El problema de las sustancias psicoactivas en Quilichao no es cuestión de percepción

El problema de las sustancias psicoactivas en Quilichao no es cuestión de percepción

Basta con una pequeña caminata por las calles del municipio para constatar en vivo y en directo la magnitud de la horrible tragedia

Por: omar orlando tovar troches
septiembre 20, 2018
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El problema de las sustancias psicoactivas en Quilichao no es cuestión de percepción
Foto: Pixabay

Luego de uno de esos efímeros, raros, extraordinarios, escasos, pero afortunados momentos de iluminación el Concejo Municipal de Santander de Quilichao decidió invitar a su recinto de deliberaciones a la recién posesionada bancada caucana del Congreso de la República; hecho que aunque memorable, por lo inédito, pasó casi que desapercibido para el resto de la comunidad quilichagüeña.

Una hora después de la prevista para dar inicio a tan magna conversa se dio arranque a la cascada de peticiones, quejas y reclamos dirigidos a los congresistas por parte de los concejales y la única concejal mujer de Quilichao, dentro de los que estaban incluidos variopintos temas como la minería ilegal, el relleno sanitario, el consumo de sustancias ilícitas, la comercialización de productos agrarios, el desempleo, la educación, la salud, el conflicto entre el municipio y la Compañía Energética de Occidente, así como el asunto del peaje que se implementará en Mondomo, corregimiento al sur de este municipio nortecaucano.

Quizás por lo extenso de la agenda de la charla planteada por el Concejo pasaron muy de agache las respuestas que dieron tanto el señor alcalde municipal, el doctor Álvaro Mendoza, como el exalcalde y ya casi perenne representante liberal de Santander de Quilichao, Carlos Julio Bonilla, sobre el tema del consumo de sustancias ilícitas.

Y pasaron de agache, dada la magnitud tanto del problema del consumo de SPA, como el del microtráfico y las secuencias de criminalidad y violencia que acarrean sobre la niñez y la juventud, no solo de Quilichao sino de Colombia en general. Don Álvaro y Don Carlos Julio, estos no son problemas de percepción, como casi que a la limón contestaron ante el auditorio.

Basta con una pequeña caminata por las calles de Quilichao, ese municipio que el uno aún administra y que el otro administró, y del cual salieron los votos para ponerlo como representante a la cámara baja, para constatar en vivo y en directo, en alta definición y en 3D, la magnitud de la horrible tragedia que padecen todos los días, varios, casi cientos de niños, niñas y jóvenes, víctimas de la enfermedad de la drogodependencia. Basta recorrer esas mismas calles y hablar con esas gentes que los eligieron a ustedes, doctor Mendoza y doctor Bonilla, para percatarse de la horrorosa cifra de pequeños, pequeñas y jóvenes personas víctimas de las consecuencias del microtráfico y de su entramado de violencia.

Es inverosímil que el primer mandatario de esta localidad nortecaucana, de casi cien mil habitantes y su ya casi sempiterno representante, acudan a la estrategia del avestruz, que repliquen estrategias anacrónicas ya vistas en estos lados, consistentes en la eterna negación del problema y la descalificación de quien se atreva a denunciarlo y a reclamar alguna solución, tal como lo hicieran hace poco algunos miembros de la sociedad quilichagüeña al calificar de personas no gratas para este municipio, a algunos periodistas que pusieron el dedo sobre la llaga de este problema, incluido un hijo ilustre de la comarca, el fallecido Antonio Caballero.

Ojalá esos jóvenes que deambulan como fantasmas durante las noches en busca de una moneda para comprar las sustancias ilícitas de las que dependen; esos casi despojos humanos que habitan bajo los puentes de la ciudad, incluso el que queda a unos pasos de una importante institución educativa del municipio; así como los cadáveres de esos casi niños que mueren muy seguido, víctimas dobles de los adultos manipuladores de la dependencia económica, física y emocional que crean estas sustancias y de la criminalidad que la rodea, el dolor, la rabia y el llanto de los cientos de familiares de estos otros quilichagüeños encerrados en el círculo de terror del microtráfico, en su calidad de sicarios, heridos o cadáveres, les pudieran dar las pruebas a ustedes, Don Álvaro y Don Carlos Julio, de que el problema de las sustancias psicoactivas no es cuestión de percepción y que aún no se ha hecho lo suficiente, como casi que a la limón respondieron en esa extraña conversa entre el concejo quilichagüeño y la bancada caucana del congreso.

Adenda: A la conversa en mención no acudieron ni el representante Crisanto Piso, ni la senadora Paloma Valencia, también invitados. El senador Velasco, casi como la publicidad de una marca de cigarrillos, vino, vio y venció, dio un discursito y atendió a sus barras. Finalmente, don alcalde, hay que llegar temprano y en ocasiones, al menos hay que llegar.

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