La corrompida palabra corrupción
Opinión

La corrompida palabra corrupción

Terminada la campaña por hacer aprobar el negocio de la paz con las Farc, el presidente se inventa otro enemigo, para darle el toque final a su descuadernada administración

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enero 17, 2017
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Nada resulta más rentable que explotar con fines políticos la rabia de la gente. En un mundo en el que la verdad y la mentira son conceptos intercambiables, cada vez resulta más difícil tener elementos sólidos para determinar con suficiente grado de certeza quién miente y quién dice la verdad, en cada caso; ya que si no es posible saberlo para una situación concreta, menos lo es para aplicarle el calificativo de mentirosa o de sincera a una persona.

Terminada la campaña por hacer aprobar el negocio de la paz con las Farc, en un proceso plagado de mentiras, corrupción, calumnias y desinformación desde todas las trincheras; ahora el presidente se inventa otro enemigo, nuevo y sorpresivo según él, para darle el toque final a su descuadernada administración. Ahora, dándose aspavientos de virgen otoñal, abre escandalizado la boca para expresar su enorme sorpresa por el hecho de haberse descubierto algunos episodios de corrupción en la administración pública. Luego de haber institucionalizado de la manera más cínica posible el concepto de la mermelada, digna hija de los cupos indicativos y nieta de los auxilios parlamentarios, se rasga sus elegantes vestiduras para condenar a los Ñoños, Nules, Montenegros y demás expoliadores de nuestro pobre erario. Ahora sí, dice, vamos a meter en cintura a todos estos sinvergüenzas. Ahora sí, exclama, se acabó la tolerancia con la corrupción en todos los niveles.

Mientras asistimos a este trasnochado espectáculo de circo de una sola pista, presentado en la posesión del nuevo procurador, nos preguntamos qué hicieron su Fiscalía y sus demás entres de control para investigar y sancionar a los corruptos, incluso a los del anterior gobierno, cuando la verdad es que tuvieron que venir los funcionarios del gobierno estadounidense a decirnos: “Oigan, ustedes. Sí, ustedes. Allá hay una firma brasilera repartiendo millones a dos manos para poder quedarse con lo más sustancioso de su contratación estatal”.

 

La senadora que anunció que votaría por Santos con la nariz tapada,
ahora sí cae en la cuenta
que ha estado apoyando a un gobierno corrupto

 

Lo simpático es que en la otra orilla; bueno, no tanto; desde otro lugar del mismo círculo de eternos conductores de nuestro destino, la senadora gritona, la verde, no la despelucada; la misma que anunció  que votaría por Santos con la nariz tapada, ahora sí cae en la cuenta que ha estado apoyando a un gobierno corrupto, no porque haya cambiado de parecer, sino por la más veleidosa y detestable de todas las razones: la razón del cálculo electorero. Como ahora piensa que puede llegar a la Presidencia de la República (y conociendo a quienes han ocupado recientemente este cargo, seguramente que ella también tiene las cualidades para hacerlo), empieza a vociferar, más alto si cabe, contra los corruptos que lleva 7 años apoyando con una mano, (la otra la tiene presionando su nariz). Como reza el antiguo adagio: Acabar con la corrupción es el anhelo supremo de quien todavía no ha llegado al poder.

Hay que ser honestos con nuestras propias expectativas: la corrupción no la van a acabar los políticos y burócratas que la crearon. No. Ellos solo la transforman a su amaño. La corrupción se acaba el día que cada ciudadano considere una vergüenza irrespetar las normas de una democracia que sirve a la población y no a individuos o a dinastías. La corrupción terminará cuando cada uno de nosotros, con su voto, sea capaz de sancionar a quienes nada hacen, o hacen mucho pero en su propio beneficio. La corrupción comenzará a morir el día en que personas como el ministro de Obras, el vicepresidente saliente y todos los payasos de este pobre circo, tengan que renunciar por haber apabullado e insultado de todas las formas posibles a la pobre señora que se atrevió a fines del año pasado a denunciar la corrupción en la contratación pública de obras. Pero eso por ahora no va a pasar. Nadie va a salir a rectificar sus insultos, ni a concederle la razón por lo que ahora se sabe era una denuncia totalmente fundamentada, aunque tímida y sin respaldo.

La contienda electoral apenas comienza. De seguro va a estar muy entretenida.

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