El país de las 2'700.000 mujeres campesinas

El país de las 2'700.000 mujeres campesinas

Llevan el peso más duro y los programas dirigidos a ellas son precarios en recursos y cobertura

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mayo 17, 2014
El país de las 2'700.000 mujeres campesinas
Foto: Deisy A. Rodríguez Lagos

Sección apoyada por Oxfam | CRECEAnalistas del tema que recibe atención en el Consejo Nacional de Política Económica y Social desde hace 30 años, caracterizan a la mujer rural como una de las poblaciones más vulneradas de todas: víctima por ser campesina, afro o indígena, por su condición de  mujer pero además el haber sido objeto de múltiples agresiones en el marco del conflicto armado. Ha sido tema de estudio pero no una prioridad política que produzca las necesarias transformaciones.

Incluso hoy la iniciativa institucional denominada Mujer Rural que promueve el Ministerio de Agricultura, aunque tiene en cuenta que la vulnerabilidad de la mujer está relacionada con la ausencia de oportunidades, no reconoce su rol en las luchas sociales ni promueve cambios con respecto a la dominación patriarcal.  Este y otros temas son objeto del estudio que preparó para la organización internacional Oxfam y que se presenta a continuación sobre la situación de la mujer en el campo colombiana la economista, ex senadora y ex ministra de Agricultura, Cecilia López.

  1. INTRODUCCIÓN

La compleja situación del campo colombiano y el evidente rezago de su población en términos de su calidad de vida comparada con las zonas urbanas de país, entró por fin a ser parte de la agenda nacional. Dos hechos concretos explican este positivo cambio cuando durante décadas el campo colombiano y sus habitantes, no lograron aparecer entre las prioridades nacionales. El primero fue la identificación del tema rural como el primer punto en las negociaciones que se realizan en la Habana en búsqueda de un paso inicial para lograr un acuerdo de paz. El segundo hecho ha sido el paro agrario nacional de agosto del 2013, que puso en evidencia la inmensa brecha rural- urbana del país y la capacidad del campesinado para poner sobre la mesa sus demandas.

Ahora bien, si la situación de la población del campo en Colombia en general es precaria en todo sentido, lo que viene sucediendo con la mujer rural es mucho más grave. No solo está sometida a situaciones de marginalidad mayores que los hombres, sino que el conflicto armado ha centrado en ellas armas como la violencia sexual y un creciente desplazamiento. Adicionalmente, todo lo anterior adquiere mayor importancia precisamente por la invisibilidad de su situación frente a la sociedad colombiana.

 

II. PROBLEMÁTICA DE LA MUJER RURAL

Los análisis disponibles sobre la situación actual de la mujer rural en Colombia la identifican como objeto de múltiples discriminaciones, por lo cual la sociedad tiene deudas adicionales a las que comparten con los hombres del campo. Datos recientes del Departamento Nacional de Estadística, (DANE, 2012), señalan que las mujeres constituyen el 52% de la población nacional, de las cuales el 46% se encuentra ubicado en zonas rurales, y de ellas, el 19,8% son jefes de hogar. (OIM, et al, 2013)[1]. La mujer rural ha sufrido la doble discriminación de ser mujer y ser parte de la población del campo sumados al desplazamiento forzado que las ha convertido en víctimas.

En la medida en que se analiza la información en distintos aspectos se hace más evidente su situación de desventaja frente a los hombres del campo y sin duda frente a lo que se observa en las ciudades. Distintos estudios señalan que la actividad agrícola ya no es la principal ocupación de las mujeres rurales y su situación laboral es desventajosa. Al revisar información del censo del 2005, a lo anterior se agrega el poco cambio que se ha dado en la vida de las mujeres de sector rural. Según el censo del 2005, las mujeres rurales constituyen el 47% de la población rural colombiana- porcentaje que se ha reducido un punto porcentual- y el 19% de los hogares campesinos estaban encabezados por mujeres.[2] De acuerdo a la FAO, (FAO, 2006), el 31% de las trabajadoras agrícolas son consideradas ayudantes familiares sin salarios, y las actividades que realizan en la parcela no son reportadas como trabajo".[3]

Esta situación la corrobora la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) del año 2005 que señala: "el 62,3% de los empleos rurales femeninos se generaron en el sector de ventas y servicios, y la agricultura absorbe apenas el 22,6% del total de empleos"[4]. Este estudio demuestra que de el 80,6% de las mujeres rurales trabajadoras, solamente el 8,1% recibieron remuneración en dinero y en especie, y el 11,3% obtuvieron remuneración solo en especie o no les pagaron (Minagricultura, 2013). La mujeres rurales jefes de hogar, tienen una tasa de desempleo en 2010 de 9.6%, con grandes consecuencias porque dependen de los ingresos de otros miembros del hogar.

