El clima en Colombia cada día será peor

El clima en Colombia cada día será peor

Las potencias mundiales resultan las más contaminantes. Además, tampoco ayuda que su compromiso con el medio ambiente sea poco o nulo

Por: Fernando Alexis Jiménez
enero 21, 2020
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El clima en Colombia cada día será peor
Foto: The Photographer - CC0 1.0

Lo que más preocupa por estos días en los que un calor por encima de lo normal azota varias regiones de Colombia es que los zapatos se queden adheridos al asfalto cuando el sol se encuentra en lo más alto del cénit. La temperatura rebasó los pronósticos y, tal como van las cosas, no pasará mucho tiempo antes que baste con colocar la olla en el centro del patio de cualquier casa para apreciar —en cuestión de minutos— cómo el agua comienza a hervir o que un huevo colocado en una cacerola se fría en cuestión de segundos.

Lo más grave de todo es que nada volverá a ser lo mismo. Desde el 2015 la temperatura ha ido creciendo. La del 2019 fue la más alta de los última década, solo comparable con el 2016.

El tema fue abordado de forma lapidaria por Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard para estudios espaciales de la Nasa: "El hecho es que el planeta se está calentando". Para Deke Arndt, jefe del equipo de seguimiento global de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA), los diez años que se avecinan serán muy calurosos. Así las cosas, el panorama luce ensombrecido en el mediano plazo.

El siglo XX cuando el calor era relativamente soportable, ahora es parte de la historia. Al menos es la perspectiva que tiene la climatóloga Ahira Sánchez-Lugo, de la NOAA. “Con los datos que tenemos ahora mismo yo creo que en las próximas tres décadas tendremos un continuo aumento de las temperaturas”, sostiene la experta al pronosticar que si bien el horizonte no es apocalíptico, demanda medidas para frenar los altos índices de contaminación.

A la sombra, pero como en el infierno

Quienes pueden dar fe de lo insoportable de los calores, son los hombres y mujeres conforman el ejército de la informalidad en Colombia, aquellos que a duras penas sobreviven, los que derivan sus ingresos de cualquier negocio, por modesto que sea.

“Lo que más se venden por estos días son las sombrillas, los refrescos y hasta las gorras. Lo que sea para evitar que el sol nos golpee de frente”, asegura Juan Francisco García quien vende por estos días salpicón de frutas junto a la Catedral de San Pedro, en pleno centro de Cali.

Esa vida azarosa para ganarse un peso, vendiendo lo que sea en donde sea, la enfrentan millares de colombianos de los dos millones que viven del rebusque. Lo hacen bajo calores infernales que agotan más que el esfuerzo del trabajo.

“Hay momentos en los que ni siquiera ayuda la sombra de los árboles y de las palmeras; ni siquiera se siente hambre, sino sed. Es insaciable”, asegura. Está convencido que solo basta resignarse, porque el clima está enloquecido y cada vez será peor.

Los países poderosos no piensan en la gente

Sudamérica y Centroamérica, que concentran a países en proceso de desarrollo, enfrentan hoy las consecuencias de la contaminación que desatan las potencias mundiales. 

Irónicamente, Estados Unidos que es uno de los territorios más contaminantes, inició en noviembre del 2019 su retiro del Acuerdo de París que desde el 2012 unifica esfuerzos para combatir el cambio climático

Por supuesto, para Trump y quienes pretenden direccionar el curso del planeta, el vendedor de mercancías del centro de Cali que se ahoga de calor, no cuenta; ni tampoco los indígenas ecuatorianos o los marginados de Chile y, menos, los relegados de África. 

Qué importa que el calor desborde la capacidad humana y que se agoten las fuentes de agua si el poder que centralizan sencillamente reprime cualquier aspiración de mejorar la calidad de vida.

De ahí que las naciones contaminantes asuman poco o ningún compromiso con la meta de reducir las emisiones de carbono. Es cuestión de conveniencia.

Altas temperaturas y detrimento en las fuentes de agua

De la mano con las altas temperaturas que golpean más a la población en muchos rincones del planeta, se viene registrando una disminución progresiva en los caudales de agua. En un horizonte de tiempo no lejano, enfrentaremos calor y sed. ¿Desalentador? Por supuesto que sí.

Entre el 2 de octubre de 1959 cuando salió el primer episodio, y el 19 de junio de 1964 cuando se transmitió el último, el mundo entero tuvo acceso a la serie La dimensión desconocida, que abordaba temas que parecían demasiado futuristas y obedecían, en su momento, a la ciencia ficción. Los programas tuvieron éxito con su relanzamiento en la década de los setenta.

Uno de esos capítulos personificó la vida de una mujer que dedicaba sus días a pintar. Sin embargo, enfrentaba un drama: en su tiempo había calor y escasez de agua. La escena con la que terminaba, incluía la voz del narrador con una pregunta: "¿Qué podría ocurrir cuando en el mundo se acabe el agua y el calor resulta insoportable, o acaso será parte de la dimensión desconocida?"

Esa historia no es lejana de la realidad… a menos de que haya un compromiso en el que nos sumemos todos para reducir la contaminación y comprometernos a legarles a nuestros hijos y nietos, un mundo en el que se valore el medio ambiente y salvar lo que se pueda.

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