La educación para la paz no se construye en las urnas

La educación para la paz no se construye en las urnas

La realidad de la educación Superior al día de hoy es bastante preocupante, sin recursos para su sostenimiento, sin un ejercicio real de la autonomía.

Por: Paola Patricia Sandoval Palacios
abril 21, 2014
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La educación para la paz no se construye en las urnas
Foto: Esap.edu.co

La realidad de la educación Superior al día de hoy es bastante preocupante, sin recursos para su sostenimiento, sin un ejercicio real de la autonomía, con una deserción que aumenta gracias a la falta de políticas de bienestar integral, entre otras muchas problemáticas, se encuentran las IES en Colombia. Mientras esto pasa con la educación, en el panorama nacional, se mantienen los diálogos de paz y avanza la cuenta regresiva para las elecciones presidenciales. Elecciones, que después de las parlamentarias no dan muchas esperanzas de garantizar el progreso para la totalidad de la población colombiana sino que amenazan con profundizar un modelo que responde a los intereses de algunos sectores, esos mismos que se han encargado de que haya más presupuesto para comprar un fusil que para invertir en nuestra educación y que sea más fácil tener un uniforme camuflado que un cupo en una carrera universitaria.

Mientras la crisis de la educación superior cada día es más evidente y la búsqueda de la paz con justicia social, es la apuesta del movimiento social y popular. Los candidatos en contienda entre sus propuestas hacen campaña con la educación como un agregado en su programa, manejando de la mejor manera la demagogia que ha caracterizado a los políticos en nuestro país.

En la actualidad, mientras la UD y la UPN en Bogotá y universidades regionales en Colombia, se pelean contra las administraciones de las mismas una educación digna y que reconozca los intereses de la comunidad universitaria. Las campañas electorales y sus diferentes candidatos se esfuerzan por hacer ver la educación como una apuesta fundamental en el desarrollo del progreso del país, con eslogan y propagandas donde agitan la necesidad de fortalecerla. Sin embargo cabe preguntarnos ¿qué tan buenas son las propuestas? ¿Qué tanto ayuda estas a superar la crisis actual de la educación?

Dentro de su programa Óscar Iván Zuluaga le apuesta al acceso a la educación superior universal, sin ahondar en cómo afecta la búsqueda del aumento de la cobertura sin un desarrollo integral de la educación en la excelencia de la misma, ya que como se ha evidenciado por buscar el aumento de la cobertura se da detrimento de la calidad de la educación superior, debido a la ausencia de una financiación que soporte el aumento de la misma. Por otro lado Zuluaga le apuesta al fortalecimiento del SENA, no mediante la mejora de las condiciones actuales del mismo y de quienes estudian allí, ni retomando el espíritu inicial de este como educación para el trabajo, no como una Institución de Educación Superior, sino buscando aumentar la titulación anual del mismo, titulando 1 millón de estudiantes al año, comparando los objetivos de las IES con este. Además de esto apostándole a la educación por ciclos que buscan acortar los títulos profesionales gracia a la validación de créditos de los técnicos con el ámbito profesional sin distinguir la diferencia entre los saberes y la vocación.

Por otro lado encontramos a Enrique Peñalosa, que también le apunta al aumento de la cobertura de la educación superior técnica y universitaria, buscando “controlar” la calidad, su programa enfatiza en la calidad, entendida como algo de mercado más que como la excelencia de la educación. Lo anterior según él, enfatizando en la construcción de igualdad y la búsqueda de “mejores ingresos para los colombianos”, para una “Colombia más competitiva”, no tanto al interior sino en el exterior. Como objetivo principal Peñalosa va a buscar la competitividad de la educación colombiana todo con el fin de que esta haga “posible apreciar más la vida, ser más creativos y felices”. Lo anterior viendo la educación como una competencia en donde se apuesta por la capacidad de las IES para enfrentarse a la estandarización Internacional sin mirar los diálogos entre saberes y la construcción de conocimiento. Preparando una competencia entre desiguales y que mantenga la desigualdad

Encontramos en el programa de Marta Lucía Ramírez, la apuesta por una educación que aumente la cobertura desde la utilización de aulas virtuales con convenio internacional, sin importar la relación necesaria entre estudiantes y profesores en la construcción de conocimiento. Además de la creación de un “politécnico nacional empresarial” que buscara “fomentar la educación técnica en las regiones para crear empresarios que ayuden al desarrollo de la región”, sin especificar qué tipo de desarrollo se busca en las regiones, teniendo en cuenta que al día de hoy la educación está dirigida a fortalecer proyectos de las locomotoras en detrimento de las necesidades reales que existe en el país, como se supone debería ocurrir, en la importante relación que debe tener la universidad y la sociedad.

