Entregar a Carlos Lehder fue el principio del fin de Pablo Escobar

Entregar a Carlos Lehder fue el principio del fin de Pablo Escobar

Carlos Lehder regresa a Colombia con libro en mano, pero su pasado narco y confrontación con Escobar reavivan viejas heridas y verdades incómodas

Por: Fernando Álvarez
abril 22, 2025
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Entregar a Carlos Lehder fue el principio del fin de Pablo Escobar

El país ha vivido en las últimas semanas una especie de regreso triunfal del jefe del narcotráfico Carlos Ledher Rivas, quien aterrizó en Colombia vestido de arrepentimiento y con cierto aire de impunidad. Vino a promocionar su libro autobiográfico y, como todos los protagonistas de esta actividad ilícita que se lanzan a escribir su historia, hace relatos con filigrana, pero no logra ocultar su claro propósito autoexculpador, con mentiras, verdades a medias y capítulos deliberadamente ocultos.

Lo curioso es que la prensa lo ha recibido con bombos y platillos y pareciera que los periodistas solo hicieran preguntas para no incomodar al capo aparentemente converso. Pero el hecho de que haya pagado 33 años de cárcel en Estados Unidos y que lo hayan mostrado a manera de escarnio, esposado y con grillos, durante ese tiempo, no lo exime de la responsabilidad que le cabe en la violencia narcoterrorista que azotó al país cuando con Pablo Escobar decidió enfrentar al Estado con su lógica criminal.

Mucho se especuló en 1987 cuando fue capturado el narcotraficante en un operativo policial que terminó con su extradición express. La principal hipótesis que se manejó en esos días fue que el propio Pablo Escobar lo había delatado con el cálculo premeditado de que fuera extraditado porque Ledher se le había convertido en un problema, debido a que “se enloqueció” básicamente por el consumo exagerado de drogas. Se habló de bazuco y que había llegado incluso a asesinar en estado de enajenación a un hombre de confianza del jefe del Cartel de Medellín en plena Hacienda Nápoles.

Pero la verdad es que Carlos Ledher, que sí era un empedernido marihuanero, se le había vuelto un verdadero problema a Escobar, pero porque lo iba a matar. El mafioso de discursos fascistoides y manías guerreristas se encontraba alzado en armas y preparaba un operativo para eliminar a Pablo Escobar porque ya lo había identificado plenamente como el hombre que estaba secuestrando y matando a la mafia.

Carlos Ledher se atrevió a confrontar a Escobar por sus prácticas desleales y le dijo en su propia cara que tenía serios indicios de que él era quien había tomado la decisión de secuestrar, robar y asesinar a sus propios amigos. Ni siquiera los Ochoa, ni Juan David, ni Fabio, ni Jorge Luis, que estaba preso en España, sospechaban que había sido Pablo Escobar quien secuestró y asesinó a su cuñado Alonso Cárdenas Arizmendi. Había comenzado con Rodrigo Murillo Pardo, dueño de Joyerías "Felipe" a quien secuestró, le quito 5 millones de dólares y luego lo mató.

Después hizo lo propio con Héctor Roldán y con Hugo Hernán Valencia, socio de Pacho Herrera del Cartel de Cali, que según las malas lenguas inspiró a Gustavo Álvarez Gardeazabal para escribir su novela “El Divino”. Medellín llevaba casi dos años estremecido con el secuestro y muerte de mafiosos hasta el punto que la revista Semana publicó una portada que preguntaba “¿Quién está matando la mafia?”, en la que incluso dio cabida a un rumor que, después se supo, había echado a andar el mismo Pablo Escobar, sobre que eso era una operación de la DEA.

Escobar había incursionado en la carrera criminal más repudiada por la mafia, la del secuestro de narcos, pero para cobrarles tenía que darles la cara y obligarlos a que transfirieran propiedades, o consiguieran el dinero que solo ellos podían ordenar a sus familiares. Por eso tenía que matarlos. Era tan insólito lo que ocurría en el mundo del narcotráfico que Ledher desde el primer caso dijo: “Eso es uno de nosotros”.

