El fundador de Haceb unió talento, ética y persistencia para demostrar que el trabajo bien hecho también puede cambiar un país.
Hay empresarios que transforman una economía; otros, transforman una cultura.
Lea también: Cumpliendo 98 años don Jose María Acevedo sigue en su fábrica HACEB
José María Acevedo Alzate, fundador de Industrias Haceb, pertenece a esa segunda estirpe: la de los que cambiaron a Colombia sin alardes, desde el trabajo, la fe y la disciplina.
El origen humilde de un gigante
Nació en Medellín, en 1919, en una familia modesta del barrio Aranjuez. Apenas cursó hasta quinto de primaria, pero su curiosidad fue infinita.
De joven trabajó como mensajero en una empresa de electrodomésticos, y allí se enamoró de la electricidad y de la idea de fabricar con sus propias manos lo que el país importaba.
En 1940, con 21 años y apenas 90 pesos, fundó el Taller Eléctrico Medellín, germen de lo que después sería Haceb (Acevedo Hermanos Colombia Eléctrica de Bello).
Años después, en plena posguerra, cuando los productos extranjeros escaseaban, Acevedo decidió fabricar localmente estufas y neveras. Contra todo pronóstico, triunfó.
Una historia de persistencia y visión
Durante los años 50 y 60, su taller se transformó en industria. Fabricó la primera nevera 100 % colombiana, amplió su portafolio con lavadoras y cocinas, y abrió la planta de Copacabana, Antioquia.
Desde entonces, Haceb ha sido una de las pocas empresas que resistió la invasión de las multinacionales sin perder su carácter nacional. En 2023, la compañía reportó ingresos superiores a $1,2 billones de pesos y más de 3.200 empleados directos, además de cerca de 7.000 empleos indirectos. El 51 % de las ventas provienen de refrigeración y lavado, el 32 % de cocción y gasodomésticos, y el resto de servicios de posventa y exportaciones.
El corazón paisa de una multinacional
Haceb produce más de 1,1 millones de electrodomésticos al año, y es el mayor fabricante colombiano del sector.
Su planta de Copacabana, de 230.000 m², está considerada una de las más modernas de América Latina, con tecnología automatizada y líneas de ensamblaje de última generación.
La empresa ensambla y distribuye marcas globales como Whirlpool, Mabe, Samsung, LG y KitchenAid, además de su propia línea Haceb, consolidando un ecosistema industrial que combina innovación local con estándares internacionales. Exporta a más de 70 países en América y el Caribe, con ingresos de exportación que superan los US$40 millones anuales, y una participación cercana al 35 % del mercado colombiano de electrodomésticos grandes.
El liderazgo silencioso
Pese a los números, José María Acevedo nunca habló de riqueza, sino de propósito.Hasta pasados los 100 años seguía visitando la planta, saludando a operarios y recordando su lema:
“El trabajo bien hecho dignifica al hombre.”
Su liderazgo era humano, austero y profundamente ético. Creía en el mérito, en la estabilidad laboral y en la educación como palanca de progreso. En 1970 creó programas de bienestar que hoy sobreviven como parte de la cultura Haceb: becas, salud, vivienda y formación técnica.
Una empresa con alma
Haceb no solo fabrica electrodomésticos; construye confianza. Es una de las pocas empresas colombianas que permanece 100 % nacional y familiar, sin capital extranjero. Su impacto económico se traduce en innovación, exportaciones y empleo de calidad, pero su impacto moral está en haber demostrado que se puede hacer empresa sin renunciar a la decencia.
En una entrevista de sus últimos años, Acevedo dijo: “Yo no hice Haceb para ser rico, sino para dar trabajo y servir al país.” Esa frase resume toda una filosofía de vida.
Un legado que ilumina La figura de José María Acevedo se alza como un recordatorio de lo esencial: la disciplina, la honestidad, la educación del carácter y la fe en el trabajo. A los 106 años, se fue en silencio, pero deja una empresa que factura más de US$300 millones al año, una historia de innovación paisa y una lección de liderazgo ético que el país necesita más que nunca.
Anuncios.
Anuncios.