Juan Manuel Santos aunque sin propuestas aun sobre la mesa, no deja de tener de antecedentes su lesiva reforma a la ley 30 que buscaba fomentar el ánimo de lucro en la educación superior y la búsqueda de una educación de mercado. Además de lo anterior un fantasma que trae consigo ahora en forma de política pública a la educación superior que aun sin estar totalmente consolidada, fue construida a espaldas de la comunidad educativa y que es presentada como apuesta del CESU con el objetivo de “saldar” las deficiencias de la educación superior y consolidar la apuesta de una que responda a las locomotoras mineras que ha buscado consolidar Santos, con su apuesta de prosperidad para todos. Todo esto manteniendo la actual situación de la educación, profundizando el modelo de la ley 30 y aportando al detrimento de las carreras de humanidades con la profundización de carreras que respondan a los intereses del mercado.

Por último encontramos a Clara López con una propuesta progresista en donde se resalta la gratuidad para las universidades públicas, el pago de la deuda que se ha dado con la implementación de la ley 30 del 92, la duplicación del presupuesto para educación en el primer año de la presidencia y la reconstrucción del ICETEX como una entidad sin ánimo de lucro. Todo lo anterior como una apuesta por mas financiación para la educación superior, pero olvidando que la lucha por una educación digna no se da solo en el aumentando del presupuesto para la misma, sino que también pasa por el ejercicio real de la autonomía y la democracia al interior de los campus universitarios, al igual que reconociendo de la importancia de que las universidades desde la academia aporten a la solución política al conflicto armado.

Teniendo en cuenta las anteriores propuesta, la realidad de la educación demuestra que el aumento de la cobertura que es la apuesta y la bandera de muchos de los candidatos no se puede dar de la nada, sin financiación de la educación de manera integral a las IES públicas, sin infraestructura para el aumento de cobertura y sin las condiciones mínimas para el ejercicio digno de la educación, la cobertura es una bandera de campaña que sirve para seguir utilizando a la educación como un eslogan para los diferentes candidatos y para seguir buscando votos.

Igualmente si bien existe una propuesta progresista para la educación, no podemos olvidar que el detrimento de la misma, también está basado en la idea errónea de una educación de mercado a la que se le abre paso gracias a la Ley 30 de 1992, que al día de hoy sigue rigiendo a esta y que ha convertido la educación en un servicio al que se accede como cliente, sin entender que la educación debe servir para transformar el sistema en el que vivimos y sin tener en cuenta que la pelea de una educación digna y de calidad no pasa por la consolidación de un capitalismo desarrollado sino por un cambio en la estructura que ha permitido la exclusión de los pobres dentro del sistema educativo.

La idea con esto no es incitar a votar por alguien o afirmando que votando por algún candidato se encontrara una solución real a la crisis, la pregunta de fondo es si con esto se dará un cambio real cuando se mantiene un orden jurídico y constitucional ligado al libre mercado, a la venta de derechos y a la atadura de los mismos a la sostenibilidad fiscal.

La educación que queremos, no se construye a través de una campaña electoral ni en las elecciones, sino en las calles, en las plazas, en los salones y desde quienes a diario se piensan esta. Es por esto que este 25 de mayo más allá de votar por la mejor propuesta, el llamado debe ser a seguir juntando fuerza, a seguir pensando y construyendo una educación para la paz con justicia social. Porque tenemos razones de sobra para buscar una transformación de este régimen que al día de hoy no garantiza sino que nos vende nuestros derechos. Vamos por la Asamblea Nacional Constituyente.

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