Aunque en Bogotá hay edificios que se han destacado por su impresionante y fina arquitectura, también ha habido otros que se han convertido en el centro de las críticas por su rústico diseño. Uno de ellos es el edificio de las palomas, como es conocido, un enorme cubículo ubicado en la NQS con calle 13, que ha sido comparado con una cárcel en plena zona comercial. Con pequeñas ventanas y un acabado agreste, se ha ganado el título del edificio más feo de Bogotá; pero detrás de su construcción hay una historia que ayudó a impulsar el mercado bancario del país.

En la década de 1960, cuando fue levantado por el extinto Banco Cafetero, uno de los más importantes de Colombia para dicha época, sus instalaciones sirvieron para albergar la primera supercomputadora del país. Esa tecnología, innovadora para ese tiempo, funcionó para realizar trámites bancarios y desarrollar el mercado financiero. Sin embargo, los años no fueron benévolos con esta construcción y ahora, lejos de ser reconocida por su histórica función, se convirtió, literalmente, en un nido de palomas, siendo famosa por ser el hábitat preferido de estos animales en la ciudad.
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El Banco Cafetero y su revolución financiera
En 1953, con el objetivo de financiar el mercado cafetero y agrícola de Colombia, el gobierno y el Fondo Nacional del Café crearon el Banco Cafetero para suplir las necesidades en cuanto a la producción, recolección, transporte y exportación del producto. De la mano de Antonio Álvarez Restrepo, su primer gerente, la entidad inició operaciones, convirtiéndose en una alternativa a la Caja Agraria, entidad que por ese entonces era la que proporcionaba préstamos a los caficultores, pero no daba abasto. La marca enamoró de inmediato y se convirtió en una de los favoritos.

Fue entonces cuando el éxito de la entidad no se hizo esperar. Con los años, la expansión se hizo material, llegando a las zonas donde el café era el principal sustento económico, y para finales de los años 50, puso su nombre en algunas de las capitales cafeteras más importantes del país. A inicios de los años 60, logró su arribo a Bogotá con un ambicioso proyecto que contempló la construcción de un edificio para albergar la primera supercomputadora bancaria del país, una tecnología que nunca antes se había visto y que buscaba el desarrollo financiero en cuanto a trámites se refiere.
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La supercomputadora del edificio más feo de Bogotá
El edificio del Banco Central fue inaugurado en 1965 y se convirtió en todo un hito para Bogotá y el país. Aun con su inusual diseño, caracterizado por sus ventanas extremadamente pequeñas y una fachada con el concreto al aire, dentro de él se montó la primera computadora que existió en Colombia para procesar datos bancarios. La innovadora tecnología adquirida por el Banco Cafetero fue de tal magnitud, que requirió de 4 plantas para su funcionamiento, sirviendo al objetivo de la entidad de crecer a pasos agigantados y seguir apoyando a los caficultores, así su apariencia no gustara mucho.
El edificio más feo de Bogotá, y de lejos, es este que perteneció al Banco Cafetero, ubicado en la Calle 13 con 30 pic.twitter.com/Uj68Dew2uj
— Mr. WAVE (@WilliamVidales) March 7, 2023
Pero el futuro de la entidad no fue tan generoso y eso iba a repercutir también en el edificio. Con los años, el banco empezó a presentar problemas y el rápido avance de la tecnología hizo que la supercomputadora, única en su momento, se convirtiera en un gigantesco armatoste sin ninguna función. La construcción, entonces, terminó abandonada y, después de ser el lugar donde se realizaron los primeros trámites bancarios digitales, se convirtió en el palomar más famoso de la capital, siendo apodado como el edificio de las palomas.
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Una renovación para el famoso edificio de las palomas
Desde 2006, el edificio empezó a ser propiedad de Davivienda, cuando esta entidad absorbió al Banco Cafetero. Después de su importante funcionamiento financiero, sus espacios se convirtieron en bodega hasta que la estructura fue abandonada, empezó a ser sinónimo de inseguridad y se ganó el título como el edificio más feo de Bogotá. Es más, algunos expertos en arquitectura lo han puesto dentro del estilo brutalista, una forma de construcción cuadriculada y gris que ha sido bastante criticada.

Ha sido tan disruptiva su presencia en el horizonte capitalino que, actualmente, la construcción que ha sobrevivido por más de 70 años al abandono y al popó de palomas podría decir adiós para siempre. El Grupo Bolívar, dueño del terreno, presentó una solicitud para reconvertir el área, tumbar la estructura y hacer un proyecto residencial denominado ‘Plan Parcial Bancafé’. Si eso sucede, no hay duda que más de un bogotano se sentirá feliz, pero no hay que olvidar que dentro de sus paredes se vivió una verdadera revolución tecnológica.
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