Un hombre con agallas para afrontar las adversidades de la vida

Un hombre con agallas para afrontar las adversidades de la vida

Julio Enrique Soto, un argeliano (Antioquia) de 26 años que perdió a su familia por completo

Por: Henry Orozco
octubre 22, 2015
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Un hombre con agallas para afrontar las adversidades de la vida

No todos nacen en cunita de oro ni mucho menos tienen una vida comprada, hay personas en este mundo que, contrario a ello, parecen que nacieran con una deuda. Esta es la historia de Julio Enrique Soto Gómez, un hombre que nació en el municipio de Argelia hace 26 años y que a los pocos años de vida perdió su familia por completo. Su madre, una mujer de casa, humilde, de buen corazón, una mujer campesina, como muchas de las mujeres en el Oriente de Antioquia y entregada a las riendas del hogar, falleció de una crisis asmática cuando Julio tenía solo tres años de edad; su padre, un hombre recio, del que Julio guarda muy pocos recuerdos, los abandonó, se esfumó así no más como se esfuma el humo de un cigarro y no deja rastro ni huella para seguir; y sus cuatro hermanos más, todos mayores a él,  fueron víctimas de un conflicto armado que en Colombia no tiene fin y que a diario luchamos por acabar. Una violencia injustificada, sin causas y lamentablemente muy lejos de tener  esperanzas en la  paz. Una guerra cobrada con sangre, armas, odio, dolor y sobretodo secuelas que difícilmente se pueden subsanar.

Julio es un hombre de baja estatura, mide aproximadamente 1 con 60, es delgado, de tez trigueña, aparenta ser una persona tímida, callada pero en realidad es muy abierto –un poco confianzudo—entrón, más de lo que debería serlo para el poco tiempo que llevamos de conocernos y hablarnos.

Él, como pocos hombres en su misma situación, es una persona valiente, arriesgada, segura de sí misma y está convencido que si da  a conocer su historia de vida fácilmente puede estar ayudando a muchas personas que, por motivos ajenos a su voluntad, desarrollan un prototipo de vida similar al suyo. Por eso quiere contar su historia, darla a conocer y ser un referente en quien experimente una situación no ajena a su vida.

Al ser solo un niño de tres años, y quedar sin familia a tan corta edad, no tuvo tíos, ni primos, ni abuelos, ni ningún otro familiar que se apiadara de él, quizá por la situación económica de los mismos, me cuenta, más que con palabras, con sus gestos de inconformidad, con sus expresiones marcadas inseguras de lo que sus labios narran; con sus manos mientras abraza sus dedos entre sí, mientras los suelta y se rasca la cabeza, mientras  se toca la nariz y mientras se frota los ojos;  con sus pies, mientras los cruza, los descruza, los mueve, los pone a temblar a su voluntad y concluye diciendo con certeza que quizá,  es lo único en lo que quiere pensar para justificar el actuar de su familia.

Uno de sus hermanos fue llevado a una fundación de Rionegro --Jesús infante--  y Julio, quien también cayó en manos del Instituto Colombiano Bienestar Familiar, fue dirigido a un hogar sustituto en el que duró poco menos de dos años para llegar a la fundación Jesús Infante  y re encontrarse con su hermano mayor.

Julio Soto siempre ha sido un hombre que se ha valido por sí mismo, por la misma razón al salir del centro de acogida en el que duró 12 años, trabajó en diferentes sectores logrando subsistir y ganándose el pan de cada día. Su hermano, quien salió de la fundación Jesús Infante dos años antes que Julio y decidió retornar a Argelia, corrió con la misma suerte de sus otros tres hermanos y el padre de estos. Fue asesinado, situación de la que Julio se enteró muchos años después cuando decidió seguir los rastros de su núcleo familiar, de este modo, además, conoció unas pocas personas con las que guarda vínculos sanguíneos y quienes parecen estar más preocupadas en el proceso de reparación de víctimas que ofrecen a estos sujetos para resarcir un poco el daño causado, qué el mismo Julio. Caso puntual es el de su prima, una anciana de más de 60 años, quien se preocupa más por el dinero que algún día Julio recibirá que por su misma condición actual de vida y sus estudios académicos de los que este  algún día les quisiera contar sin tener que sentirse ignorado cuando por iniciativa propia lo hace.

“Mi prima lo único de lo que me habla cuando yo voy a Argelia es del proceso de reparación, constantemente me pregunta cómo va ese proceso, y me recuerda que cuando me den algo y me paguen a mí padre y a mis hermanos no me olvide de ella y le dé su tajada”.

 


Julio recuerda que entre los  años 98 y 2000 en compañía de un preceptor del centro salió en busca de su padre, para tal sorpresa lo encontró y este no tuvo escrúpulos para hacerse el indolente y despacharlo de nuevo hacia donde había venido con un paquete de chitos y una Pony Malta. Los recuerdos de Julio con su padre siempre van asociados a esa oscura y emulsificante bebida, así como también recuerda que de niño su papá lo montaba a caballito mientras le daba de beber Pony Malta.  Pasados los años, pocos meses antes de llegar al año  2007, Julio optó por buscar de nuevo a su padre y la respuesta con lo que se encontró esta vez fue que él había sido asesinado igual al resto de sus hermanos –los de Julio-- por la violencia que desde siempre ha atacado nuestro territorio. El Oriente antioqueño.

