La noticia que circula por los medios colombianos hoy, con visos de otro escándalo, habla de la orden de captura internacional expedida por el fiscal de Guatemala, contra el exministro de defensa Iván Velázquez y la actual fiscal general de la nación Luz Adriana Camargo. La investigación apunta a demostrar que las dos personalidades estuvieron mezcladas en hechos de corrupción, particularmente en el tema de Odebrecht.
Resulta por lo menos curioso que los dos acusados hayan estado trabajando precisamente en investigaciones judiciales en Guatemala, encaminadas a poner fin a la impunidad por hechos relacionados con corrupción en ese país. Y lo estuvieron con acuerdo de las autoridades gubernamentales y judiciales de ese país, en virtud de una colaboración con las Naciones Unidas, que integraron la comisión investigadora de carácter internacional.
Como quien dice, los investigadores investidos del más alto prestigio a escala mundial, finalizado y presentado su trabajo, terminan hoy judicializados por la voluntad de un fiscal del país donde cumplieron su labor. Un fiscal, que, junto con otros funcionarios guatemaltecos, ha sido objeto de cuestionamientos en torno a su moralidad, por organizaciones gubernamentales de los Estados Unidos y otros países. Flota en el aire un aroma a cobro de cuentas.
Se habla de orden de captura internacional con orden de extradición, lo cual significa que los imputados pueden ser detenidos en cualquier momento y lugar por la Interpol y presentados en Guatemala ante quienes los investigan. En otros tiempos, no sabría precisar con exactitud cuántos años atrás, una medida de esa dimensión inspiraba respeto. Pero es evidente que el día de hoy sólo genera dudas, incredulidad, suspicacias e incluso desprecio.
Alguna vez la justicia internacional gozó de aprecio y acatamiento. Digamos, para poner un ejemplo, cuando los juicios de Nuremberg, en los que altos jerarcas nazis a quienes se logró capturar después del fin de la segunda guerra mundial, fueron juzgados por un tribunal internacional. No soy experto en el asunto, pero entiendo que de allí se derivaron toda una serie de principios en torno a los derechos humanos, los crímenes contra la humanidad y su castigo.
Sin embargo, con el tiempo, surgieron evidencias acerca de la relatividad de estos juicios. Por un lado, los altos militares nazis juzgados y condenados parecen haber sido aquellos que no resultaban útiles para los intereses de las grandes potencias occidentales. Se fue descubriendo que altos jerarcas militares alemanes fueron acogidos subrepticiamente por los servicios de inteligencia norteamericanos y europeos, porque les resultaban muy útiles para la guerra fría.
Incluso, hubo condenados a largos años de prisión liberados en corto tiempo, para ser puestos al servicio de planes económicos o de espionaje contra la Unión Soviética y sus aliados. Todo lo cual comenzó a hacer pensar que la justicia internacional, pese a las apariencias de legitimidad, también estaba sujeta a los propósitos de la política. Cuanto sucede hoy viene a reforzar la idea de que hasta las cosas en apariencia más limpias cargan su sello de suciedad.
La Corte Penal Internacional expidió una orden de captura por crímenes de lesa humanidad contra Benjamín Netanyahu y otro alto ministro israelí, algo que cualquier ciudadano del mundo con un sentido elemental de la pulcritud apoya cerradamente, pese a lo cual el gobierno de los Estados Unidos reaccionó enfurecido, amenazando al tribunal con graves sanciones si persistía en su propósito. Claro, los Estados Unidos nunca firmaron el Acuerdo de Roma que creó esa Corte.
Los Estados Unidos nunca firmaron el Acuerdo de Roma que creó la Corte. Penal Internacional
Razón por la cual el primer ministro de Israel, se pasea impunemente por el espacio aéreo de países como Francia, que sí es firmante del Tratado de Roma y por tanto está obligado a cumplir las órdenes de la Corte, sin que nadie lo moleste. En cambio, al expresidente Rodrigo Duterte, de Filipinas, a quien la misma Corte ordenó detener por crímenes cometidos en su guerra contra las drogas, lo atraparon enseguida, sin que nadie se opusiera. El más bobo.
Resulta por lo menos curioso que la Corte Penal Internacional haya expedido una orden de captura contra Vladimir Putin por cargos que a todas luces resultan dudosos, justo después de que se iniciaran las operaciones militares de Rusia en el Dombás. La Corte jamás vio los crímenes contra la humanidad cometidos en perjuicio de la población rusa del Dombás por orden de Vladimir Zelensky, a manos de milicias nacionalistas integristas identificadas a sí mismas como nazis.
El proceso iniciado por Sudáfrica contra Israel en la Corte Internacional de Justicia por causa del genocidio en Palestina apenas se mueve, sin ninguna medida efectiva para detener los horrorosos crímenes. Medidas que faltaría ver quién haría cumplir, si se ordenaran. Quizás lleguen a conocerse las razones que se ocultan tras la orden del fiscal guatemalteco en el caso mencionado. Poderosas han de ser, como sus inspiradores. Resulta ingenuo creer en la imparcialidad de la justicia.
Del mismo autor: Estar con Palestina es cuestión de humanidad