El mal de "cabeza de ratón"

El mal de "cabeza de ratón"

En la política colombiana muchos se toman demasiado en serio la idea de que es más conveniente ser el jefe de poco que el paria de mucho

Por: Efraín José Martínez Meneses
febrero 05, 2021
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El mal de
Foto: 123RF

Hay un viejo proverbio que dice "es mejor ser cabeza de ratón que cola de león", refiriéndose a que en ocasiones es muy conveniente ser el jefe de poco que el paria de mucho. Algunos lo toman como una máxima, sobre todo aquellos que se hacen llamar de centro político o los bautizados, erróneamente, tibios. Simplemente, al no tener el capital financiero y político para acceder a los partidos de grandes maquinarias y toneladas de dinero bien o mal habido, consciente o inconscientemente, ingresan a organizaciones políticas de corte moderado donde escasean los recursos y abundan los salvadores.

El espacio se les abre inmediatamente porque tienen con qué realizar las costosas campañas y exhiben sus títulos de encopetadas universidades, apalancados por el llamativo hecho de que una persona acomodada tenga sensibilidad social y haya aprendido de memoria la retórica de la indignación y la igualdad. Con el tiempo, cuando adquieren el poder y el acceso a enormes fortunas, a los grandes patrocinios de los empresarios que juegan a dos bandas, para tener aliados, lobistas y cabilderos en todos los partidos, muestran su verdadera personalidad y sus verdaderos intereses.

Grandes personajes que hoy rechazan a quienes ellos llaman polarizadores se montaron sobre los hombros de esos mismos polarizadores en comunas y barrios pobres de las ciudades. Hoy que las encuestas y el dinero de los grupos económicos los cobijan, se tapan la nariz para no sentir el olor de la dignidad y la lucha. Cómodos, como siempre fueron, miran desde su monte olimpo como los mortales se despedazan y a lo lejos hacen interpretaciones frías y carentes de urgencias, trivializan la muerte y ven como un simple fenómeno de estudio la violencia con la que exterminan a quienes sí se atreven a levantar la voz.

Son servidores sociales fashion, de gorras y camisetas estampadas, de marketing en redes, vendiendo sencillez y humildad como productos. Además, recorren las calles como estrategia y los pobres les damos temas de conversación en las grandes haciendas. Se vuelven interesantes los Che Guevaras del Country Club. La izquierda de la derecha, la realeza que se toma fotos comiendo empanadas.

No se salvan los que, al dejar de ser pobres, ya ven la lucha de los humildes como la furia de gente resentida, ese es otro mal que nos aqueja: el de las carangas resucitadas, como dicen los paisas. Aquellos que olvidan y hasta rechazan su origen modesto, pero vuelven cada tanto, como los reguetoneros, a tomarse fotos y a decir en sus discursos que la calle corre por sus venas.

El mayor representante de las posturas de centro es el partido Alianza Verde. Con eso en mente, es posible que estemos olvidando que el verde no es un color primario, sino uno que resulta de combinar el amarillo y el azul; y que es posible también que le estemos echando mucho azul... se nota en varios elegidos que levantan la voz para pelear por los grupos empresariales que se han tomado las corporaciones e instituciones públicas y en las actitudes soberbias frente al pueblo.

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