Es una realidad que la división sexual del trabajo impera en el campo y las mujeres asumen casi la totalidad de la economía del cuidado, no conocen sus derechos y no saben cómo acceder a la oferta institucional[5]. El Informe del PNUD (PNUD, 2011), ahonda más en el tema y afirma que las mujeres rurales sufren una triple discriminación: por ser rurales, lo cual comparten con los hombres; por ser mujeres, dada la estructura patriarcal que prevalece; por el conflicto armado debido a la violación de sus derechos humanos. Y puede haber una cuarta por ser afro-descendientes o indígenas. En síntesis, las mujeres rurales no ejercen de manera plena su ciudadanía, es una ciudadanía restringida. La discriminación de las mujeres, se explica en parte por las relaciones de poder y la desigualdad entre los sexos.

Un reciente estudio sobre las mujeres rurales en situación de desplazamiento demuestra que si la realidad de las mujeres del campo no solo es deplorable sino que no muestra mejorías significativas, la de aquellas en situación de desplazamiento es aún peor. (López, 2011). Contrario a lo que sucedió en décadas anteriores, actualmente el 52.3% de la población desplazada corresponde a mujeres y el 47.7% son hombres; de un total que se ubica entre 3.6 millones y 5.2 de personas, que es la última cifra disponible. A su vez, datos recientes comprueban la relación precaria de las mujeres con la tierra. Estudios demuestran las pérdidas masivas de bienes muebles e inmuebles; 94% de las familias desplazadas que poseían tierras y el 92,4% de los que tenían animales, los abandonaron con graves consecuencias sobre la seguridad alimentaria, lo que afecta a las mujeres en particular. La llamada feminización del desplazamiento debe analizarse porque "Mientras en la violencia los hombres ponen los muertos, las mujeres ponen la mayoría de las víctimas vivas (López, 2011)”. En síntesis, el conflicto armado ha implicado un impacto desproporcionado sobre las mujeres que habitan o habitaron el campo. (Meertens, 1997)

La jefatura femenina en los hogares rurales es menor que en las ciudades, 18.6% frente al 32.9%, pero la mayoría de los hogares rurales que tienen una mujer como cabeza, 81.6%, no tienen cónyuge pero sí una alta proporción, 44.4%, tienen hijos menores de 18 años[6]. A pesar de la triple discriminación que viven las mujeres rurales, las políticas públicas en Colombia, en general, no han incorporado un enfoque de género, reproduciendo entonces las relaciones desiguales que prevalecen en el campo.

Las cifras en torno a la mujer rural son bastante elocuentes. Según un reciente documento elaborado para Oxfam (Vargas y Villareal, 2014), en 2010 la tasa de ocupación de las mujeres en el sector fue de 30,6% mientras la de los hombres fue de 73,1%.[7] Su tasa de participación en ese año fue de 37,4% mientras la de los hombres fue de 76%, al tiempo que el desempleo de ellas fue del 18% mientras los hombres desempleados fueron solo el 3,7% de la población económicamente activa. En términos de ingresos, según el mencionado documento, en 2003 las mujeres jefes de hogar rural recibían en promedio un 41% del ingreso que ganaban sus equivalentes en el campo. En relación a la tenencia de la tierra, de acuerdo a la Comisión de Seguimiento de la Política Pública sobre el Desplazamiento Forzado (citado en el documento), mientras en 2010 el 58,95% de los encuestados afectados por el despojo eran hombres poseedores o tenedores de la tierra, el 26,7% eran mujeres con esas características. Por último, en acceso a crédito, según el informe tan solo el 17,7% del total del presupuesto orientado a beneficiar a los pequeños productores entre los años 2006 y 2009, era dirigido a las mujeres.

  1. POLITICAS PUBLICAS

Como lo señala el último informe realizado por OXFAM, sobre las políticas del gobierno, dirigidas a este sector de la población "Las mujeres rurales en Colombia han padecido el olvido histórico del Estado."[8] Más aún, en 1984 se llevó al Conpes 2109, el primer documento sobre Política Nacional para la Mujer Campesina en el país[9] y 30 años después lejos de haberse mejorado su situación o de haberse logrado políticas eficientes para las mujeres del campo, se ha retrocedido.

