No es una guerra entre Estados Unidos y China, sino una guerra contra China. Hay un agresor y un agredido. Hay hasta el momento muchos daños colaterales y lesionados en el campo de batalla, pero con el transcurso del tiempo se irá aclarando el significado real de lo que está sucediendo.
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La declaratoria de guerra a China
No es una competencia comercial que use las armas oxidadas y desuetas de la libre competencia que tanto se blandieron durante el auge de la ideología del libre comercio y la globalización.
Es una guerra comercial que usa todo el arsenal ideológico y geopolítico del que dispone Estados Unidos. China es además un blanco que en sus líneas fundamentales comparten republicanos y demócratas.
La guerra comercial no fue declarada por Trump, quien no ha hecho más que continuarla, profundizarla e intentar involucrar en ella a todo el mundo. Los últimos gobiernos, particularmente desde 2018, han impuesto aranceles y restricciones a las importaciones provenientes de China. La guerra comercial ha tenido el efecto de reducir la participación china en las importaciones de Estados Unidos desde el 21% en 2016 hasta el 13% en 2024, antes de Trump.
Los aranceles del 245% impuestos por Trump a China, mientras que los de los demás países están suspendidos o en negociación, hacen inviable, según los chinos, el comercio entre ambas potencias, que juntas suman el 43% de la economía mundial.
Todos los movimientos de Trump apuntan a un blanco claro. En Panamá quiere alejar a China del canal y en Costa Rica impedir la construcción de redes 5G con proveedores chinos, mientras presiona a otros países de la región para que no formen parte de los BRICS o de la Nueva Ruta de la Seda
Trump ha ofrecido negociar el monto de los aranceles a cambio de que numerosos países se alejen de China y ha despotricado contra los BRICS, amenazándolos con altos aranceles si osan desafiar el predominio del dólar.
La intervención de Estados Unidos en el Cercano Oriente, con el apoyo a Israel, la intervención en Siria y las amenazas a Irán buscan entre otras cosas desarticular el programa chino de la Nueva Ruta de la Seda.
En los acercamientos con Rusia, Trump no ha podido ocultar el deseo de separar a Rusia de China.
A qué se enfrenta Estados Unidos
Estados Unidos está buscando desesperadamente proveedores de tierras raras, indispensables para las nuevas tecnologías, incluyendo las militares. China posee alrededor el 61% de la producción y el 92% del procesamiento.
China ha estado compitiendo en el escenario de las grandes empresas tecnológicas y en buena medida ha tomado ventaja con gigantes como WeChat, Huawei, BYD, Tik Tok y Deep Seek.
Aproximadamente, el 15% de las exportaciones chinas se dirigen a Estados Unidos, pero la potencia asiática ha diversificado enormemente su comercio convirtiéndose en el principal socio comercial de la mayor parte de los países del mundo, incluyendo estrechos aliados de Estados Unidos como la Unión Europea, Japón y Corea del Sur
La vulnerabilidad china en materia de semiconductores ha venido disminuyendo aceleradamente. El gigante asiático ha creado todo un ecosistema nacional de chips y está produciendo semiconductores cada vez más poderosos
BYD es el mayor fabricante de vehículos eléctricos y desde 2023 superó a Tesla en ventas globales, domina la cadena de suministros vitales desde el litio en Bolivia y el cobalto en el Congo y controla el 75% de la producción mundial de baterías de litio.
Domina el mercado de paneles solares y de toda la tecnología para las energías renovables, así como la energía nuclear.
Las empresas chinas de Inteligencia Artificial avanzan aprovechando la enorme población para entrenar a un ritmo acelerado y menores costos.
Desde 2021 China probó un vehículo de planeo hipersónico que dio la vuelta al mundo antes de llegar a su objetivo, está lanzando más satélites que cualquier otro país y cuenta con una estación espacial, Tiangong, que funciona independientemente de la Nasa.
Ha avanzado en la computación cuántica, ha construido en Hefei una red de comunicación cuántica a escala de ciudad y ha lanzado el satélite Micius para afianzar la seguridad del cifrado cuántico.
La Nueva Ruta de la Seda se ha transformado en una red de influencia real. Más de 70 puertos, 150 países e innumerables conexiones ferroviarias se integran a los sistemas logísticos chinos.
Aunque el dólar mantiene la hegemonía, el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS) de China procesa anualmente más de 400 000 millones de dólares estadounidenses en transacciones denominadas en yuanes. Incluso en la ASEAN, Indonesia y Malasia han firmado con Pekín acuerdos de liquidación en moneda local.
Durante la covid-19, Sinopharm y Sinovac llegaron a más de 80 países y China se convirtió en la farmacia del Sur Global. Mientras tanto, China controla hasta el 70 % de las exportaciones de principios activos farmacéuticos (API), vitales para la fabricación de antibióticos y medicamentos destinados a enfermedades crónicas. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) lo ha señalado incluso como un riesgo para la seguridad nacional.
La Armada del Ejército Popular de Liberación (EPL) es ahora la más grande en cuanto a número de buques y China está botando nuevos destructores, fragatas y portaaviones a un ritmo sin precedentes. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), la capacidad de construcción naval de China supera a la de Estados Unidos en una proporción anual de 3:1.
China ha invertido miles de millones en 129 puertos de todo el mundo. El año pasado, por ejemplo, Portos do Paraná, la empresa estatal brasileña que actúa como autoridad portuaria del estado de Paraná, firmó una carta de intención con China Merchants Port Holdings para ampliar la Terminal de Contenedores de Paranaguá, la segunda terminal más grande de Sudamérica. China podría invertir en aún más puertos brasileños, ya que está previsto subastar 22 terminales antes de finales de 2025.
En África, la inversión china aumentó de dos puertos en 2000 a 61 instalaciones en 30 países para 2022. Y en Europa, las empresas chinas poseen la propiedad total o mayoritaria de dos puertos clave en Bélgica y Grecia, la denominada "cabeza de dragón" de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en Europa.
La superioridad de Estados Unidos está seriamente desafiada por China y el tiempo corre a favor de ella
La superioridad de Estados Unidos está seriamente desafiada por China y el tiempo corre a favor de ella. Si las cosas hubieran seguido evolucionando en la dirección que venían en los últimos 30 años, en muy poco tiempo esta superioridad se perdería por completo.
Esa es la verdadera preocupación de Trump, decidido incluso a sacrificar a sus aliados y obligarlos a definirse en esta guerra comercial y tecnológica que, antes de convertirse en un enfrentamiento militar, puede tener decenas de episodios locales y regionales de enfrentamientos en lo que se ha calificado como guerra hibrida.
Trump puede haber hecho un mal cálculo sobre la capacidad china de resistir, como también sobre la fuerza e influencia estadounidenses y sobre la posibilidad de que los estragos que ocasionen sus medidas sean apoyados por un Occidente y un Estados Unidos fracturados.
La desafiante, provocadora y arrogante postura del nuevo mandatario estadounidense puede despertar no solamente la irritación de sus aliados, sino además servir de caldo de cultivo para el resurgir de un sentimiento antimperialista a nivel global.