Estado maduro
Opinión

Estado maduro

¿Estado inmaduro, inacabado, fallido? Quizá. Demasiados lunares negros… Y Bogotá arreglando la movilidad al estilo Mockus con 40 conos humanos

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abril 28, 2017
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No creo que sea serio analizar con profundidad frases desbocadas y sordas como la que nos acostumbra quien gobierna en Venezuela. Como van las cosas, todo indica que Maduro será catalogado de dictador si llegáramos a definir “dictador” como aquel gobernante que fallece ejerciendo aun el poder.

Pero bueno, si bien no aplaudimos las delirantes palabras de aquel señor, sí llaman la atención aquella temeraria afirmación en el sentido de tachar a Colombia como un Estado fallido.

¿Estado fallido?

Bueno, Colombia tiene libertad de prensa y todos los partidos tienen cabida en el gran abanico, pero existen varios asuntos que darían lugar a deducir que ante la falta de acción estatal podría considerarse a Colombia como un Estado fallido.

El caso del feminicidio y la violencia sexual contra las menores es simplemente aberrante. La última “estadística” indica que cada dos horas hay una violación y que de cada diez mujeres, siete de las víctimas en una menor de edad. Hace poco estuvo en cartelera la última película de Víctor Gaviria, La mujer del animal, que sin ser un gran film, sí recalca minuto tras minuto dos elementos inquietantes: la grosería y la agresión verbal en todo momento. Y lo normal para todo el medio que retrata Gaviria y que no es nada diferente al hombre arriba y la mujer abajo, en todo sentido, acompañado (obvio) de la consecuente agresión. Pero, oh sorpresa, la película estuvo pocos días en cartelera ya que es un tema que no se quiere ver. Si no se le pone freno, el drama se va a agravar, pero lamentablemente no parece ser un asunto que esté en la agenda gubernamental.

La eliminación física de los líderes de la Unión Patriota hace sus años por parte de no muy misteriosos grupos paramilitares se hace nuevamente presente con la aniquilación puntual de líderes sociales por parte de los mismos grupos. Y sin política estatal en la materia.

 

Hay dos Colombias. Y la otra, la que desconocemos,
es una Colombia sumida en el terror
y en donde la salud y educación son ciencias etéreas.

 

Hay dos Colombias. Y la otra, la que desconocemos, es una Colombia sumida en el terror y en donde la salud y educación son ciencias etéreas.

Cuando se firma la paz con las Farc, aparecen poco a poco unos hechos que erizan la piel. Caletas con dinero o armas, exguerrilleros que son tentados con mejores sueldos por los mercaderes de la muerte y la droga, y hablando de droga el auge escandaloso del cultivo de la coca con toda la violencia y terror que le acompañan.

Ah, y la corrupción. El cáncer de la corrupción que está en todas partes.

¿Estado inmaduro, inacabado, fallido?, como que va a ser que sí, demasiados lunares negros.

Y el caso de Bogotá es de película.

Con los elementos actuales, no hay solución al caos vehicular. Ante la falta de autoridad (una policía especializada e insobornable), pues cada vehículo hace lo que quiere y si es inspeccionado, con un billete de 50 todos nos hacemos los locos.

¿Qué hacer? La solución (única) es mágica. Contratan a la sociedad de Mockus por quién sabe cuántos trillones que viste de conos a cuarenta muchachos para que hagan pedagogía. ¿Nos reímos?

Si esta iniciativa proviene de un alcalde que ya ha dicho que el metro subterráneo se reduce a ser un hueco donde la gente entra como ratas y en donde huele a orines, pues…

   

Y hablando de…

Y hablando de pedagogía y asuntos resueltamente no fallidos, resulta emocionante haber asistido el pasado miércoles a la inauguración de la exposición de la obra de Alberto Baraya en el Espacio Odeón en Bogotá, en donde se mezclan de forma mágica y bella no sólo su obra, compuesta por paisajes donde se fusionan ilusión y realidad, sino por el acompañamiento de varios pianos ubicados en varios espacios y tocado cada cual al antojo de cada pianista que tiene como partitura una de las obras.

Notas afinadas y desafinadas que se entremezclan con los paisajes como ejercicio de contemplación, y en donde el ruido musical compagina con el hipopótamo que se esconde en los lagos sabaneros.

Mágico

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