El odio como pénsum académico

El odio como pénsum académico

"Muchos padres ignoran el peligro que representa el adoctrinamiento que ejercen los docentes". A propósito del controversial taller sobre falsos positivos que circula en redes

Por: Leonel Uriel Alzate Herrera
abril 08, 2021
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El odio como pénsum académico
Foto: Pixabay

Corría el año de 1934, cuando en las escuelas de la vieja Alemania comenzaba a sembrarse en los niños alemanes la idea de que los judíos que habitaban en su país eran una especie de raza paria, cuyos miembros ni siquiera debían ser considerados como personas. Ellos, los nazis, cuyo país había visto crecer su economía gracias al aporte de mano de obra, empresa y negocios de judíos, ahora los hacían ver como a bacterias a las que debía erradicarse no solo de Alemania sino de la faz de la tierra.

Las órdenes del entonces ministro de Educación del Reich, Bernhard Rust, fueron producir juegos didácticos que se entregaban a los alumnos. Entre ellos regalaban el costoso a los niños el costoso Kaethe-Kruse-Puppe, una especie de soldado que se desplazaba por un tablero en el que había un mercado y algunas tiendas propiedad de judíos, y el ganador podía invadir una de esas propiedades, confiscar bienes y arrestar a judíos.

Ese tipo de material didáctico por supuesto cumplió su objetivo en la mente de los niños alemanes. Tal fue el impacto, que años más tarde, el 9 de noviembre de 1938 se produjo lo que se conoce como la noche de los cristales rotos, un estallido de violencia contra los judíos en todo el Reich. Parecía imprevisto, provocado por la furia de los alemanes por el asesinato de un funcionario alemán en París en manos de un adolescente judío. Pero en realidad, el ministro de propaganda alemán Joseph Goebbels ordenó atacar e incendiar todos los negocios, empresas y hasta sinagogas de los judíos.

Al día siguiente, 10 de noviembre, no menos de 30.ooo judíos fueron arrestados y enviados a campos de concentración. Mientras caminaban hacia su cadalso cargando a sus hijos y las pocas cosas de uso personal que podían llevar consigo, filas enteras de ciudadanos alemanes, entre los que por supuesto estaban niños, se unían en un macabro grito de odio que decía “adiós, judíos, adiós, malditos judíos”. Para los niños alemanes por supuesto, gracias al adoctrinamiento recibido en las escuelas nazis, ese momento significaba un triunfo para su país, aprendieron a odiar a los judíos, y por eso gritaban con emoción la inocente pero terrible arenga.

Traigo a mi memoria estos hechos infames para que los lectores entiendan un poco el peligro que se esconde detrás del adoctrinamiento.  En las últimas horas se hizo viral en redes sociales un taller de estudio para alumnos, elaborado por una profesora de Cali, cuyo contenido deja claro que no contiene nada de “educativo”, sino que, por el contrario, es una especie panfleto de doctrina política izquierdista, elaborado con el oscuro propósito de atacar al expresidente Álvaro Uribe Vélez —nombrado de manera malintencionada en el documento— y  también al Ejército de Colombia, sembrando en los estudiantes ideas erróneas que mancillan no solo el honor de Uribe, sino además de una de las instituciones más queridas por los colombianos.

Sobra decir que si bien los falsos positivos existieron, y son un acto atroz y horroroso, por el cual los responsables deben recibir el peso de la ley, y toda nuestra condena y rechazo; también es cierto que hasta hoy, no hay una sola prueba que relacione directamente al expresidente Uribe con la comisión de estos terribles hechos, que se convirtieron para sus enemigos, en la vía más ruin, pero efectiva para atacarlo, toda vez que nunca pudieron vencerlo en las urnas, y ni las Farc y toda la izquierda nefasta le perdonan que haya combatido al terrorismo que estuvo a punto de convertirnos en un estado fallido.

Nadie podía imaginarse en Alemania que con las juventudes nacionalistas y el adoctrinamiento que recibían sus niños, se estaba gestando un odio que consumió a una nación, y que años más tarde los avergonzaría… Pues bien, hoy muchos padres ignoran el peligro que representa el adoctrinamiento que ejercen docentes como la cuestionada profesora de Cali. Enviamos a nuestros hijos a la escuela, no a recibir una educación de calidad, basada en el conocimiento de las historias y las ciencias, al contrario pareciera que los estamos poniendo en manos de soterrados adoctrinadores que, tergiversando la historia, y protegidos por nefastas organizaciones sindicales como Fecode, siembran en el estudiantado la semilla del odio.

Ese odio que luego germina en esos actos de vandalismo que tantas tristezas causan en las familias cuando esos mismos estudiantes resultan heridos, o hasta muertos en trifulcas incitadas por quienes —se supone— deben encaminar a sus alumnos a prepararse para construir el país que les estamos legando, y así puedan ejercer nuevos liderazgos basados en el respeto a las personas y a las instituciones.

Docentes como la profesora en cuestión, a quien no voy a nombrar para que luego las hordas de Fecode no terminen victimizándose deben ser investigados. No podemos normalizar el odio como parte del pénsum académico. La Procuraduría general de la Nación y el Ministerio de Educación están en mora de investigar y de ser preciso sancionar, para así depurar al magisterio colombiano que cuenta con tantos y tan buenos maestros, pero que están infiltrados por activistas que son lesivos para la educación y la democracia.

Basta de incendiarios politiqueros que sueñan con tomarse el poder a toda costa, sin importar que para ello tengan que, a punta de terribles arengas, incitar al caos y la destrucción, sembrando de paso más odio, sobre todo en las nuevas generaciones de un país que ya está harto de tanta infamia. Feliz semana.

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