El tercer presidente

El tercer presidente

¿Quién está gobernando realmente Venezuela? Nicolás Maduro ni Juan Guaidó lo están haciendo de verdad

Por: Julian Escobar Ávila
febrero 01, 2019
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El tercer presidente
Foto: Instagram @nicolasmaduro @jguaido

Probablemente Venezuela no tenga un presidente interino, aunque las cuantiosas “ayudas” de capital que está otorgando desde la Casa Blanca a Guaidó manifiesten un explícito interés de Estados Unidos en la traumática e inesperada división de poderes en el país bolivariano.

La situación de Venezuela es compleja en tanto a la maraña que se está gestando en este momento. La visita realizada por Mike Pompeo, el secretario de Estado del gobierno de Trump, hace ya un par de semanas en la ciudad de Cartagena y los continuos desvíos financieros a la secreta chequera de Guaidó son la fidedigna materialización de un golpe o quizás de un intento de acabar con un gobierno ideológicamente opuesto al norteamericano cuya meta es producir una cruzada por el desesperado incremento del precio del petróleo y una homogenización geopolítica con la firma de Trump.

Así pues, tal como lo señalan los medios de comunicación masiva regionales, Guaidó parece representar las voces del poder regional eclipsados por la ultraderecha internacional, tal como se anunció según lo pactado por el Grupo de Lima y su preocupante desespero por “devolver” la “democracia” al cono sur. Sin embargo, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas realizadas el pasado 26 de enero, tanto Rusia como China (los próximos ejes del poder a escala planetaria) mostraban sus dientes antes las insinuaciones militares de Alemania, Francia e Inglaterra en un inesperado ultimátum hacia el régimen de Maduro y sus aliados, y ¿cómo no?

Venezuela hasta el momento tiene una deuda financiera con China equivalente a 100 años de producción continua de petróleo, es decir, esa cantidad representada cuantitativamente equivale a miles de millones de dólares de deuda monetaria con el gigante asiático. China, probablemente ya está afilando las fichas de su ajedrez, haciendo uso explícito de su torre de batalla comandado por Rusia, cuyo envió de tropas a Venezuela comenzó desde diciembre del año pasado, cuando el día 11 de dicho mes, aviones de caza aérea rusas sobrevolaron el país hermano siendo recibidos con grandes protocolos militares y diplomáticos.

Así pues, por el momento, deberíamos de pensar el problema de Venezuela no a escala regional (que si es muy importante) sino de manera global, es decir, lo que pasa en otras partes del mundo, aunque estas situaciones transnacionales estén relacionadas unas con otras. Así pues, el panorama parece ser el siguiente.

Por ahora Venezuela tiene dos presidentes, uno “interino” apoyado por EE. UU. y la gran mayoría de gobernantes del continente americano, y otro, elegido paradójicamente por el pueblo al parecer una minoría representada en los seguidores del régimen chavista (problema parecido al nuestro) pero con la latente idea de no querer dejar el poder. Por tal razón, podemos deducir que existe un tercer presidente, quien puede encarnarse en la momentánea lucha diplomática que se está ejerciendo en estos momentos entre China, Rusia y Estados Unidos y sus aliados.

Ni Elliott Abrams (el verdadero cerebro de las intervenciones militares de Estados Unidos) ni Putin, un geopolítico y estadista de corte soprano han consolidado un verdadero poder en Venezuela. Si Maduro y Guaidó gobiernan al mismo tiempo es porque a escala global las naciones más poderosas del mundo no han decidido el futuro de Venezuela. El sofisma del apoyo hacia Guaidó no debe desviar otra solución propuesta hasta por el papa Francisco, la paz a través de mesas de diálogo que concreten una nueva brújula política en el país ante semejante y cruel ganas de entrar en un conflicto donde el pagano en su totalidad será sin lugar a duda los civiles venezolanos.

Por ahora, quizás debamos abogar por ese fantasioso y cada vez más efímero presidente encarnado en la paz y el diálogo o quizás, la gran tragedia anunciada tenga inesperadas víctimas y victimarios, ya que como bien lo ha manifestado la historia de los imperios, estos últimos terminan encontrando un oponente supremo quien termina hundiéndolos en el idilio de la historia, a ellos y todos sus amigos.

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