La pandemia matrimonial

La pandemia matrimonial

El confinamiento hizo que muchas relaciones se desgastaran, llevando a una avalancha de peleas y hasta de separaciones

Por: Samuel Astor Bahos
octubre 13, 2020
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La pandemia matrimonial
Foto: PxHere

Robert Anderson, militar americano, dijo: “En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio”. Tales claves, aunque vengan de un hombre que tomaba distancia oportuna de su pareja para cumplir con un reglamento marcial, son casi imposibles de detallar durante la pandemia.

En Colombia, ya está próxima la Superintendencia de Notariado y Registro a divulgar en cifras los divorcios durante los tres trimestres del 2020, no obstante, los especialistas esperan que se trate de una cifra aumentada con relación al año pasado. ¿Por qué? Hay que tener en cuenta aspectos como las dificultades económicas de las parejas, el aumento en gastos, el estrés producido por el trabajo en casa, la rutina despiadada del cuidado de los niños y la incertidumbre en lo laboral y en la salud; estas son solo algunas de las causas de desestabilización del matrimonio por este tiempo.

Como psicólogo he conocido parejas que ya no pueden soportar la situación y han decidido bilateral o unilateralmente separarse como medida de supervivencia; lo que tratan es aliviarse como pueden del agobio producido por la convivencia 24/7, la cual se les hace gravosa y a menudo lamentable. Recordemos que la violencia doméstica se ha convertido en un problema de atención psicosocial y recordemos también ese dicho de nuestra tierra: "de tanto rascar, pela".

El aislamiento preventivo genera estragos y aumenta las cifras de separaciones maritales; fijémonos en los casos de parejas que ya venían arrastrando serias diferencias antes de empezar la pandemia, este tiempo ha de ser algo que los supera definitivamente. Sabemos que el COVID-19 no solo causa deterioro en la salud personal, sino en la salud matrimonial y el tiempo de cuarentena obligatoria ha debilitado los recursos de afrontamiento de enamorados para enfrentar los desafíos, haciendo casi imposible que se generen distanciamientos saludables que ayuden a olvidar o pasar por alto situaciones domésticas tensas. La ventilación mutua es un ejercicio terapéutico para el bienestar de ambas partes.

Como se insinuó arriba, tanto tiempo juntos hace que las relaciones se desgasten; la sensación de agotamiento se empieza a traducir en silencios forzados, desinterés por el otro, actividad individual para mantener distante al compañero sentimental y asfixia familiar que es una especie de hastío innombrable algo necesario de mencionar para efectos de hacer visible algo que la gente no quiere enfrentar. Los defectos pequeños se magnifican, los malos incidentes se resuelven sin tregua y temas sin importancia son causa de discordia mayor. La hipótesis que se maneja es que a mayor contacto con la pareja mayor tensión se produce en el tiempo.

El desequilibrio en el poder matrimonial hace que se encuentren parejas inconformes, sujetas a las rutinas exigentes que les privan de aspectos importantes como viajes, salidas recreativas y otras actividades de regocijo. Cuando el hogar es lugar obligado pierde el encanto y llega a mirarse desde la nostalgia del pájaro que ve el mundo entre rejas. Los que salen maltrechos en mayor proporción, presentan problemas económicos y de espacio que de a poco van minando la relación hasta deteriorarla; hasta llegar a cuadros mucho más complejos de depresión, ansiedad y estrés agudo.

Por ello, a menos que se trate de un peligro real sobre la salud mental o sobre el bienestar de una de las personas, es prudente esperar un poco antes de tomar esa decisión crucial de separarse, puesto que, al enfriarse una relación en tiempo y espacio, los síntomas de la lejanía afectiva han de aparecer, haciendo que dicha pareja expuesta a un olvido desbordado, llegue a un estado de alta vulnerabilidad.

Por lo tanto, el refrenarse es buena obra, es casi un prodigio en espera de una mejoría. Otra de las enseñanzas del coronavirus al respecto es esa: que las dificultades maritales suelen estar encubiertas por las faenas de la vida y, por lo tanto, de vez en cuando una emergencia desnuda el secreto y revela la mala estrategia de tomar decisiones a la ligera como si estos días fueran para siempre o como si ya no pudiéramos inventar nuevos motivos para el matrimonio.

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