El sentido de pertinencia que les falta a los jugadores del Deportivo Cali

El sentido de pertinencia que les falta a los jugadores del Deportivo Cali

"Les da lo mismo perder, lo hacen sin ningún cargo de conciencia, puesto que así los han acostumbrado los mismos directivos y representantes"

Por: Jamal Said
marzo 29, 2021
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El sentido de pertinencia que les falta a los jugadores del Deportivo Cali
Foto: Twitter @AsoDeporCali

De Mayer Candelo, aquel enganche que supo brillar decorosamente en el Deportivo Cali y en Millonarios, se puede decir cualquier cosa en la derrota y en la victoria, menos que fue un futbolista poco comprometido: llegó a jugar hasta lo cuarenta años en un nivel que envidiaría cualquier muchachito de aretico y corte de moda. Viene de una época, la del posnarcofútbol, en donde no se le daba mucha oportunidad al jugador joven; que pensaba, tal como ahora, que solamente ganan títulos los veteranos; marcada más por el sacrificio que por la ayuda del representante o directivo: de verdad que había que ser muy bueno para jugar en un rentado que todavía tenía, como si fuera poco, a las grandes estrellas de finales del siglo pasado en el país.

Así que cualquier opinión que ofrezca, en el medio que sea, principalmente hablando del conjunto verde y blanco, se ajusta a un conocimiento que muy pocos jugadores poseen. Hace poco dijo que a los canteranos que salen de su equipo amado, esos que antes de debutar ya andan en carro propio, les falta mucho sentido de pertenencia, algo que no pasaba con los canteranos de su generación, que sudaban con creces la camiseta y se identificaban, como no pasa hora, con el Deportivo Cali. No se equivoca Mayer: a estos jugadores les da lo mismo perder, lo hacen sin ningún cargo de conciencia, puesto que así los han acostumbrado los mismos directivos y representantes que creen que un club europeo es poco para ellos.

Los que vieron jugar a Mayer Candelo, Guigo Mafla, Arley Betancourt, Mario Alberto Yepes y al finado Giovanni Córdoba –tremendo goleador– sabían que estos muchachos en un clásico o en el partido que fuera al Cali lo iban a representar bien. Se podía perder de local o de visitante, pero nunca se dudaba de su compromiso: la camiseta terminaba mojada. A estos jugadores, como a los de ahora, también les tocó debutar jóvenes, recibir las patadas de los picapiedras de la época y salir campeones sin la ayuda de la mafia, tal como pasaba en los turbulentos años del Cartel de Cali y el Cartel de Medellín. Por eso son considerados ídolos, porque dejaron en la retina del hincha caleño, más que el buen fútbol que los definió, respeto por la camiseta y consideración por el proletario que busca alegrías en la gradería.

Lamentablemente, amigo lector, ese tipo de profesionales de la pelota tienden a extinguirse. Basta con preguntarle al Pecoso Castro y al Bolillo Gómez, dos históricos que han cuestionado el desempeño de sus dirigidos, por la falta de entrega que hoy se ve en la cancha, y se podría concluir, aunque más de uno diga que realmente no es así, que prima más la vagancia que el amor del jugador por su club. Así están las cosas: se piensa más en la ropa de moda, el carro del año, la casa de lujo, la novia despampanante, la rumba exclusiva, en fin, se quiere todo lo que la plata puede comprar, pero se deja de lado la gloria, el respeto y el amor por el que con el corazón grita un gol. Semejante falta de actitud la genera el mercantilismo que Joseph Blatter promovió cuando llegó a la Fifa, haciendo del fútbol una trata de blancas en donde lo único que importa son las grandes transacciones.

Virgilio, el gran escritor latino que inmortalizó su nombre en la Eneida, dijo alguna vez: “tu honor, tu nombre y tu gloria perdurarán eternamente”. Cuando de su pluma salieron estas sabias palabras pensaba en la gente que con esmero busca trascender, o que se impone como meta dejar un legado que la represente por siempre. Si las aplicamos a la realidad del Deportivo Cali, pues con dolor se tiene que decir que cuenta con jugadores que les importa poco la gloria, que están más preocupados por la plata del contrato y la farra en la discoteca. Más no se le puede pedir a estos fardos, a menos que llegue una dirigencia decente que les exija resultados y, acto seguido, se preocupe por eliminar toda la corrupción que reina en el equipo azucarero. Mientras tanto sigamos apoyando en medio del sufrimiento, porque hacerse de otro cuadro imposible: con el Cali hasta la muerte, aunque las cosas no se estén dando.

Ver: La desastrosa dirigencia del Deportivo Cali

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