesto, que se convierta en un real cambio que interprete el interés colectivo, y no un salto al vacío, propio de la demagogia y el populismo para cautivar adherentes, manteniendo el statu quo.

Dos propuestas que coinciden en la necesidad de un cambio. Una liderada por Gustavo Petro, experimentado líder de izquierda, con conocimiento del país, del Estado, con un pasado guerrillero en el M-19, que abandonaron las armas y fueron protagónicos en la Constituyente del 91 (junto al derechista Álvaro Gómez y el liberal Horacio Serpa). Defensor de los acuerdos de paz de La Habana, lidera una coalición socialdemócrata que retoma las banderas liberales de reformas económicas y sociales aplazadas, (Revolución en Marcha de López Pumarejo) y una reforma agraria integral en la que la tierra cumpla una función social, se grave con un impuesto a las tierras ociosas e improductivas e impulse la agroindustria.

Por otra parte, Rodolfo Hernández, ingeniero-empresario, que critica a los políticos porque “todos son corruptos”, con un verbo incendiario y un populismo de culebrero, apoyado por las redes sociales (Tik Tok), logró cautivar a sectores populares, fatigados de la corrupción y el desgobierno actual. Con un discurso monotemático sobre la corrupción, acuña frases fuertes sin contenido.

Hoy puede defender el Tracking y mañana rechazarlo, defender la legalización de la marihuana sin entender el complejo problema de las drogas, puede amenazar la constitucionalidad y la ley diciendo que con esta se puede limpiar el “jopo” y el primer día de su gobierno decretar Estado de Conmoción interior y gobernar por decreto, o insultar a la Virgen María y luego arrepentirse porque lo “sacaron de contexto”, por no mencionar sus referencias a la mujer y sus videos inspirados en la penosa cultura mafiosa que no queremos recordar .

No acepta el debate público, porque se expone a su locuacidad, sus opiniones contradictorias y la carencia de argumentación, que delatan la ausencia de programa, así como desconocimiento del Estado y hasta de la geografía nacional. Como señala Cecilia Tascón, se apela a “las estrategias cada vez más sucias para asaltar a los electores en su ingenuidad, pero sobre todo en sus necesidades. La ecuación es maléfica: a peor candidato, mayor el tamaño de los embustes para posicionarlo como el portento de dirigente que el país necesita.” (El Espectador 15/06/22)

Con razón la prensa extranjera ha dicho del ingeniero: “El procaz exalcalde era conocido por insultar a sus empleados, llamarlos gordos, perezosos y estúpidos. Fue suspendido por cachetear a un concejal, está sindicado de otorgar contratos ilegales y fue grabado diciendo que era seguidor del ´gran pensador alemán Adolfo Hitler` (…) Este hombre puede ser el próximo presidente de Colombia” (The Washington Post).

Las redes sociales y los medios de comunicación nacionales, han sido cómplices de generar una campaña de odio, miedos y desinformación, que debilitan nuestra democracia y las instituciones del país. Los grandes problemas nacionales, que se expusieron en la primera fase de la campaña, como la necesidad de recuperar la legitimidad institucional; la seguridad y la gobernabilidad; lograr unas finanzas públicas transparentes mediante un modelo tributario progresivo y equitativo; las reformas sociales con equidad de género e incluyentes; bases de una nueva economía social de mercado; la transición de las economías extractivas, rentísticas e ilegales basadas en el uso intensivo e insostenible de los recursos naturales.

En este punto, la droga que alimenta la guerra y se interpone en la consolidación de la paz, como lo sostiene Antonio Caballero: “La guerra alimentada por la droga, que a su vez se sostiene como negocio gracias a su ilegalidad, genera más ilegalidad. Es imposible calcular cual es la proporción de habitantes de Colombia que hoy vive del delito, o que con el delito redondea sus ingresos … desde jueces que venden sus fallos, pirámides, banqueros fraudulentos, funcionarios corruptos, contratistas … El delito es el recurso natural que más empleo da en Colombia” (Historia de Colombia y sus oligarquías).

Al respecto, The Economist en reciente artículo: “Los políticos Latinoamericanos están hartos de la guerra contra las drogas” sostiene que la clásica forma de erradicar cultivos por la vía represiva ha fracasado, y que se equivocan los gobernantes, como el presidente Duque, que cree que al reducir el área cultivada se está luchando eficazmente contra este negocio ilícito. Por el contrario, según estimaciones de Estados Unidos “la producción de cocaína en América Latina se ha más que duplicado durante la última década, a 2.400 toneladas al año. Eso se debe en parte a que la productividad ha aumentado”, y agrega que algunos aspectos del negocio están legalizados de facto. “Rara vez se procesa a los agricultores por cultivar coca, y la mayor parte del lavado de dinero y el suministro de insumos químicos quedan impunes”.

Estos problemas estructurales han pasado a un segundo plano en esta segunda vuelta, y todo parece indicar que se votará CONTRA y no POR una propuesta programática que interprete al país.

¿Cómo están las apuestas? Una fórmula simplificada permite ilustrarlo:

  1. Rodolfo Hernández Y Marelen Castillo: D+P1+P2=RH + MC

Donde D = Derecha          P1= Populismo      P2= Petrofobia

Es claro que la derecha, expresada en los partidos tradicionales (tres expresidentes), más Cambio Radical, partido de la U y algunos movimientos cristianos. Dentro de estos se encuentra el actual gobierno, con algunas de sus instituciones que ha cooptado. El populismo de RH que atrae a sectores populares, capas medias y grandes empresarios, y la Petrofobia constituida por la extrema derecha, que no perdona sus debates contra la corrupción, el narcotráfico y mucho menos que se afecten sus intereses económicos.  

  1. Para Gustavo Petro Y Francia Márquez: I+SD+N=GP + FM

Donde I= Izquierda     SD= Social Demócratas e Independientes   N= Los Nadie

La izquierda representada en sectores de la vieja militancia que tiene una posición radical frente al modelo socioeconómico, como el Polo Democrático, Colombia Humana y Partido Comunes, entre otros. La social democracia integrada por sectores moderados, que vincula académicos, intelectuales, jóvenes, movimientos feministas y del liberalismo progresista; Los Nadie, que lidera Francia Márquez, afros, indígenas y palenqueros.

Sin anticiparnos a los resultados del 19 de junio, se esperan unas elecciones democráticas, pacíficas, que den confianza a los colombianos de juego limpio, sin parcialidades del gobierno y garantías de transparencia por parte de la Registraduría, en el entendido de que los graves problemas del país están para todos, sin mesianismos ni fórmulas mágicas. Colombia cuenta con pesos y contrapesos que no dan poderes absolutos al presidente (ni emperadores, ni dictadores) y esperamos que el Congreso recién elegido, así como la rama judicial cumplan sus funciones constitucionales, y no sean cooptados ni por el narcotráfico y mucho menos por el poder ejecutivo a través de la contratación y el clientelismo.

Invitamos a todos los colombianos a participar en las elecciones, dejando atrás las pasiones subalternas y siempre pensando en construir un mejor país para todos, siendo capaces de superar la polarización y, como lo sostiene Gustavo Petro y sus aliados respetar el resultado, buscando un Gran Acuerdo Nacional entre el gobierno y la oposición, colocando por delante no el resultado de estas elecciones sino el presente y el futro de las próximas generaciones.

PD: Invito a acompañar a Gustavo Petro y Francia Márquez por el cambio posible, y no por el salto al vacío.

*Ricardo José Mosquera G. / Asistente de investigación

 

 

 

 

 

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