El desplome del alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández

El desplome del alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández

Ganó con un discurso contra la politiquería pero ha resultado con turbios amarres con el exalcalde Luis F. Bohorquez a quien atacó, implacable, en su campaña

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junio 29, 2016
El desplome del alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández

El penthouse 701 del edificio Premier -ubicado en el sector exclusivo de cabecera en Bucaramanga-, fue el bunker de campaña de los dos últimos alcaldes de Bucaramanga: Luis Francisco Bohórquez, y Rodolfo Hernández. Las paredes de ese amplio, moderno y acogedor apartamento, guardan los secretos de largas reuniones que realizaron los candidatos con parlamentarios, concejales, empresarios, contratistas y con los populares líderes; también guarda la razón poderosa que generó el distanciamiento y desavenencia entre estos dos viejos amigos.

Es de público conocimiento en los sectores políticos de Santander que en las elecciones regionales de 2011, el único empresario de los círculos económicos y sociales que acompañó al candidato del Partido Liberal, Luis Francisco Bohórquez, fue Rodolfo Hernández (gerente propietario de HG constructores); era tan fuerte el compromiso del ingeniero Rodolfo por su candidato Bohórquez, que no solo cedió uno de sus apartamentos para la campaña –el del edifico Premier-, también asumió la jefatura de debate para derrotar a la candidata de la época, Martha Pinto de De Hart, exministra de comunicaciones del expresidente Uribe, y avalada por el partido de la U.

En silencio, sin la parafernalia de los políticos tradicionales, Rodolfo y Gabriel Hernández –su hermano y mentor-, se concentraron en planear, estructurar y ejecutar, la campaña y el discurso virulento contra el Partido Liberal, contra el exalcalde Bohórquez y contra el establecimiento político de Santander; sumado a un particular y exótico programa de gobierno que fusionó principios aristotélicos de ética, lógica y estética, logró aglutinar el voto de opinión que le permitió ganar las elecciones, y derrotar a toda la clase política y en especial al Partido Liberal que gobernó durante los últimos 12 años la ciudad de Bucaramanga.

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Luis Francisco Bohorquez (izq.) con Rodolfo Hernández, actual alcalde de Bucaramanga, en la época en que Hernández tenía contratos con la administración de Bohorquez. Foto: laparrilla.co

Rodolfo Hernández no ha cambiado su discurso de campaña en sus primeros cinco meses de gobierno, por el contrario, se ratifica y sigue denunciando en los medios de comunicación y en los eventos en que participa, que “el Partido Liberal es el responsable de la quiebra del municipio”, y sin adornar palabras, sin medir consecuencias, sigue insistiendo que la Alcaldía de Bucaramanga se la robaron. El alcalde sabe a la perfección que señalar y acusar a su antiguo amigo el exalcalde Luis Francisco Bohórquez, y a los concejales de su partido, lo mantendrá en los niveles de popularidad y aceptación entre sus gobernados.

Los debates en el recinto del concejo -durante todo el mes de mayo-, para aprobar el plan de desarrollo, le permitió a la bancada del Partido Liberal propinarle dos golpes al gobierno de Rodolfo Hernández: vetar el nombre de Manuel Francisco Azuero, -secretario de gobernanza, responsable de la estructuración del plan de desarrollo- como interlocutor del alcalde con los concejales y, suspender el debate público en el recinto del concejo para reducirlo a una reunión privada por más de seis horas en la presidencia del concejo, donde solo participaron concejales liberales y delegados del gobierno municipal para concertar temas polémicos y diametralmente opuestos para incorporarlos al proyecto del plan de desarrollo de Bucaramanga; finalmente y como sucedía en el pasado, cerca de la media noche del 31 de mayo fue aprobado por los 19 concejales el plan de desarrollo.

El estilo del Alcalde de Bucaramanga es particular: evade al máximo los actos protocolarios, los trajes de etiqueta o la participación en eventos sobreactuados e innecesarios, no es ostentoso del cargo, no abusa de flotillas de carros con escoltas, ni sobreactúa con su nueva dignidad. Quienes conocen al mandatario afirman sin dudarlo que “él siempre ha sido el mismo, nunca va a cambiar y menos en el ocaso de su vida”, y que si hay alguien que represente al santandereano es Rodolfo Hernández: testarudo, áspero, grosero por naturaleza, de carácter y obsesivo con sus propósitos.

El “Gobierno de las Ciudadanas y Ciudadanos”, como se autodenomina la administración de Rodolfo Hernández, es un gobierno de anuncios, de buenas intenciones, vehementes en mostrar resultados en la lucha contra la corrupción, pero de constantes traumatismos y demoras a la hora de ejecutar proyectos o de hacer realidad el discurso y la teoría incorporada en el plan de desarrollo. El equipo de colaboradores del Alcalde Rodolfo Hernández, proviene de la academia y del sector privado, sin ninguna experiencia en la administración pública, algunos se atreven a definirlos como ingenuos y románticos, pero el mismo alcalde ante estos análisis y críticas que comienzan a crecer en la ciudad, responde categóricamente: “no quiero expertos en robar, quiero gente que quiera aprender a hacer las cosas bien”.

Mientras sigue la polarización, los anuncios, las denuncias, los ciudadanos esperan que el Ingeniero -como cariñosamente le dicen Alcalde de Bucaramanga-, comience a gobernar, porque los problemas heredados de administraciones anteriores siguen creciendo y agudizándose en las calles y afectando la calidad de vida de la gente; la grave crisis de movilidad, la quiebra inminente en el sistema masivo de trasporte, el crecimiento desproporcionado del trasporte ilegal, el problema de la disposición final de basuras, la invasión del espacio público, la preservación y protección de los cerros orientales de Bucaramanga, son temas que no dan espera y que no tendrán solución de seguir en ese maniqueísmo en el que esta la nueva administración.

Por ahora se debe aplaudir que una promesa de campaña del Ingeniero Rodolfo Hernández, se cumplió: acabó con la parcelación y casi propiedad privada de las Secretarias de Despacho, Institutos y, cuanto cargo oficial estuviera a su disposición. El abuso por parte de los concejales en las administraciones anteriores, había llegado a niveles tan bajos e ilegales, que los certificados de disponibilidad presupuestal no los autorizaba el funcionario responsable de hacerlo, los autorizaba el concejal “propietario” de la Secretaría o Instituto que le correspondía en la repartija y fiesta en la que estaba la Alcaldía de Bucaramanga.

 

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