Evasión en dos actos: Duque en París

Evasión en dos actos: Duque en París

El 12 de noviembre fue un día bastante movido para el presidente: lo que pasó en el recinto de la Unesco y en su intervención en Sciences Po dejó mucho que desear

Por: Sergio Castillo
noviembre 14, 2018
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Evasión en dos actos: Duque en París
Foto: Twitter @IvanDuque

Acto 1:

La cita era en Sciences Po París, el tema de la conferencia: visión de la situación política y social en América Latina. Duque, cual estudiante malo, terminó hablando de una cosa que no le preguntaron. No hubo América Latina —salvo una esperada referencia a los migrantes venezolanos— y la tal visión resultó ser una justificación bastante floja de la política de gobierno, con el tema de los acuerdos de paz como gran ausente.

La intervención del presidente discurrió en una enumeración de cifras y datos, de información sobre un supuesto optimismo de los colombianos y sobre su capacidad para sobreponerse a las adversidades. Se tocó el tema del IVA, y para darlo a entender a su público parisino —donde a sorpresa suya había más colombianos que franceses— hizo una comparación de Colombia con España. Si en España se hace esto, ¿nosotros por qué no?, si en España hay tantas personas con ocupación, pagando impuestos y cotizando pensión, ¿por qué en Colombia no? Es que nuestro problema más grave es la evasión de impuestos, a los ojos de nuestro presidente. Por esta razón, y en aras de aumentar los recursos del Estado —que son insuficientes, según explicó— propone como solución, entre otras cosas, gravar los productos de primera necesidad de la canasta familiar, a una tasa que sería a todas luces escandalosa en los países que tanto le gusta citar para comparar con Colombia —18% contra 10% en España y 5,5% en Francia, donde son manejados de forma progresiva—. Y bueno, ¿cómo entran las bebidas azucaradas en este cuento? Ah no, verdad que eso sería la catástrofe para los tenderos del país según los meditados análisis de miembros de su partido. ¿Y la corrupción que desangra anualmente cerca de 50 billones de pesos? No hubo mención alguna. La solución es simple: gravar y gravar.

Entre cifras y datos que parecían hablar de un país lejano y extraño a la Colombia que conozco, el Sr. presidente enumeró los dos ejes fundamentales de su política de gobierno: legalidad y desarrollo. Legalidad, dando paso a un país donde se imponga el imperio de la ley, sin necesidad de un Estado policivo, y rechazando cualquier forma de criminalidad. Tocado este tema creí que iba a hablar del sistemático asesinato de líderes sociales en Colombia, de la crisis de la educación pública y la represión del movimiento estudiantil, o de cualquiera de los varios problemas sociales que aquejan al país, tristemente hundidos en las arenas de la cotidiana indiferencia de una Colombia que perdió la capacidad de impresionarse. Pero tal referencia no llegó, el Sr. presidente siguió hablando de aquel país comparable a algunos países europeos, obviando todas las tragedias sociales en la Colombia real.

Desarrollo, su segundo punto fundamental. Desarrollo a través de una economía levemente estatizada. Desarrollo en un país donde se permita el emprendimiento de medianos y pequeños empresarios. Desarrollo también a través de la conservación del medio ambiente y de la información, a través de la investigación y haciendo énfasis en la educación.

Ya en este punto me convencí de que aquel país del que hablaba el Sr. presidente no era para nada parecido a mi país, y que todas las cosas que enumeraba estaban bastante lejos de lo que en realidad pasa en Colombia y de los intereses que defiende su gobierno. ¿Importancia de lo ambiental? Colombia es uno de los países con mayor depredación de las zonas de ecosistema natural. ¿Información incentivando la educación? Si bien el gobierno Santos no hizo casi nada en esta materia, al actual gobierno no se le ven ganas de ir mucho más allá. ¿De cuál desarrollo y de cuál legalidad estamos hablando? ¿Será que la manera adecuada de aproximarse a estos postulados es preguntarse legalidad y desarrollo para quién?

Dice el Sr. presidente: "rechazo a cualquier forma de violencia", pero ¿qué avances hemos tenido en el la desarticulación de estructuras paramilitares como las Águilas Negras, o al menos conocimiento de quienes la integran? Rechazamos cualquier forma de criminalidad, pero ¿cómo van las investigaciones de los asesinatos de líderes sociales? ¿Será que el gobierno va más bien detrás de los tipos de "criminalidad" que le resultan directamente incómodos?

Dice el Sr. presidente: desarrollo a través de una economía levemente estatizada, dando relevancia al emprendimiento, a la información —educación— y al medio ambiente. Los únicos emprendedores que se verán favorecidos con las políticas económicas del gobierno serán los de siempre. No veo cómo el tema del medio ambiente pueda ir más allá de mera retórica, dado que los grandes depredadores de los ecosistemas son los mismos que apoyan su gobierno. Y, finalmente, no vi ningún postulado claro sobre la educación, para un país donde cada vez es más difícil acceder a la universidad pública, y donde las privadas —las buenas— cobran barbaridades en matrículas, lo único que queda es ver cómo la brecha de desigualdad educativa sigue creciendo, mientras más y más familias se ven abocadas a empeñar su poco capital para pagar estudios universitarios. Caso ya conocido en países vecinos.

Finalmente, ya para terminar de decepcionarme, vinieron las intervenciones del público. Cuatro o cinco colombianos y una venezolana. Todos, salvo uno, cayeron en tecnicismos y le hicieron el juego al gobierno, como si en Colombia no pasara nada y nuestro único problema fuera cómo hacer para que la gente deje de evadir impuestos. La única persona que preguntó algo que a mi parecer fue de relevancia, tuvo que imponerse tomando el micrófono e interrumpiendo decentemente al moderador. Esta persona cuestionó al gobierno sobre los acuerdos de paz y sobre el movimiento estudiantil. El Sr. presidente, como buen orador que es, se refugió en su ya conocido discurso adornado de sutilezas que inducían a pensar que efectivamente había una preocupación y que se estaba actuando. En el fondo, sin embargo, su discurso no deja de ser una versión reciclada de la ya mala y arraigada costumbre de numerosos gobernantes colombianos: gobernar de espaldas al pueblo.

Me queda sin embargo la duda de esos estudiantes que intervinieron bajo el uso permitido de la palabra: ¿estaban libreteados, como escuché decir a varias personas, para no formular preguntas incómodas al gobierno Duque? O, lo cual me parecería más grave, ¿realmente piensan que los temas referentes a acuerdos de paz, asesinatos de líderes, financiamiento de la educación e IVA son de segunda importancia y que no tienen cabida en una conferencia sobre situación política y social en América Latina?

Sinceramente prefiero la opción del libreto, pues no concibo que colombianos que realizan estudios fuera del país vean el deterioro de la situación social y política en Colombia como un tema de segunda importancia, legitimando mediante el silencio la evidente crisis.

Acto 2:

La Unesco y la ya difundida bofetada de la delegación colombiana a sus connacionales en Francia, refundiendo las listas de inscritos y usando la seguridad de la institución para sacar arrastrados del salón a aquellos que pudieran generar incomodidad en la intervención presidencial. Increíble que algo así pase en la Unesco, increíble que pase en París. Todos muy democráticos.

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