La Paz de Colombia pasa por el perdón...
Opinión

La Paz de Colombia pasa por el perdón...

Frente a la complejidad y desazón de nuestro país, es urgente la propuesta del perdón, la “necesidad imperiosa de perdonar y ser perdonado”

Por:
enero 10, 2019
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La Paz hace referencia a ese estado interior desprovisto de sentimientos negativos como el odio, el rencor, el deseo de venganza. La paz, evita hacer el mal y está por encima de cualquier ideología, credo, filosofía, o corriente política.

Tan ambicioso proyecto necesita poner sobre los objetivos de cualquier política pública, hogar, colegio, universidad, escenario público, la certeza de enseñar, para aprender a vivir en armonía entre nosotros. Esto no es un sueño, no es una utopía; es una necesidad de cualquier sociedad: ¡es responsabilidad de todos los colombianos...!

 

 

En Colombia NO podemos seguir atropellándonos, irrespetándonos, destruyéndonos, matándonos todos los días, de este nuevo año 2019.

Es una realidad: dependemos los unos de los otros en tantas cosas, que ya no es aceptable vivir en la zozobra que produce tantos años de disputas intestinas; es evidente que en medio del dolor, la vida persiste, en medio de la muerte, la vida retoña, en medio de las injusticias, la lealtad permanece, en medio de la indignación, la esperanza renace, en medio de la falsedad, la verdad restaura, en medio de la oscuridad, la luz revive.

Y lo más importante, es que en medio del mal, el bien triunfa y para que se imponga sobre todas las cosas, hay que conservarlo vivo en el corazón y muy activo en cada uno de nuestros actos.

No podemos ser una nación habituada a las tragedias, ni atrapada por espirales de intimidación: la paz que nace en el hogar, tiene significados muchos más profundos, que la que se puede construir cuando se negocia la terminación de los conflictos armados; porque esa paz, trasciende para toda la vida: no se queda en los anales del congreso.

La Paz que debemos construir desde nuestros hogares, se arraiga en el respeto y una mejor valoración de nuestras vidas; esa Paz, nos abre la posibilidad de captar la variedad de las cosas en sus múltiples relaciones: los cabildos indígenas y los consejos comunitarios, las comunidades rurales y sus espacios geográficos; los colonos y sus sueños de exploración, los patrimonios ancestrales, como legados de la naturaleza.

Con afecto hago una propuesta al señor presidente Iván Duque, a los líderes políticos del país: si tomamos conciencia del reflejo de Dios en la perfección de su regalo a través de la geografía colombiana, nuestro corazón experimentará el deseo de respetar a todas las criaturas que la habitan.

Frente a la complejidad y desazón por las que pasa cotidianamente nuestro país, es urgente la propuesta del perdón, o la “necesidad imperiosa de perdonar y ser perdonado”. 

El perdón, - en una de sus dos dimensiones, - en este caso, la de “perdonar”, no se puede negar que está cargado de demasiadas heridas y cicatrices que le ponen candado al corazón porque tocan las emociones, los sentimientos y la razón, hasta el punto de bloquear la posibilidad de perdonar a quien hace el mal.

Pero también existe la otra dimensión: “ser perdonado”.  Aquí pasamos de mirarnos en el espejo, a mirar por la ventana. Si nos colocamos, de frente a los otros, emerge una reflexión: aquella posibilidad de perdón que mis facultades le cierran al otro, ¿acaso no es la misma que se me obsequia cuando el otro la abre hacia mí, con su perdón? La hermética actitud emocional de no perdonar a quien me hace daño, empieza a diluirse en el bálsamo del perdón que los otros me han ofrecido.

La negativa a perdonar, empezaría a doblegarse ante la experiencia del haber sido perdonado: quien ha saboreado el perdón, está armado de autoridad para perdonar; entonces, la puerta al imperio del perdón queda abierta, porque así como nuestro corazón arde de rabia y de dolor, también puede ser abrigado por las brasas del perdón.

Siempre será mejor mirar a los demás, - tanto buenos como malos, justos e injustos, alzados en armas o no -, por la ventana del perdón y NÓ por el espejo de las heridas; claro está, que un perdón dado con la medida de un corazón sin medida.

Quienes no saben qué es el perdón, a menudo usan la excusa de que no hay justicia, para no perdonar. Ciertamente, la razón exige justicia; pero la justicia es racional y usa más el cerebro que el corazón, que es donde habita el perdón; la gente necesita justicia, pero el corazón busca sanarse y la cura es el perdón.

Tanta disputa, humillación, frustración, desolación, desprecio, indignación y deseos de venganza, se derrumban en la medida que sean superadas por la propuesta del perdón; sin duda, la paz de Colombia pasa por el perdón y es la mejor forma para desprendernos del poder hipnótico de las guerras.

¡Feliz Año...!

https://twitter.com/rafacolontorres

 

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