Ayer concluyó en Estambul la segunda ronda de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania y nada garantiza que puedan continuar, a juzgar por las contradictorias versiones de los resultandos de la misma ofrecida por ambas partes. Según la delegación ucraniana la ronda no logró en realidad nada distinto a un intercambio de documentos que certifican cuán enfrentadas están entre sí las posiciones de ambos bandos. La valoración rusa es por el contrario positiva. Vladímir Medinski, el jefe de la delegación rusa, realizó al final de ronda unas declaraciones optimistas, en las que subrayó que habían entregado a los mediadores turcos un memorando compuesto de dos partes. La primera, según él, “aborda la cuestión de cómo lograr la paz en el presente y a largo plazo”. La segunda, define “los pasos que deben darse para conseguir un alto el fuego formal”. Entre los que destacó la posibilidad de llegar a ceses del fuego parciales y temporales que permitan los jefes militares de ciertas regiones del frente que permitan la recuperación y entrega mutua de cadáveres. Medinski también subrayó que se acordó continuar con el intercambio de prisioneros acordado por ambas partes en la primera ronda de negociones realizada el pasado 16 de mayo, igualmente en Estambul. El nuevo intercambio se realizaría entre soldados heridos y enfermos en un primer momento y entre soldados de menos de 25 años en un segundo momento.
El optimismo ruso está fundado tanto en los resultados positivos de esta segunda ronda de negociaciones como en el hecho de que sola realización viene a fortalecer una línea de negociones que se inició el 18 febrero pasado con la reunión en Riad, la capital de Arabia Saudí, del jefe de la diplomacia rusa Serguei Lavrov y el secretario de estado Marco Rubio. Encuentro que fue seguido por el diálogo telefónico del 19 de marzo entre Vladimir Putin y Donald, la primera reunión de las comisiones negociadoras de Rusia y Ucrania del pasado 16 de mayo en Estambul y el nuevo diálogo telefónico de Trump y Putin del 19 de mayo.
Para la diplomacia rusa la sola existencia de estas negociaciones tripartitas representa un triunfo por lo que supone de ruptura de la línea de ruptura radical con la Federación rusa adoptada hace tres años largos por la administración Biden e impuesta a los países europeos que forman parte tanto de la Unión Europea como de la OTAN.
Aunque reconozco que en realidad las negociaciones entre rusos y ucranianos son un logro importante, no puedo menos que advertir que el éxito de las mismas esta fuertemente condicionado por el hecho de que las posiciones defendidas por los dos bandos hasta la fecha siguen siendo igual de antagónicas que el primer día en el que se formularon. Ucrania, con el abierto respaldo de Alemania, Francia, la Gran Bretaña y Polonia, insiste en que el primer paso debe ser un alto el fuego incondicional e inmediato, mientras que Rusia insiste, tal y como lo recoge el memorando entregado por Medinski a los mediadores turcos que el alto el fuego en toda la línea del frente solo puede ser resultado de una avance sustancial en las negociaciones destinadas a lograr un acuerdo de paz entre las partes que corte de raíz o neutralice “los motivos profundos del conflicto”. Acuerdo que hoy por hoy solo podría firmarse si Ucrania acepta la exigencia de rusa de que reconozca la incorporación. a la Federación rusa de las cinco provincias ruso parlantes del este de Ucrania. O, por el contrario, si Rusia acepta evacuar las dichas provincias y retroceder hasta las fronteras ucranianas de 1991. Zelenzki continúa exigiendo la salida completa de las tropas rusas de dichas provincias, a pesar de que Pete Hegseth, el actual secretario de defensa de Estados Unidos, afirmara públicamente, en una cumbre de la OTAN celebrada en Bruselas en febrero pasado, que “no es realista el plan de recuperar militarmente dichas regiones”. Pero no son este el único punto de desacuerdo radical. Rusia exige la neutralidad de Ucrania y el régimen de Zelenski exige la incorporación a la OTAN. O, en su defecto, el establecimiento permanente en suelo ucraniano de tropas de los países europeos miembros de la dicha alianza militar. Lo que vendría a ser una manera subrepticia de incorporar a Ucrania a la OTAN.
Cierto. Cabe decir que las negociaciones apenas han empezado y que hay que darle tiempo al tiempo para que las mismas avancen y logren definir los términos de un eventual acuerdo de paz. El problema es que la continuidad misma de estas negociaciones incipientes está en entredicho. Cuando en su crucial conferencia de prensa de la madrugada del 11 de mayo pasado propuso a Ucrania que el 15 de mayo se reiniciaran en Estambul las negociaciones de paz entre los dos países interrumpidas en marzo de 2022, por imposición de Boris Johnson, Zelenski respondió de inmediatamente, negándose a participar en ellas. Trump tuvo que decirle públicamente que no podía dejar pasar esa oportunidad, para que aceptara la propuesta. Lo hizo a regañadientes, poniendo como condición que Putin participara directamente en las mismas. Fracasó. La reunión se realizó en Estambul el 16 de mayo, como ya dije. Pero a renglón seguido ucraniano no tuvo ningún empacho en afirmar que había sido poco menos que un fracaso. Y cuando se convocó la segunda ronda de negociaciones en Estambul se opuso de nuevo a la realización de la misma, pretextando que la delegación rusa no había presentado con la suficiente antelación su plan de paz. La reunión sin embargo se hizo.
En las negociaciones de paz con Rusia Trump estaría desempeñando el papel del policía bueno, y a Zelenzki le correspondería el de policía malo
Por lo que cabe la pregunta ¿por qué sigue Zelenski al mando en Kiev? ¿Por qué el presidente Trump le permite que siga intentado por todos los medios posibles matar en la cuna al incipiente proceso de paz? No olvidemos el violento enfrentamiento entre ambos de hace un par de meses en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en la cual lo acusó de ser “un dictador”, que tenía un” ínfimo apoyo popular”. Los presidentes de los Estados Unidos han demostrado a lo largo de la historia que tienen suficientes medios y recursos para deshacerse de líderes extranjeros que se les enfrenten. ¿Por qué entonces Trump no los usa para librarse de este líder incómodo? Existen dos hipótesis de explicación al respecto. La primera es la del reparto de papeles entre el policía bueno y el policía malo. En las negociaciones de paz con Rusia Trump estaría desempeñando el papel del policía bueno, mientras que a Zelenzki le correspondería el de policía malo. Y entre el uno y el otro conseguirían que Putin termine aceptando el plan de paz de Trump que se reduce a un alto al fuego indefinido y sin condiciones previas.
La otra hipótesis es la de que si Trump no se deshace de Zelenski es porque Zelenski cuenta con el firme apoyo tanto del eje Londres- Paris – Berlín como de la poderosa fracción del Deep State estadounidense decididos partidarios de continuar la guerra en Ucrania hasta conseguir la derrota completa de Rusia. Por lo que Trump no tiene más remedio que permitir que Zelenski siga oponiéndose por activa y por pasiva a las negociaciones de paz con Rusia.