Si se quisiera caracterizar la política para la mujer rural, sus elementos principales serían:[10]

  • No reconocen ni el contexto ni la importancia de la mujer rural tanto en la economía del cuidado como en el trabajo remunerado.
  • Los recursos asignados son irrisorios y sus coberturas deplorables, menos del 1% de la población objetivo.
  • Desconocen su papel fundamental en las luchas sociales del país tanto en la reclamación de derechos del campesinado, de ellas y como víctimas.
  • Más que políticas lo que existen son programas reducidos en recursos y cobertura.
  • No hay articulación con políticas sectoriales en temas que las afectan.
  • Demasiadas normas que no se promulgan, no se reglamentan o simplemente se desconocen.

(1)   Ley de Mujer Rural, 731 de 2002.

La no reglamentación de esta Ley se ha convertido en un serio retraso para los amplios sectores de mujeres del campo. Más aun, muchos de los buenos propósitos de esta norma no se han tomado en cuenta en políticas posteriores.

(2)   Ley de Economía del Cuidado, 1413 de 2010.

Esta Ley sí ha sido desarrollada y hoy se ha realizado la primera Encuesta de Uso del Tiempo en todo el país; se ha estimado el valor de la economía del cuidado no remunerada – entre el 19% y el 20% del PIB- y se ha construido la Cuenta Satélite de la Economía del Cuidado. Lo que resulta incomprensible es que no se considere aún su distribución ente el estado y el mercado, como parte fundamental de las estrategias para la mujer en general y específicamente, para la mujer rural.

  • Graves errores en convocatorias, exceso de operadores de los programas, y sobre todo, desconocimiento de las mujeres rurales en los territorios.

En resumen, en Colombia, la inequidad de género encuentra su mayor expresión en lo que sucede en términos de políticas estatales, de recursos asignados, de cobertura y en capacidad de abordar los problemas pertinentes, en la propuesta pública para la mujer rural.

IV. LA MUJER RURAL EN EL DEBATE PRESIDENCIAL

Una primera mirada a los programas propuestos por los candidatos presidenciales, incluidas las dos mujeres, Clara López y Martha Lucía Ramírez, tienen en común varios aspectos[11]:

  1. La mujer, dentro de sus planteamientos, aparece dentro de un esquema muy tradicional: o se prioriza a la familia, desconociendo por completo las relaciones de poder existentes en la familia tradicional en donde el hombre y más concretamente el padre, tiene la posición dominante; o se plantea la mujer y los jóvenes como una sola categoría lo que desconoce que las mujeres no son parte de las minorías.
  2. El tema de la mujer rural se trata de forma marginal, muy conservadora y no se reconoce en la mayoría de los programas de las campañas como un área que requiere políticas particulares. Solo en el programa de Martha Lucía Ramírez, hay un párrafo que dice:

"(…) por último, se propone establecer programas especialmente a la mujer rural, aumentar su nivel de escolaridad, controlar las tasas de fecundidad, aumentar su participación en los procesos productivos y las actividades remuneradas, e incrementar su acceso a los medios de producción como la tierra, el crédito y los servicios de extensión."

  1. Claramente no se parte del diagnóstico actualizado sobre la situación de la mujer rural y sus recomendaciones son absolutamente generales aplicables a cualquier país del mundo y no a Colombia donde la brecha rural-urbana y el conflicto crean un contexto diferente.
  1. REFLEXIÓN

Es realmente lamentable que en este momento que vive Colombia, cuando se abre la oportunidad de replantear no solo el modelo económico sino la forma de organización de la sociedad, sea tan pobre, tan poco creativo, el debate presidencial. Se está perdiendo la oportunidad de sacar a la luz las profundas falencias de este país que de una manera u otra han contribuido a este conflicto armado, y empezar a construir esa sociedad solidaria, equitativa y verdaderamente democrática que aseguraría la sostenibilidad de la paz. Si esta afirmación es válida para todos los temas, es mucho más relevante para el tema de mujer y mucho más aún para el de mujer rural. Sencillamente no parece haber suficiente conciencia entre los candidatos y candidatas a la Presidencia sobre el tema de Mujer Rural.

