Opinión

El corolario Trump: amenaza y zozobra creciente para la región

La estrategia de seguridad nacional de Trump, busca recuperar el poderío estadounidense en el mundo y genera una mayor desestabilización y agresión al continente

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diciembre 09, 2025
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El pasado viernes, en medio del estrechamiento del cerco a Venezuela, Trump presentó su Estrategia de Seguridad Nacional, un documento oficial que establece las prioridades geopolíticas de cada gobierno. En este caso, queda claro que la principal está en este continente. 

Se anuncia allí que, después de muchos años de negligencia, Washington volverá a la Doctrina Monroe para restaurar su dominio en el hemisferio occidental, proteger al país y el acceso a sus geografías en el continente.

Es la ruta “para asegurar que EEUU permanezca como la nación más poderosa y exitosa en la historia humana, y el hogar de la libertad en la Tierra”.

Hipervínculo: https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2025/12/2025-National-Security-Strategy.pdf.

Días antes, el 2 de diciembre, había presentado el “Corolario Trump” a la Doctrina Monroe, en la conmemoración de su aniversario. Proclamó que “EEUU y no naciones extranjeras o instituciones globalistas controlará siempre su propio destino en nuestro hemisferio”. Será una restauración “sensata y contundente” del poder y las prioridades del país.

La Estrategia de Trump ratifica de manera clara lo que ha sido su política internacional: desprecio al multilateralismo y a la institucionalidad internacional. Hace un llamado explícito a recuperar el poder perdido de su país. 

El documento señala que desde sus inicios hace un siglo dicha Doctrina “ha protegido a los continentes americanos contra el comunismo, el fascismo y la intromisión extranjera”. Y concluye: “el liderazgo estadounidense está de regreso más fuerte que nunca”.

 Reafirma que EEUU no permitirá que potencias de otros hemisferios “establezcan presencia militar, controlen infraestructura estratégica o ejerzan influencia determinante en América Latina”.

Se plantea dos objetivos: garantizar la seguridad fronteriza y contrarrestar la creciente influencia de China en la región. “Negaremos a competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales en nuestro hemisferio”. 

Y agrega: “Debemos proteger a nuestro país contra las invasiones, no solo contra las migraciones descontroladas, sino también contra amenazas transfronterizas como el terrorismo, las drogas, el espionaje y la trata de personas”.

Se plantea el incremento de su presencia militar global. El énfasis lo pone en el problema de las drogas. La amenaza al continente no puede ser más clara ni contundente.

Este es el marco para entender la ofensiva y agresión de Trump hacia la región durante su primer año. Sin el menor rodeo, ha intentado apoderarse de territorios estratégicos en Panamá, de establecer nuevas bases militares en Ecuador, Argentina y Colombia, entre otros.

Interviene abiertamente en decisiones judiciales en Brasil y Colombia para favorecer a sus compinches criminales. Con el apoyo de las elites mafiosas locales, fue determinante en el resultado electoral de Ecuador y Argentina. O más recientemente en Honduras, en donde la participación de Trump, desembozada y cínica, y el complot que armaron, trajo el triunfo electoral de sus amigos.

El asedio militar creciente sobre el Caribe y el Pacífico y su amenaza a Venezuela y Colombia es el asunto más crítico en el momento.

Su ofensiva en los mares contra embarcaciones pequeñas de presuntos narcotraficantes ha dejado por ahora 87 muertos en poco más de tres meses. Todos ellos han sido masacrados sin fórmula de juicio.  

La ONU ha catalogado estos ataques como ejecuciones extrajudiciales. En el Congreso y otros medios estadounidenses ha habido pronunciamientos fuertes al respecto, incluso de sectores republicanos.  

Trump insiste en derrocar al gobierno de Venezuela, bloquea su espacio aéreo y amenaza con propinar golpes terrestres. Contra toda evidencia, repite el cuento del cartel de los soles que nadie conoce. Culpa al Tren de Aragua del tráfico de drogas a las ciudades estadounidenses.

Pero la situación tiende a agravarse. El “Pollo” Carvajal, antiguo funcionario de Chávez, está negociando desde la cárcel con el gobierno de Washington. Recientemente habló de la complicidad del “régimen” venezolano con grupos armados colombianos en el envío de drogas.

Afirmó que dicha estrategia habría sido impulsada originalmente por la “inteligencia cubana” y ejecutada con el apoyo de las FARC, ELN y Hezbola” desde Venezuela. https://cambiocolombia.com/internacional/articulo/2025/12/revelan-carta-de-el-pollo-carvajal-exjefe-de-espionaje-de-maduro-con-nuevas-acusaciones-de-narcoterrorismo-contra-el-regimen-venezolano/

Sabe que se trata de construir un libreto que no deje por fuera a ninguno de los gobiernos que Trump percibe como sus enemigos. Entre más hable, mejor le va.  

En Colombia, las perspectivas de una intervención más abierta parecen ciertas

Hay razones para pensarlo. En lugares estratégicos como el Catatumbo, Buenaventura o Urabá, las organizaciones guerrilleras y grupos criminales están involucradas en narcotráfico y otros negocios, lo que complica todavía más las negociaciones y diálogos que desarrolla Petro, en el marco de la Paz total.  

Hace pocos días Trump contempló la posibilidad de lanzar operaciones militares en territorio colombiano. Para hacerlo, cuenta con sectores de la ultraderecha que claman porque dicha intervención se concrete.

Esta perspectiva tan crítica debe ser un llamado de alerta para quienes confían en que la continuidad del proyecto transformador está garantizada, por lo que se niegan a mirar más allá de la izquierda.

Por último, volviendo al intervencionismo estadounidense, el pasado 6 de diciembre se conmemoraron 97 años de la masacre de las bananeras en Ciénaga, en el Caribe colombiano. Este episodio histórico se produjo cuando el gobierno conservador de ese entonces ordenó dispararles a miles de trabajadores y trabajadoras del banano.

Se realizaba una huelga de 30.000 personas contra la poderosísima United Fruit Company, de infausta recordación en toda la región.

Por primera vez en la historia del país, un presidente, Gustavo Petro, honró la memoria de los miles de víctimas y reivindicó su lucha.

Recordó que en ese entonces EEUU también amenazaba con invadir si el gobierno colombiano no obedecía. El presidente Abadía lo hizo y propició la masacre de 1928.

La diferencia es que hoy Petro se niega a someterse y afronta las amenazas de Trump con valentía. Y se preguntaba en el evento: “¿A dónde apuntarán los fusiles latinoamericanos, a la defesa de la invasión o a la defensa del pueblo? Hoy Latinoamericana debe defenderse y la defensa en ante todo la unidad contra el agresor”.

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