La eterna tradición de los gobiernos colombianos de culpar a los otros

La eterna tradición de los gobiernos colombianos de culpar a los otros

En los 90, Gaviria dijo que la falta de lluvia era responsable de la crisis energética. Ahora, Duque le escurre el bulto de la emergencia por COVID-19 a la ciudadanía

Por: Emerson Lemos Velasco
enero 22, 2021
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La eterna tradición de los gobiernos colombianos de culpar a los otros
Foto: Leonel Cordero

No sé si recuerdan que por allá, por los años 90 en Colombia, el presidente Gaviria decretó un racionamiento fuerte de energía y hasta nos puso a levantarnos a oscuras “dizque para aprovechar la luz del día”. En aquellos días, los que encendían una luz y no la apagaban de inmediato o malgastaban algo de energía, eran proscritos y tratados como malvados criminales. La culpa del siniestro era, según los políticos, la falta de lluvia. Pero la triste realidad fue la improvisación de la gestión del sistema eléctrico nacional durante muchos años. Desde aquel tiempo en mi familia cuando alguien quiere deshacerse de culpas con excusas fútiles nosotros exclamamos: “No le eche la culpa a la lluvia”.

En el presente, la enfermedad del COVID-19 ha desatado a los políticos con una serie de medidas que básicamente han servido para nada, como lo demuestra el único país que no hizo nada y tiene la misma tasa de muertos que los países que se han decantado por cuarentenas extremas y medidas de máscaras, limpieza extrema, distanciamiento social y hasta desinfección de los zapatos para evitar una enfermedad que solo se contagia por boca o nariz, como si la gente se estuviera colocando los zapatos en la cara. Por estos días, los proscritos son los que no se ponen máscara o los que hacen una fiesta, y de ninguna manera el gobierno es culpable de la transmisión del virus, cuando separa a la gente en el aeropuerto y la junta en el avión o cuando la distancia en el almacén, pero la arremolina en los buses, cuando la hace entrar con tapabocas al restaurante, pero aparentemente cuando se come se es inmune. Tampoco lo es de la escasez de camas en los hospitales, cuando propiciaron cuarentenas para prepararse y se apropiaron de ingentes sumas de dinero con ese destino.

¡¡¡No!!!  Somos nosotros los culpables de todo. Y además tenemos que sentir miedo de todo, no se puede tocar nada porque ahí está el virus asesino. Y miedo de todos, pues si se saluda alguien, uno de los dos estará muerto pronto.

Tristemente para los gobiernos ahora nosotros somos “la lluvia”.

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