El mismo modus operandi había ocurrido en los casos del socio de Gabriel Puerta y de Pablo Correa Arroyabe, con quien habían dado origen a la leyenda de “Los Pablos”. Y en lo que tiene razón, Ledher en sus recientes declaraciones es que el que había enloquecido era Escobar. En su loca carrera por ser el más peligroso de los narcos y de ser el terror de las autoridades comenzó a secuestrar a diestra y siniestra e incluso utilizó amigos de la alta sociedad antioqueña para que dieran información y poder secuestrar ricos tradicionales antioqueños, como hizo con Juan Fernando Posada, “La Monja Voladora”, quien años después fue asesinado por los Pepes.

Ledher se le había salido de la cuerda a Escobar hacía rato cuando optó por hacer toldas aparte tras la persecución de las autoridades colombianas luego de que el jefe del Cartel de Medellín declarara frontalmente la guerra al Estado, particularmente a partir del asesinato del Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla. Por eso, cuando Pablo Escobar lo citó a la Hacienda Nápoles, Ledher llegó armado hasta los dientes y con un escuadrón que hizo pensar a Escobar que estaba rodeado.

Cuando ya se iban a acostar después de que Escobar le jurara que él no era el responsable de las muertes de los otros mafiosos, una imprudencia de uno de los sicarios del jefe del Cartel alertó a Ledher. Pensó que ahí lo podían matar y se les adelantó descargando su arma contra el sicario. Pablo Escobar se escondió porque, aunque era su territorio, no estaba listo para una confrontación armada. Ledher y su batallón se fueron de Nápoles, pero le dejo dicho a Escobar que regresaría por porque ya sabía quién era el asesino de sus amigos.

¿Por qué con todo el poder y el temperamento implacable Escobar no fue por Ledher para asesinarlo? Porque ya tras Escobar no solo estaban las autoridades colombianas y norteamericanas, sino que Pacho Herrera del Cartel de Cali le seguía los pasos y había montado varias legiones de mercenarios para vengar la muerte de Hugo Valencia. Y aunque los Ochoa, que tenían más bien una posición pusilánime, no le creían a Escobar sobre su cuñado Cárdenas Arizmendi, le dijeron a Ledher que ellos no lo enfrentarían.

Otros miembros del Cartel pensaron que podían sacar provecho del momento, ya que Escobar estaba ocupado en su guerra. Eso después les salió muy caro a los Moncada y a los Galeano, quienes se habían encargado del mercado de la coca. Ledher consideraba que Escobar estaba demente y coincidía con los jefes del cartel de Cali Gilberto y Miguel Rodríguez, que no lo bajaban de loco H.P. Ledher estaba convencido de que Escobar iría a buscarlo y le preparó varias trampas. “Estoy enfusilado, que venga por mí”, decía.

Escobar sabia que no podía emprender esa guerra contra Ledher y optó por el otro delito que no perdonan los capos, la delación. “Sapeó” a Ledher y con el peor castigo. Y ahí terminó la historia de Carlos Ledher, el mafioso que se alzó en armas y aparentemente en causa común con Escobar, y que, aunque no compartía sus métodos terroristas contra dirigentes políticos y administradores de justicia, culpa aún a la clase dirigente por haber vuelto criminal a Escobar.

Por su extraña ideología no creía en el asesinato como medida de intimidación, pero si creía en una especie de guerrilla de resistencia mafiosa, incluso con la posibilidad de hacer alianzas con las FARC, cosa que enardecía a Pablo Escobar porque el jefe del Cartel se consideraba furiosamente antiguerrillero. Escobar ya había transgredido todos los límites y su actuar era cada vez más suicida. Entregar a Ledher le salió barato, pero a la larga le costó la pérdida de confianza en la mafia. Ese fue el principio del fin de Escobar.

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