PREGUNTAS PARA LOS CANDIDATOS

Dado el desconocimiento que se evidencia en los planteamientos de los candidatos y candidatas sobre la situación de la mujer rural en Colombia, se sugieren las siguientes preguntas:

  1. En la escala social de la población del país, medida por indicadores sociales y de ingresos, en que posición cree usted que se ubica la mujer rural en Colombia?
  2. En que se diferencia la situación de las campesinas colombianas de la de los hombres del campo?
  3. Cuales son las actividades en las cuales se desempeñan actualmente las mujeres rurales?
  4. Como cree usted que las mujeres rurales compatibilizan sus actividades de cuidado no remunerado, de los miembros de la familia y de hogar, con la gran necesidad de generar ingresos?
  5. Cuales serían las estrategias específicas que una política democrática e inclusiva del estado debe dirigir a este sector de la población?
  6. Cómo considera usted que son actualmente las diversas ofertas de bienes públicos en el campo y si tienen en cuanta las especificidades de las mujeres?
  7. Cómo atacar los valores patriarcales que en el campo son aun más fuertes, y que generan la violencia contra las mujeres y su utilización como instrumento de guerra?
  8. Puede pensarse una política de desarrollo del campo colombiano ignorando las particularidades de la vida de las mujeres rurales y por qué?
  9. Que tipo de institucionalidad se requiere para abordar las múltiples discriminaciones que vive la mujer campesina?
  10. Considera usted que nuestras mujeres rurales merecen ser valoradas de otra manera y por qué?

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BIBLIOGRAFÍA

 

  • CENTRO Latinoamericano para el Desarrollo, <<Primer balance del programa Mujer Rural en Colombia>>, 26 de marzo de 2012. Disponible en la Web: http:// www.rismisp.org/inicio/noticia.php
  • DNP, <<Conpes 2109: “Política Nacional para la Mujer Campesina”>>, Departamento Nacional de Planeación, Bogotá 1984.
  • FAO, <<Situación de la mujer rural, Colombia>>, 2006.
  • IBÁÑEZ, Ana María, y VELÁSQUEZ, Andrea, <<El impacto del desplazamiento forzoso sobre las minorías étnicas y las mujeres>>, CEDE, Universidad de los Andes, Bogotá, 2010.
  • LÓPEZ, Cecilia, <<Diseño y Formulación de Políticas para las Mujeres Desplazadas en Colombia>>, Cisoe, Mimeo, Bogotá, 2011.
  • López Cecilia el al, << La Inversión pública en Agricultura>> Oxfam, 2010.
  • MEERTENS, Donny. y SEGURA-ESCOBAR, Nora., <<Uprooted Lives: Gender, Violence and Displacement in Colombia>>, Singapore Journal of Tropical Geography 17(2): 165-178, Singapore, 1997.
  • MINAGRICULTURA, Incoder, Usaid, OIM, <<Sistematización MUJER RURAL, Tejiendo y cultivando redes sociales>>, Procesos Digitales Ltda. Bogotá. 2013.
  • PROFAMILIA, <<Encuesta Nacional de Demografía y Salud -ENDS 2005>>, Bogotá, 2005.
  • VARGAS, Carlos y VILLAREAL, Norma,<<Programa Mujer Rural, Avances, Obstáculos y Desafíos>>, Oxfam, Mimeo, Bogotá, 2014
[1]Minagricultura. 2013. "Prosperidad para todos", Incoder, USAID, OIM. SistematizaciónMUJER RURAL, Tejiendo y cultivando redes sociales. Procesos Digitales Ltda. Bogotá.

[2]Centro Latinoamericano para el Desarrollo. Primer balance del programa Mujer Rural en Colombia, 26 de marzo de 2012.

[3] Son aún más desalentadores, los resultados del balance más reciente del programa de Mujer Rural del Ministerio de Agricultura, realizado bajo el auspicio de Oxfam.

[4] Profamilia. 2005. ENSD. Bogotá.

[5]Por oferta institucional, se entiende todos los programas y políticas ofrecidas por el Estado dirigidos a los grupos poblacionales más vulnerables del país.

[6] López, Óp., Cit, 2010.

[7]Tomado de López, Cecilia et al. La inversion Pública en Agricultura. Oxfam. Bogotá. 2010.

[8]Oxfam, op. cit.

[9] Conpes 2109. Política Nacional para la Mujer Campesina. 1984. Bogotá.

[10] Para cifras más precisas, véase Documento OXFAM.

[11] El análisis se hizo con los programas disponibles al 30 de abril, 2014.

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