Pese a tener una situación de vida tan marcada, Julio es una persona entregada a Dios, creyente de un ser supremo que abraza sus miedos y le da las fuerzas suficientes para salir adelante, para luchar, para cambiar su vida, para desarrollarse como persona, para estudiar, para ser un profesional que pueda transformar la sociedad y por supuesto para levantarse cada mañana y tomar rumbo hacia la Universidad Católica de Oriente, institución en la que actualmente estudia el programa de Licenciatura en Lenguas Extranjeras y a la que considera su familia por el amor que en la misma recibe y la buena acogida que ha tenido desde que ingresó a esta.

Un gestor en pro de un mañana mejor…

Las oportunidades hay que saberlas buscar, eso Julio lo tiene muy claro y siempre que puede hace todo lo que esté a su alcance para lograr sus ideales, el mismo considera que es una persona que tiene bien definido lo que quiere  de su vida: ser un profesional que pueda prestar un excelente servicio a la sociedad y ayudar en todo lo que más pueda, “ejercer la docencia como se debe hacer” y crear una fundación para niños huérfanos, abandonados, víctimas de la violencia y que necesitan ayuda así como él la necesitó.

Entrar a la Universidad Católica de Oriente fue un reto que se planteó y que como muchos otros logró, recuerda que un día tomó la decisión de ir en busca del rector Monseñor Darío Gómez Zuluaga y sin pelos en la lengua le narró su historia de vida, le desnudó su corazón, le expuso que su mayor sueño era ser un hombre profesional al servicio de su región y que, infortunadamente, no contaba con la capacidad económica para solventar sus estudios y su sostenibilidad. Por tal motivo, Monseñor Darío Gómez le brindó la oportunidad de entrar a la Universidad y lo acogió en uno de los hogares universitarios con los que cuenta la UCO para estudiantes de bajos recursos y que vienen de partes lejanas de la región. Hoy día, Julio tiene una beca de la Gobernación de Antioquia la cual cubre el 75 % de su matrícula universitaria y además recibe un subsidio de sostenimiento de parte de la misma para subsanar la carga económica que implica estudiar en una Universidad privada.

Julio es un fiel romántico y soñador del siglo XXI y aunque no está seguro de encontrar a alguien en su camino que comparta la misma ideología de vida, piensa llegar virgen al matrimonio. Nunca ha tenido una relación amorosa ni mucho menos ha sido infiel a sus principios; sin ser asexual no se considera un hombre activo en su vida pasional y carnal; también tiene claro que más adelante quiere formar un hogar pero no está seguro de tener hijos, pues su mayor sueño es formarse como profesional y ayudar a las demás personas con una fundación que así se lo permita; es un ser entregado a Dios, que disfruta la oración, que busca soluciones en sus diálogos con Jesús y que tiene una visión diferente de familia, siendo consciente de que la misma es el núcleo primordial de la sociedad donde se educa un ser y se forma para salir a enfrentar los medios sociales.

Una familia la conforma la gente que entre sí se aman, afirma Julio mientras evoca una de las cátedras que actualmente cursa en la UCO y los conocimientos impartidos por el docente en la institución; pero, además,  comparte la concepción divina  de que familia es hombre, mujer e hijos.  Y sin querer tener hijos, y sin tener una familia nuclear, y sin tener un referente paternal, ni uno maternal, sin tener vínculos sanguíneos que respete, sin tener pareja… tiene familia, y no solo tiene una: La Universidad es su familia, sus amigos son su familia, la iglesia es su familia, los hogares estatales han sido su familia y su entorno actual lo considera, lo trata, y lo quiere como a una familia.

Es un hombre feliz sin importar las condiciones de vida dadas para sí, nunca por su mente ha contemplado la idea de suicidarse a diferencia de muchas otras personas cercanas a él y quienes en el algún momento de su vida trataron de ocasionarle lesiones morales. Julio sabe a qué vino al mundo, y diariamente se esfuerza por cumplir su misión de vida, es un hombre que se ufana de conocer el perdón, de llevar a Dios en su corazón y de ser capaz de amar a su prójimo como si estuviera siguiendo un mandato divino.

Para terminar la parla, me da su mano y me dice: “vea hermano, yo soy tan entregado a Dios que si en este momento me encontrara con los asesinos de mí familia y los tuviera de frente yo sería capaz de abrazarlos y perdonarlos, es más, hasta los haría mis amigos porque no quiero guardarme resentimientos ni odios, yo solo quiero ser feliz y ayudar a quien pueda necesitar de mí”.

Yo solo asiento a sus palabras, suelto su mano y me retiro con un escalofrío absurdo de no poder entender su perdón, pero por supuesto admirando su posición; me quedo pensando que  si esta  fuese  mi situación difícilmente podría concebir el mundo como este hombre ha logrado hacerlo. Mientras más distante nos hacemos solo puedo pensar en agradecerle a la vida por entregarme historias que de verdad valen la pena contar.

 

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