¿Qué falta por ver de la corrupción en Colombia?

¿Qué falta por ver de la corrupción en Colombia?

"El Estado colombiano y la élite gobernante evidencian para cualquier desprevenido observador la mayor y peor descomposición moral y ética de su historia"

Por: Ángel Humberto Tarquino González
julio 17, 2017
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¿Qué falta por ver de la corrupción en Colombia?
Foto: Caracol Radio

Hace algún tiempo reflexionaba en un medio local sobre el tema de la corrupción. Y entre entonces y ahora, con gran desconsuelo solo puedo observar  y constatar que tan grave situación en lugar de disminuir ha crecido en forma exponencial. Ahora más que nunca dicho fenómeno se incrustó e invadió como un verdadero cáncer, definitivamente de todas las instancias y niveles del Estado en todo el territorio nacional, mientras la indiferencia y la insensibilidad de los ciudadanos se ratifica con desesperanza, reeligiendo cada cuatro años a verdaderos delincuentes para que administren el tesoro público.

Parece que 53 años de conflicto interno no han sido suficientes para que los colombianos comprendan y entiendan que el país está al borde del abismo, y que solo sus ciudadanos honrados, y sobre todo inteligentes, tienen en sus manos el que la nación se salve para sus descendientes, o que se vaya definitivamente al despeñadero.

Para empezar, no es posible admitir como “normal” o como “caso aislado  que el jefe anticorrupción de la Fiscalía General de la Nación, Luis Gustavo Moreno Rivera, haya sido puesto al descubierto en graves actos de corrupción. Además, no precisamente por el fiscal general y sus subordinados, sino por la agencia norteamericana antidrogas DEA, y lo peor, que también su actual esposa haya estado vinculada a delitos relacionados con el narcotráfico. Menos aún es admisible que el fiscal general no revele a la opinión pública quién o quiénes  fueron (aunque se sospecha), los padrinos que se lucieron con tan brillante recomendado y el fiscal con su nombramiento. “Si la sal se corrompe….”

Menos aún es admisible que Martínez Neira no se declarara impedido en su momento para hacer parte de la investigación por los escándalos de corrupción en Odebrecht y Navelena, toda vez que desde tiempo atrás y bajo las distintas razones sociales, su camaleónico bufete, haya defendido en el pasado reciente los intereses del propietario del grupo AVAL Luis Carlos Sarmiento Angulo, y ahora obre como investigador incurriendo en la más cínica inhabilidad, por lo que si tuviera algo de vergüenza y pudor debería renunciar.

No hacerlo  involucra de hecho al hijo del maestro Salustiano Tapias en ambas situaciones en un caso típico de complicidad, como si su responsabilidad en los sobornos de Odebrecht o la pérdida de los 120 mil millones del Banco Agrario y otros asuntos non santos, no hubiesen sido suficientes para presentar su renuncia al cargo que jamás por ética y honestidad no debería haber asumido.

Mientras tanto, los medios de comunicación, proclives al gobierno actual y por supuesto al de expresidente Uribe, no han tardado en calificar tan aberrante situación como un simple tema de “clientelismo”, cuando a todas luces, la sistematicidad con que la corrupción ha cooptado todos los niveles e instituciones del Estado, dando por llamar con el eufemístico nombre de “clientelismo judicial” cuando en verdad muchos de sus miembros (todavía por descubrir) han configurado una empresa criminal,  en una verdadera asociación para delinquir

Por donde se mire, el Estado colombiano y la élite gobernante evidencian para cualquier desprevenido observador la mayor y peor descomposición moral y ética de su historia. Estas élites, que han detentado  por más de dos siglos el poder, se hunden cada vez más en sus propios excrementos, en su propia putrefacción, en su propio pus, en la vorágines de la más descarada corrupción mientras los ciudadanos, para colmo de males,  han venido perdiendo su sensibilidad y capacidad de asombro,  y lo peor de todo, en la mayoría de casos un número importante de ciudadanos han contribuido a elegirlos en virtud de su propia ignorancia para que unos administren venalmente el tesoro público y otros legislen desde el poder en contra de los derechos de los ciudadanos, de su bienestar y de su futuro.

Me atrevería a decir que la mayoría de los colombianos ha perdido la dignidad y la esperanza, y sobre todo la vergüenza, cuando sin sonrojarse acudirán a las urnas para reiterarles el apoyo a sus propios verdugos.

Vicky Dávila ignora como periodista profesional lo que está ocurriendo en Colombia.

@VickyDavilaH  ¿“A qué hora se pudrió tanto el Estado?

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