Gorros blancos o “tutuguis”, bastones de mando, cánticos y algunos reclamos. Así se transformaron las 121 hectáreas de la Universidad Nacional desde el lunes 28 de abril cuando comenzaron a llegar miles de indígenas de distintas regiones del país. Aunque todos coinciden en la necesidad de ser escuchados, no todos comparten las mismas demandas ni la misma relación con el Gobierno: mientras unos exigen el cumplimiento de compromisos históricos, otros llegaron en respaldo directo al presidente Gustavo Petro y sus reformas sociales.
Que tenían machetes, que intimidaban a la comunidad universitaria, que prohibieron el ingreso a las clases, que venían financiados por el Gobierno de Gustavo Petro y que hasta tenían sitiadas las instalaciones de uno de los campus más grandes de Bogotá. Afirmaciones que, si bien tienen sus claros, también sus oscuros.
Lo que se puede observar es que sí, en efecto hay indígenas arhuacos de la Sierra Nevada de Santa Marta, así como Nasa y Misak del Cauca, en casi todos los rincones de “la nacho”. Carpas por doquier en la cancha acústica, salones y auditorios, donde pasan sus noches y recuperan fuerzas.

En buena parte de los espacios verdes arden fogones improvisados con papa, yuca y sancocho. También hay grandes cortes de carne colgadas en los arcos de fútbol. Niños y niñas, descalzos, corriendo por todo lado. Emprendimientos de collares, manillas y mochilas en los andenes. La universidad está transformada y llena de nuevas culturas. La mayoría de visitantes en paz que esperan respuestas y exigen garantías.
“Hay varios temas incluidos en la agenda de los decretos y normas legislativas que el Estado aún le debe a los pueblos indígenas, a pesar de nuestra lucha histórica. Por eso estamos aquí. Hablamos de salud, educación, territorio y también del derecho a ejercer como entidad territorial indígena”, dijo a Las Dos Orillas el gobernador arhuaco, Zarwawiko Torres Torres, quien tiene contra las cuerdas al ministro Armando Benedetti, como se lo contamos aquí: El Gobernador arhuaco que desafió a Benedetti y se le quiere atravesar al Festival Vallenato
Contrario a estas exigencias, los indígenas caucanos respaldan plenamente al Gobierno y arribaron, tras más de 20 horas de viaje hasta Bogotá, para hacer antesala a las movilizaciones convocadas por el presidente Petro para el 1 de mayo. Ese día, como se tiene previsto, se radicarán ante el Congreso las 12 preguntas de la consulta popular que busca revivir la Reforma Laboral.
“El primero de mayo se conmemora el Día del Trabajo. El Gobierno nacional, en cabeza del nuestro presidente Gustavo Petro, ha hecho un llamado a la unidad en torno a las reformas sociales que ha propuesto, las cuales están pensadas para beneficiar al pueblo colombiano. Desde el movimiento indígena respaldamos estas reformas y también nos movilizaremos, no solo aquí en la Nacional, sino en los distintos territorios donde están nuestras comunidades”, dijo a este portal Aldemar, consejero de Derechos Humanos de la Organización Indígena Regional del Valle del Cauca.

Hasta el pasado martes en horas de la mañana ya habían más de 11 mil indígenas concentrados en la Universidad Nacional, algunas se alistan para salir el 1 de mayo a manifestarse a favor de la reformas del presidente Petro y otros que esperan ser escuchados por el Gobierno para que les cumplan lo que les prometieron en campaña.
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Se estima que lleguen entre 20 a 30 mil indígenas más a la Universidad Nacional donde a algunos estudiantes parece no importarles. A otros sí. Los maestros también están divididos mientras que la vicerrectora Carolina Jiménez aseguró que 30 % de las clases se han visto afectadas debido a cuestiones logísticas. Las clases se suspendieron en las facultades más afectadas, las de Ingeniería y Ciencias Humanas después de que la Minga Indígena se refugiaran en varios de estos edificios de las inclementes lluvias que azotan a la capital del país.
Aunque los indígenas llegaron a la Nacional con la venia del Distrito, específicamente de la Secretaría de Gobierno, el malestar sigue inundando no solo a la comunidad universitaria, sino a toda Colombia. Los machetes resonaron contra el piso cuando varias mujeres caucanas llegaron gritando que había llegado el Esmad.
Falsa alarma. Los agentes no pueden entrar al campus. Desde afuera, probablemente, ejercen presión, pero el miedo constante —atizado por varios líderes políticos y de opinión— invade a los visitantes. No quieren irse. Dicen que esperan ser escuchados. Algunos participarán de las movilizaciones del 1 de mayo. Otros quieren respuestas por parte del Estado para unírseles. ¿Se logrará? Sigue en veremos.
Pese a que el rector de la Universidad Nacional, Leopoldo Múnera, reconoció que la institución aceptaba la llegada de las comunidades indígenas, tal parece que la situación se les salió de control. Junto a la vicerrectora seccional Bogotá reprocharon el incumplimiento por parte del presidente Gustavo Petro y el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, para garantizar que la situación estuviera en orden.
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Mientras miles de indígenas permanecen en el campus y buena parte de las clases siguen suspendidas, tanto la comunidad universitaria como los propios visitantes esperan respuestas del Gobierno. La ausencia de un liderazgo por parte del Ministro del Interior, Armando Benedetti, ha generado dudas sobre quién debe encabezar un acompañamiento que evite mayores afectaciones académicas y garantice un diálogo efectivo. Aunque no se han registrado enfrentamientos, la percepción de inseguridad persiste y la tensión se siente en el ambiente. La Universidad Nacional continúa siendo el epicentro de una movilizaciones y también de un vacío institucional que, por ahora, nadie parece dispuesto a asumir.
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