El Gran Acuerdo Nacional debe ser sobre principios éticos, políticos y estéticos
Opinión

El Gran Acuerdo Nacional debe ser sobre principios éticos, políticos y estéticos

El Acuerdo no debería ser sobre mecánicas para que ‘todo cambie sin que nada cambie’ sino sobre reglas de juego basadas en unos principios. ¿Cómo será el Congreso?

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junio 29, 2022
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Si se supone que es en función del interés público y de acuerdo a éste que se deben tomar las decisiones de gobierno: ¿cuál es la forma o a través de quienes éste se manifiesta? Una posición es la de que para esto se eligen los parlamentarios elegidos; a su turno los medios de comunicación alegan que son ellos quienes lo representan; ¿Cuál es la realidad de la opinión pública al respecto?

Una cosa es lo que a la opinión pública le llega; otra, lo que no conoce; una tercera la que se plasma como si fuera la resultante del conjunto de estas dos; y otra la verdadera, la cual casi nunca acaba siendo coincidente con ese resultado.

Lo que se supone es que por la vía electoral se escoge a quien va a ser vocero de los intereses de quienes por esa persona votan; y que el conjunto de quienes comparten intereses comunes se identificarán en unos partidos que se confrontarán en otro escenario donde por mayorías se tomarán las decisiones de la comunidad.

Lo que no se informa es que quienes se hacen elegir no tienen, ni como razón ni como propósito principal, el afán de servir o de adelantar los intereses de los electores, sino casi siempre la de satisfacer la libido del poder, cuando no la ambición de riqueza. Así acaba siendo en función de esto que adhieren o forman parte de un supuesto partido político del cual son completamente indiferentes a su naturaleza o ideología.

Y no solo la realidad es que los elegidos no corresponden para nada a las condiciones que suponen tener (sobre esto no hay necesidad de explayarse). La otra realidad es que los medios no expresan el pensamiento o las inquietudes de la gente sino las crean y las manipulan.

Sin embargo, a través de ambos se genera y se interpreta esa voluntad del público cuando queda plasmado en leyes que emite el Congreso, las cuales poco han mostrado satisfacer las expectativas de la población.

Por otra parte, en Colombia no se entiende que ‘el ejecutivo’ debe administrar el Estado con las leyes que existen, sino que crea leyes de acuerdo con sus programas de gobierno. Esto, que es una característica que debería ser innecesaria -y tal vez indeseable-, se justifica en este momento en el que trataremos de adelantar un cambio verdadero.

Un análisis de lo que podemos esperar de la forma en que se alinean las fuerzas en el Congreso permite analizar hasta dónde esas leyes y reformas -que se deben y se espera que se adelanten- tienen expectativa de cumplirse y convertirse en una verdad dentro de las mecánicas que estamos viendo.

El ‘Gran Acuerdo Nacional’ más que una buena intención es el principio mismo sobre el cual se fundamenta la existencia del Estado y la posibilidad de la convivencia pacífica entre los ciudadanos. Es obvio que nadie puede estar en desacuerdo o en contra de él.

 

Pero el Acuerdo’ no debería ser sobre mecánicas para que ‘todo cambie sin que nada cambie’ sino alrededor de unas ‘reglas del juego’ basadas en unos principios éticos, políticos y hasta estéticos que los alimenten.

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Asusta que los primeros pasos se dan bajo la forma de parlamentarios que se declaran de la oposición y afirman no importarles que la Ley diga que son los partidos quienes tienen que definir su ubicación

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Por eso asusta que los primeros pasos se dan bajo la forma de parlamentarios que se declaran de la oposición y afirman no importarles que la Ley diga que son los partidos quienes tienen que definir su ubicación (como parte, como de oposición o como independientes del Gobierno); o cuando después de haber profetizado que Colombia se acabaría si subía Petro, el Partido Conservador se declara Partido de Gobierno, sin tener vergüenza por lo que éticamente significa colaborar a lo que antes llamaban la futura catástrofe nacional (porque la verdadera razón es que de no hacerlo no estarían impedidos de tener altos puestos en el gobierno); o  cuando se llega a aberraciones o contrasentidos estéticamente tan monstruosos como que se acepte que sea el ilegal director del Partido Liberal, César Gaviria, quien destruyó al Partido implantando el modelo neoliberal y la ‘disciplina para perros’, quien asume por la colectividad la decisión del rumbo que debe tomar cuando este es el contrario del que él  mismo -¡y en qué forma!!!- impuso. Mal presagio.

El Acuerdo debe ser sobre la base de que lo que llaman democracia gira alrededor de que hay un gobierno y una oposición; pero si no va a ser así, que por lo menos no se desnaturalicen a ese nivel los principios éticos, políticos y estéticos.

 

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