Dos años de guerra en Gaza: el costo humano que no pagan los líderes del terror
Han pasado dos años desde el ataque de Hamás y la respuesta implacable de Israel. Duele ver las miles de vidas perdidas, los niños que lloran a sus padres y hermanos, los desplazados que lo perdieron todo y la hambruna que golpea sin distinción a la población de Gaza, menos a los líderes de los grupos armados.
Los terroristas de Hamás, los jefes de Hezbolá, los hutíes y los gobernantes de Irán —una teocracia que sostiene el extremismo— no padecen la miseria ni las bombas. Las víctimas inocentes, en muchos casos, son utilizadas como escudos humanos en refugios o depósitos de armas.
Nada justifica una guerra, pero menos quienes la provocan tienen derecho a lamentarla. No comparto ninguna forma de violencia. A veces, incluso en la vida cotidiana, sentimos el impulso de reaccionar con ira cuando nos hieren o atacan a alguien cercano. Sin embargo, la verdadera defensa está en responder con moderación y proporcionalidad, no con odio.
La barbarie de nuestra especie
Si miramos atrás, los conflictos que hemos protagonizado muestran el tamaño de nuestra degradación como especie. En la Segunda Guerra Mundial, murieron entre 40 y 75 millones de personas y hubo 30 millones de desplazados. En la China de Mao, las víctimas se estiman entre 15 y 55 millones; en la Primera Guerra Mundial, entre 15 y 20 millones; bajo Stalin, hasta 23 millones; y durante el genocidio en Camboya, entre 15 y 30 millones.
En este siglo, la violencia sigue viva: el Congo suma 6 millones de muertos; Siria, medio millón y 13 millones de desplazados; la invasión rusa a Ucrania, hasta 2 millones de muertos; Sudán, medio millón; Colombia, más de 260.000; Venezuela, 7.000 asesinados y más de 8 millones de migrantes; Yemen, casi 400.000 muertos; Irak, más de 100.000; y Gaza, cerca de 65.000 muertes y casi 2 millones de desplazados.
La lista sigue: Afganistán, más de 170.000; Nicaragua, 70.000; Cuba, 5.000; y Nagorno Karabaj, unos 36.000 muertos. En total, la humanidad ha dejado más de 270 millones de víctimas entre muertos y desplazados. Un ranking de la infamia que demuestra que seguimos sin aprender a convivir.
¿Solo Gaza importa?
La pregunta es inevitable: ¿por qué algunos conflictos reciben toda la atención y otros se silencian?
¿Quiénes denuncian las tragedias del Congo, Siria, Rusia, Sudán, Colombia o Yemen con la misma fuerza con que se habla de Gaza?
¿Por qué se normaliza el dolor cuando no tiene cámaras cerca?
Y peor aún, ¿por qué el terrorismo chií que desató esta guerra pretende ahora presentarse como víctima?
El mensaje del Sermón de la Montaña sigue vigente:
“¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
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