El Movimiento Moderno en Barranquilla: la arquitectura
Opinión

El Movimiento Moderno en Barranquilla: la arquitectura

El movimiento moderno en Barranquilla: la arquitectura

Por:
mayo 16, 2020
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Casi todas las aproximaciones a la importancia de la arquitectura en Barranquilla adolecen casi siempre del pecado de ser miradas inevitablemente hechas a través de una lente historicista romántica, opacada las más de las veces por el pretexto sentimental de resaltar las glorias de un pasado idealizado y sin fisuras que encuentra su máxima expresión (o consuelo) en la consabida lista de los hitos históricos que ilustran la circunstancia excepcional del pionerismo múltiple de una ciudad que, a falta de la heráldica trascendental que la historia le negó, no haya más escudo institucional que el de un pasado del que definitivamente le cuesta mucho dolor y trabajo asumir o desprenderse.

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Faltaba  la arquitectura moderna de la ciudad para completar un cuadro historiográfico que es el que ha empezado a dibujarse en los últimos 20 años

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Repaso ahora el libro escrito por el arquitecto e investigador Carlos Bell Lemus, titulado Arquitectura Moderna Barranquilla, publicado ya hace unos años, y ratifico que tiene una mirada resueltamente más crítica y al mismo tiempo edificante, que se inscribe en la preocupación de la nueva generación  de historiadores que han decidido asumir la ciudad más allá de lo meramente  económico, lo histórico y lo industrial, haciéndolo de una  manera crítica, realista y sincera, sin dejar de ser al mismo tiempo positiva y esperanzadora; aunque a veces, y con razón, bastante desencantada.  Faltaba entonces en el abordaje de nuevas temáticas la arquitectura moderna de la ciudad para completar un cuadro historiográfico que es el que ha empezado a dibujarse en los últimos 20 años, y que se expresa ya en una importante serie de textos que han cambiado de forma definitiva la percepción de la ciudad.  Una percepción construida con base en el conocimiento y el pensamiento crítico y no en la nostalgia; que es mucho más moderna y más científica a partir de nuevos referentes  intelectuales y culturales que han permitido ver temáticas inéditas y redescubrir viejos tópicos gastados o desprestigiados.  Me refiero a nuevas miradas hacia aspectos como nuestro carnaval, nuestro modo de ser, a la antropología y arqueología de nuestro pasado remoto, a los procesos sociales y urbanos, a la religión, al papel de la mujer, a nuestros hitos y mitos culturales, a nuevos aspectos del desarrollo político y económico, a la arquitectura clásica, a la visión patrimonial de la cultura, entre otros temas.  Ha sido en todo caso el ejercicio de una nueva forma de historiar la ciudad y la región al que se suma ahora esta glosa pormenorizada de la historia de la arquitectura moderna de la ciudad en el período comprendido entre 1946 y 1964, que servirá a mi juicio para revelar una Barranquilla que a pesar de estar tan cercana en el pasado ya habíamos perdido de vista.

En este libro de Carlos Bell está pintada una Barranquilla prácticamente irreconocible hoy, sepultada en un crecimiento contemporáneo sin signos claros y a punto de una nueva desmemoria.  Es un trabajo que relaciona y comenta sin concesiones no sólo las etapas y los momentos de este desarrollo sino que recrea una atmósfera social que termina convertida en una descarnada radiografía de lo que ha sucedido en la ciudad para bien y para mal desde el punto de vista de ese significante cultural de las ciudades que es la arquitectura.  Un significante que como sucede siempre en el arte se cierra sobre sí mismo en un círculo semiótico en el que el significante es el mismo significado, es decir se pierde la aproximación literal de las cosas y los objetos pasan a ser signo y sentido al mismo tiempo.  En el caso de nuestra arquitectura barranquillera lo anterior quiere decir que toda expresión de formas y propuestas al no ser internalizadas y procesadas en un imaginario coherente y realista, apropiadas y puestas a significar en la vida cotidiana, además de ser revisadas y estudiadas, se vaciaron de contenidos y pasaron a ser signos descartables, simples accidentes formales sin arraigos en la conciencia colectiva y por lo tanto lejanos a toda pertenencia ciudadana.

Así las cosas en este libro de Carlos Bell se presenta con unas características que lo hacen portador de un interés nuevo y distinto, en diversos sentidos.  Por una parte, pone la mirada en un pasado reciente y eso le permite a la ciudad la posibilidad de mirarse en una nueva perspectiva de su propia historia, sin los estragos de lo que queda perdido en el pasado.  Por otra parte, le da a la ciudad referentes probablemente más útiles en el necesario ejercicio de reconcebirla hoy.  Y por último, recupera para la memoria y para la experiencia vital del presente parte importante de la vida de la ciudad que por falta de una mirada crítica no se había convertido aún en historia.  Es decir, faltaba un gesto documental que la pusiera en circulación de nuevo con una intención científica y pedagógica. Este libro lo hace.

 

 

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