El eterno drama de la negociación del salario mínimo

El eterno drama de la negociación del salario mínimo

Cada año, a mediados de diciembre, vemos la burla de los empresarios y los representantes de los trabajadores en el intento de decidir cuál será el smlv

Por: Oscar Joaquín Zúñiga Cuevas
diciembre 21, 2020
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El eterno drama de la negociación del salario mínimo

La clase trabajadora vive agobiada por los ingresos sumamente bajos que percibe como remuneración al trabajo que diariamente lleva al desarrollo de la nación. El salario mínimo que gana un trabajador en Colombia es uno de los más bajos en Latinoamérica; el cual, una vez convertido al dólar, solo es un equivalente a doscientos sesenta y ocho dólares americanos. Esto solo nos ubica por encima de Venezuela, México y Brasil.

Ahora, cada año, a mediados de diciembre, vemos la burla de los empresarios y los representantes de los trabajadores, por lo que los medios de comunicación llaman “la puja por el salario mínimo”. Los empresarios argumentan la difícil situación y, para este año, con mayor énfasis, se aferran a la vieja tesis de que a mayor salario, menor empleo. Su caballo de batalla es simplemente el mismo de hace veinte años.

Del mismo modo, se escudan en la sobrecarga contributiva impuesta por el Estado (aclaro, no estoy de acuerdo y menos conforme, con los impuestos que pagamos los colombianos) y, en este punto, es muy importante resaltar que los empresarios tienen grandes beneficios contributivos. Por estas razones, los representantes de los gremios no presentan una propuesta seria a los delegados de los trabajadores, dejando en el aire el sinsabor de la supremacía de poder del más fuerte sobre el más débil, una simple posición de altura.

Del otro lado de la mesa, tenemos a los magnánimos representantes de la clase trabajadora: personajes surgidos de los grandes sindicatos, quienes con las banderas de la clase obrera “luchan” por los intereses de los trabajadores; por tanto, sus ambiciones siempre están por encima de las expectativas de su contraparte, como en esta oportunidad, más de un 10%, dejando de lado las actuales circunstancias vividas por el país.

Es sorprendente que personas tan inteligentes lleguen a una mesa de concertación con propuestas tan distantes y alejadas de la realidad, que, de llegar a un acuerdo, se torna en una proeza imposible de alcanzar. En estas mesas de trabajo, por así llamarlas, lo único claro es que el gremio de empresarios siempre demuestra su posición fuerte ante el débil, quien en última instancia no es el representante del de los trabajadores, sino los trabajadores, quienes son los que van a recibir el salario mínimo.

Con el nuevo fracaso de esta etapa de negociaciones, cabe preguntarnos si en verdad la clase trabajadora (el pueblo) está bien representada por quienes portan las banderas de la clase obrera, si en efecto estos dignos representantes luchan por los trabajadores, o si simplemente ponen en la mesa de negociaciones su ego.

De acuerdo a lo expresado en líneas anteriores, podría concluir que existe una necesidad jurídico-institucional en Colombia por mejorar las políticas salariales de los trabajadores; necesidad encaminada a la búsqueda de un salario real más justo, lo cual conduce necesariamente a la mejora del sistema de concertación salarial entre empresarios y trabajadores, ubicando de último, al gobierno, quien a más tardar, el treinta de diciembre, se encargará de dar el regalo de navidad a los trabajadores colombianos, fijando una vez más por decreto el tan anhelado aumento al mínimo vital y móvil que debería, por lo menos, ser del seis por ciento.

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